Fórmula 1 | La intrahistoria
Emilio Botín tuvo unas 'palabritas' con Domenicali
Está disgustado con la escudería
La crisis de Ferrari no sólo salpica a la escudería. También sus patrocinadores, sobre todo los más importantes, sufren la decepción de una temporada que, al menos hasta el momento, se está desarrollando muy por debajo de las expectativas iniciales.
Es, por ejemplo, el caso del Banco de Santander, uno de los apoyos financieros principales del equipo de Maranello, que desde luego no puede estar muy satisfecho del devenir de los acontecimientos, incluyendo un compromiso tan significativo y especial para ellos como el del pasado fin de semana en Montmeló. Era el gran premio de casa, el de España, y que además llevaba el nombre de la compañía, por primera vez en la historia (un acuerdo que se prolongará durante tres años). Así que ver a Alonso haciendo milagros para acabar cuarto en la calificación o a su coche doblado por los primeros en la carrera del domingo no ha resultado en absoluto plato de buen gusto para los responsables de la entidad financiera, empezando por el gran jefe, Emilio Botín.
El presidente del Santander estuvo, como hace siempre que sus compromisos se lo permiten, en el GP de España. Su presencia se ha convertido así en habitual y también muy cercana tanto al propio Fernando como al resto del equipo. Pero no son momentos fáciles para su relación... o al menos así se desprende del intercambio de impresiones que el sábado por la tarde se produjo en el box de Ferrari.
Ni siquiera la presencia de algunos invitados impidió que Botín tuviera un intercambio de opiniones un tanto airado con el jefe del equipo, Stefano Domenicali. Según testimonios de algunos de los presentes, el presidente del Santander pidió explicaciones con cierta contundencia al italiano, en una conversación que no se antojaba especialmente cordial. Es evidente que la imagen que el banco quiere exhibir por los circuitos y ante el mundo entero a través de las transmisiones de televisión es bien diferente a la de un proyecto que, a día de hoy, parece abocado al fracaso más estrepitoso.
Y es que invertir cuarenta millones de euros por temporada tiene estas cosas, que quien los pone sobre la mesa espera un retorno en imagen y prestigio, precisamente lo que ahora no está obteniendo el Santander.