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Motociclismo | GP de Valencia

El estadio grandioso

Acudí por primera vez a unas carreras de motos en directo. Los entendidos me dijeron que no había tenido suerte, pues faltó emoción en los duelos que podían haber resultado del siglo. No salí defraudado. En las motos todo es espectáculo.

Actualizado a
Cheste

Grandiosidad.Gracias a que una imagen vale más que mil palabras, puedo ahorrarme la sensación que se siente al entrar en Cheste. Como la visión del circuito es prácticamente total desde cualquier ángulo, el efecto de grandiosidad es mayúsculo. Y uno se sienta allí, como una hormiguita, dispuesto a distinguir a los pilotos incluso cuando se encuentren en la parte opuesta, ¡a kilómetro y medio de distancia!

Ojos sólo para Rossi. Doy fe de que se les puede distinguir. Si cuando pasan junto a ti controlas las posiciones de los pilotos que sigues, se les puede seguir identificando en la distancia. ¿Mejor la televisión? Pues no. La televisión alterna las tomas y no puede seguir a un solo piloto. Ayer, por ejemplo, a Rossi. Y bien que mereció la pena tener ojos sólo para él. Por lo menos hasta que se vio que la remontada era imposible. Esto fue fácilmente apreciable en cuanto las referencias tomadas sobre el circuito entre él y el octavo clasificado no disminuían.

¿Y los prismáticos?Me llamó la atención que casi nadie en el circuito llevara prismáticos. Todo el público con mochilas que parecían sacadas de la película Mary Poppins de cuantas cosas podían salir de ellas, pero prismáticos, ni uno. El público de las motos no es desde luego el mismo que asiste a las carreras de caballos o está abonado a grada o andanada en la plaza de Las Ventas.

Los moteros.Se trata de un público, por cierto, un tanto singular. Forma parte del espectáculo. Cómo será que las gentes de los pueblos se sitúan por la tarde sobre los puentes de las autovías para verles pasar. En una hora, camino de Madrid, de Cataluña de Andalucía, pueden pasar bajo cada puente mil motoristas. A su paso se agitan banderas de Espa ellos, agradecidos, saludan y alguno hasta les hace el caballito.

Como en el antidoping.Me pasaban los moteros -velocidad media aproximada, 140 por hora- y me recordaban las trampas que hacen los deportistas para no dar positivo en los controles antidoping. Quien no llevaba la matrícula intencionadamente con barro, la llevaba accidentalmente doblada o casualmente sobrevolaba un pañuelo sobre ella. El efecto, en cualquier caso, sería el mismo. La matrícula nunca mostraría con absoluta nitidez todos los números o las letras en la foto del radar. Expediente archivado.

El poder de las motos.Fueron miles las personas que se dieron la vuelta ante la incapacidad de conseguir una de las 129.000 entradas. Si a Jerez acudieron 131.000 y a Montmeló 107.000, estamos ante uno de los espectáculos con mayor capacidad de convocatoria en España. Así no es de extrañar que nuestra cantera sea la que más talentos da del mundo. Está Pedrosa, llega Lorenzo, crece Bautista, gana Faubel... ¡La que vamos a liar!