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El mundo de las motos se está pasando

El mundo de las motos se está pasando

Fonsi Nieto quiere correr el domingo en Inglaterra. Mejor dicho, correr no, competir. Si corriera sería un milagro. Tiene los tobillos rotos. Ni siquiera puede andar. Montar en moto puede. Hasta ella le llevan en silla de ruedas. Luego le cogen a hombros y le sientan sobre la máquina. Imaginemos la escena. La imagen resulta patética. Se comprendería si competir el domingo fuera cuestión de vida o muerte. Pero no. Ni siquiera opta al título mundial. Físicamente está apto para montar en moto, porque los tobillos no intervienen en la conducción, pero parece una barbaridad.

Es un contrasentido que alguien que no está capacitado para desarrollar una vida normal, pues no puede andar, lo esté para conducir una moto a 300 kilómetros por hora. En cualquier circunstancia, esa persona tendría la baja laboral. Sin embargo, dispone del alta médica para competir. Da la impresión de que estamos llegando demasiado lejos en esto de las motos. El circuito se ha llenado de chavales de 16 años que compiten a velocidades de vértigo contra los profesionales más experimentados. Y lo hacen de maravilla. Pero porque a su edad no conocen el riesgo.

Lo malo de la decisión de Fonsi Nieto, y del entorno que le rodea, es que se ha tomado en frío, es decir, conscientemente. Otra cosa es que en plena carrera se tenga un percance, y en caliente se decida continuar con el cuerpo maltrecho por defender unos puntos o un título. Pero cuando uno tiene rotos los tobillos y decide competir porque no le dificulta cambiar ni frenar, se convierte en un robot. Es el hombre al servicio de la máquina. Con estar lúcido y tener las manos libres es suficiente. La minusvalía no es obstáculo. El mundo de las motos queda así abierto a los disminuidos.

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