Opinión
Gamescom Opening Night Live, así se vive una gala de Geoff Keighley desde dentro
He asistido a la gala y te cuento de primera mano la experiencia de vivir el inicio de la feria alemana como espectador.
El trasiego de trenes ha marcado mi primer día en Colonia. De este modo he llegado a las inmediaciones del Koelnmesse, el lugar en el que todos los años tiene lugar Gamescom, la feria de videojuegos europea por excelencia. El evento lo abre Geoff Keighley, maestro de ceremonias de The Game Awards y una de las figuras más mediáticas de la industria. Rodeado de luces y arropado por un público de lo más entregado, Gamescom 2023 Opening Night Live despliega un espéctaculo lleno de juegazos, aunque sin apenas sorpresas. ¿Cómo se vive la gala desde las butacas? ¿Qué secretos esconde?
Nada más salir de la estación, me topo con las primeras señalizaciones, que muestran la dirección que hay que seguir para acceder al recinto. Entro por la puerta norte y veo una marabunta de personas esperando, y eso que en las inmediaciones tampoco se adivinada demasiado movimiento. La cola va haciendo eses como una serpiente, las voces se entremezclan y la gente aguarda con una mezcla de paciencia, excitación y resignación durante más de una hora. Confundidos, algunos descubren que tenían que haber hecho otra fila para que la organización estampara un sello distintivo en una de sus manos, por lo que se muestran contrariados al verse obligados a dejar atrás la cola principal.
Cuando queda media hora para que la gala dé comienzo, por fin comenzamos a avanzar sin prisa pero sin pausa. Sobre nuestras cabezas, carteles de juegos como Cyberpunk 2077: Phantom Liberty o Lords of the Fallen, promesas de lo que está por llegar. Ya se respira el olor a celebración y a videojuego. La música trona y las luces nos ciegan. Frente al espectador, una escenografía cuidada hasta el más mínimo detalle. Los más hambrientos se atreven a enfilar otra cola más, esta vez para hacerse con algo de comida o de bebida, de esas que encuentras siempre en las ferias, más caras que suculentas, solo para saciar la necesidad básica del comer y del beber (yo recomiendo llevar algo en la mochila).
Y llegó el momento. Geoff Keighley irrumpe en el escenario y los aplausos silencian sus palabras hasta que la masa tranquiliza el entrechocar de sus palmas. Desde la butaca, desde la lejanía en la que me siento, escucho las voces de los protagonistas algo ahogadas y viciadas, como una radio con interferencias. La primera lección que he aprendido es que en directo pierdes el detalle, es difícil escuchar y la gente del escenario se vuelve diminuta, se esconde entre las cabezas de otros espectadores; la pantalla de los tráileres se aprecia mejor, sí, pero ni una pantalla gigante es idónea cuando eres una gigantesca masa. Como en casa en ningún sitio, aunque en directo tienes eso de formar parte del espectáculo, de olisquear el ambiente, de escuchar vítores hasta cuando el juego deja indiferente al público, a uno mismo.
No solo estamos periodistas y gente de la industria. Algunos fans han pagado su ticket para disfrutar de Gamescom ONL, de ahí que se aliente el grito, el ruido y el aplauso. El propio Geoff enfrió las expectativas días antes: no es una gala de sorpresas ni de “one last thing”, es un evento centrado sobre todo en los títulos ya anunciados.
Con la muerte del último aplauso, la música fenece y las voces del público resucitan indistinguibles. Las variadas lenguas se hacen una, se tornan monocordes y gritonas. La gente se levanta, comenta y abandona el recinto para vivir otro trasiego de trenes.