Sonic 3 tenía un “enemigo” más cruel y despiadado que el Dr. Robotnik: el barril infernal de Carnival Night Zone

Para muchos fans del erizo azul, la dupla Sonic the Hedgehog 3 + Sonic & Knuckles es el mejor juego de la saga. No obstante, muchos jamás llegaron a completarlo por una razón muy peculiar: al avanzar por Carnival Night Zone, había un obstáculo aparentemente insalvable. Se trataba de un barril que impedía avanzar, y que muchos jamás supieron cómo se sorteaba. Esto provocaba la llegada de la temida pantalla de game over tras perder todas las vidas acumuladas al llegar al límite de tiempo. Hoy recordamos a esta infame “trampa” del juego, y cómo supuso todo un trauma para varias generaciones de jugadores.

Ni Robotnik ni Metal Sonic: el verdadero “villano” de Sonic 3 era un barril

Tal y como ya pasó con sus predecesores, Sonic the Hedgehog 3 era un título de plataformas donde manejábamos a Sonic avanzando por diferentes escenarios, recogiendo anillos, derrotando a los badniks del Dr. Eggman y esquivando todo tipo de trampas con el objetivo de dar al traste con los malvados planes del maquiavélico científico. Originalmente, iba a haber sido mucho más grande, pero como la fecha de lanzamiento apremiaba, en Sega se decidió dividir al juego en dos mitades: Sonic 3 y Sonic & Knuckles, con la posibilidad de disfrutar de la experiencia completa combinando físicamente ambos cartuchos.

El cuarto “mundo”, Carnival Night Zone, era una zona nocturna con temática festiva, tal y como su nombre implicaba. En una partida normal para un jugador experimentado, lo habitual era llegar hasta esta área sin demasiados incidentes. No obstante, muchos se quedaron perplejos al toparse con un obstáculo extraordinariamente inusual en el Acto 2: un simple barril que parecía responder a las físicas y al peso de Sonic, pero que, por lo demás, impedía por completo el avance.

La solución obvia parecía saltar con un timing muy preciso para hacer que el barril oscilase arriba y abajo, hasta que bajase a una altura suficiente como para permitir el avance. No obstante, esto, aunque posible, no era la solución pretendida, sino algo extraordinariamente complejo de realizar, y más aún si Sonic iba acompañado de Tails. Los saltos del alegre zorro de dos colas controlado por la IA podían fastidiar todo el proceso. Lo usual era perder mucho tiempo, y dado que en cada nivel había un límite de diez minutos —tras el cual Sonic perdía una vida—, los jugadores entraban en pánico intentando todo lo posible... y muriendo una, y otra vez.

Curiosamente, la “respuesta correcta” ante un desafío tan críptico consistía en pulsar arriba y abajo en la cruceta para que el barril oscilase en ambas direcciones con velocidad y ritmo, permitiendo que, eventualmente, estuviese lo suficientemente bajo como para poder avanzar. Lamentablemente, esto no aparecía en el juego por ninguna parte, ni siquiera en el manual, por lo que estamos ante un caso flagrante de mal diseño de niveles/mecánicas, y uno de los más infames de toda la historia del medio.

En última instancia, para muchos jugadores, el gran némesis de Sonic 3 ni tenía bigote ni raptaba animales para convertirlos en robots asesinos: era un barril. Un barril que no necesitaba ni armas ni planes cómicamente enrevesados para poner de rodillas a diferentes generaciones de jugadores: le bastaba con quedarse quieto y vernos saltar como locos durante diez minutos.

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