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Prinny 1-2: Exploded and Reloaded

Prinny 1-2: Exploded and Reloaded

No sin mi Dood

Prinny 1 2 Exploded and Reloaded, análisis

NIS lleva a Switch los dos spin-off de Disgaea protagonizados por los sufridos Prinnies en un pack que los más nostálgicos no querrán dejar escapar, ¿Dood?

Nippon Ichi Software cuenta con un público muy fiel a sus diferentes producciones, siendo la saga Disgaea una de las más populares y celebradas del estudio nipón. Y coincidiendo con el anuncio de la sexta entrega numerada de la famosa saga JRPG de corte táctico (y que da el salto a las 3D por primera vez), NIS recupera los dos divertidos spin-off de PSP protagonizados por los sufridos Prinnies, una suerte de pingüinos esclavos antropomórficos con muy mala suerte y característicos del universo de Disgaea que en esta ocasión sirven a la siempre malhumorada Etna para dar respuesta a sus más hilarantes deseos, como dar con un delicioso postre o encontrar el paradero de sus braguitas robadas. Veamos en nuestro análisis cómo le ha sentado el paso de los años a esta subsaga plataformera que llega a Nintendo Switch a través de sus dos entregas originales tanto en formato físico (mediante un pack conocido como Prinny 1 2 Exploded and Reloaded) como en formato digital, disponibles en la eShop por separado con Prinny: Can I Really Be The Hero? y Prinny 2: Dawn of Operation Panties, Dood!

No malgastes tus 1.000 Prinies, ¡Dood!

Prinny 1 2 Exploded and Reloaded llega en exclusiva a Nintendo Switch directamente desde PlayStation Portable y sus dos versiones originales de 2008 y 2010, a través de unos ports prácticamente calcados a los títulos originales, para lo bueno y lo no tan bueno. Y es que si bien su jugabilidad es la de siempre (con una dificultad creciente muy acusada que representa todo un reto, incluso para jugadores curtidos en juegos similares), su puesta en escena apenas ha mejorado respecto a la obra original, delatando sus ya lejanos orígenes sin apenas disimulo, un aspecto que puede convertirse en un serio handicap en plena era de remasterizaciones con trabajos de actualizaciones gráficas más o menos profundas. Pero, ¿vale la pena regresar al alocado universo de los Prinnies? Desde luego, si pasamos por alto algunas de sus particularidades, tendremos entre manos un par de plataformas 2D más que competentes que en su día pasaron algo desapercibidos fuera de Japón y que ahora regresan para suerte de los fans de Disgaea y de los más serios desafíos.

Así, las dos aventuras spin-off de los Prinnies dejan atrás el rol táctico de los Disgaea para apostar por unos plataformas 2D especialmente duros, tanto por su dificultad como por su peculiar control. Las bases son muy tradicionales: avance lateral, doble salto, tímidos combos, jefes finales y un montón de enemigos, obstáculos y trampas que superar. Todo ello a través de 1.000 Prinnies, que son los que tendremos a nuestra disposición a modo de vidas para superar la aventura, una característica que sin duda nos pondrá contra las cuerdas mientras tratamos de superar los niveles y los jefes finales; y es que moriremos mucho, demasiado, mientras el contador de Prinnies, irremediablemente, desciende a marchas forzadas. Y a pesar de que mil vidas pueden parecer muchas, tras unos pocos niveles y varios jefes finales, cambiaremos de idea rápidamente.

El argumento de ambos juegos no pasa de testimonial, como excusa para emprender un viaje junto a los Prinnies que podremos completar a nuestra manera, eligiendo el orden de los niveles desde una especie de hub en el que hablar con personajes y realizar otras acciones. Eso sí, sea cual sea el orden de las fases que vayamos superando, el resto de niveles aún por completar aumentarán su nivel de dificultad, aportando algo de estrategia a la ecuación al afrontar el reto según nuestras decisiones, potenciando así la rejugabilidad. Además, alcanzar el 100% en ambos títulos es toda una hazaña solo reservada a los más valientes; u obstinados. En este sentido no tardaremos en detectar ciertos tramos desvergonzadamente injustos y que nos animarán tirar el mando (o la propia Switch) por la ventana. Por suerte, la secuela cuenta con un modo Baby (algo más accesible, aunque no mucho) que nos da algo más de margen para tratar de superar la aventura, aunque el propio juego nos recordará que estamos jugando en un modo relativamente fácil a través de baberos para los Prinnies; en NIS son unos cachondos, de eso no hay duda.

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Tanto es así, que ambos videojuegos (muy similares entre sí en todos los aspectos) ofrecen una jugabilidad muy de la vieja escuela, más cercana a los clásicos como Ghost 'n' Goblins que a los plataformas 2D más actuales. El control es duro, exigente, puesto que, más allá de la “torpeza” de los Prinnies, no podremos modificar la trayectoria de los saltos o los dobles saltos. Los Prinnies solo saltan hacia arriba y hacia la dirección del propio salto, sin opción a corregir en el aire esos milímetros que aseguren la caída; y esta particularidad marcará en gran medida las sensaciones a los mandos, exigiendo cierto margen de adaptación. Más allá de la nula agilidad de los sufridos pingüinos, los Prinnies son capaces de atacar a los enemigos a través de espadazos, bombazos o caídas en picado, además de contar con una especia de combo especial que modifica la perspectiva lateral a una vista en perspectiva y que provoca una caída de rayos surgidos de sus espadas. En ciertas ocasiones también podremos usar vehículos armados con una gran potencia de fuego.

Las sensaciones generales con ambos títulos son positivas a pesar de dichas particularidades; donde sí destacan especialmente es en el diseño de los jefes finales, presentando enfrentamientos épicos mediante patrones de ataque bien ajustados y unos diseños de lo más originales. Además, la secuela añade mínimas novedades como un modo furia al completar la barra de combo, ataques estándar de mayor rango o ataques en picado más destructivos. En ambos casos, y avanzando con cierta regularidad, podemos completar cada juego en unas seis u ocho horas; por suerte, contamos, como apuntábamos anteriormente, con varios niveles de dificultad que modificarán el número de impactos necesarios antes de morir o el número de bloques en ciertas secciones de plataformas puras.

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A nivel gráfico no hay apenas cambios respecto a las versiones originales, únicamente con una mínima mejora a nivel de resolución para adaptar el título a las actuales pantallas HD -recordemos que ambos títulos vienen directamente de PSP-, aunque a cambio de perder algo de nitidez general. Al menos los fondos, con elementos tridimensionales, lucen algo mejor y los píxeles de los personajes no destacan negativamente; como no podía ser de otra manera, Prinny 1 2 Exploded and Reloaded luce mejor en modo portátil, ya que en modo televisor delata excesivamente sus orígenes. El apartado sonoro se mantiene intacto con esas melodías tan pegadizas que se graban a fuego por su constante repetición. En cualquier caso, esta edición no destaca por ser un port especialmente mimado, conservando las voces originales -inglés y japonés- y los textos, también en inglés, lo que puede resultar un serio contratiempo para entender los constantes chascarrillos si no se tiene cierto nivel de conocimiento del idioma.

Conclusión

Siempre resulta agradable volver a títulos del pasado que, por un motivo u otro, destacan y perduran en el tiempo, especialmente a través de los recuerdos de los jugadores que en su día ya disfrutaron de ellos. Y este es el caso de estos dos spin-off plataformeros en 2D de Disgaea, disponibles tanto en formato físico en un atractivo pack como en formato digital, a la venta por separado, a un precio de 19,99 euros cada uno. Dos videojuegos, Prinny: Can I Really Be The Hero? y Prinny 2: Dawn of Operation Panties, Dood!, que si bien responden a los esquemas clásicos del género -incluyendo un control algo tosco-, sí representan todo un reto tanto por planteamiento como por su propio desarrollo, no sin ofrecer tramos especialmente injustos con el jugador. Un par de ports que no ofrecen novedades más allá de la discutible adaptación a pantallas actuales y que conservan, eso sí, todo el encanto y sentido del humor de la saga de la que provienen. Recomendable para los aficionados a las plataformas más clásicas que quieran revivir sensaciones de hace más de una década.

Lo mejor

  • Ambos títulos son muy rejugables
  • Hilarante sentido del humor marca de la casa
  • Jefes finales tan divertidos como desafiantes

Lo peor

  • Picos de dificultad muy injustos
  • Adaptación visual pobre sin apenas mejoras
  • Manejo tosco propio de otra época
7

Bueno

Cumple con las expectativas de lo que es un buen juego, tiene calidad y no presenta fallos graves, aunque le faltan elementos que podrían haberlo llevado a cotas más altas. Cómpralo sin miedo.