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Prinny: Can I Really Be the Hero?

Prinny: Can I Really Be the Hero?

Wh-what's the verdict, dood?

Los pingüinos explosivos más carismáticos del mundo de los videojuegos llegan a PSP en una aventura única y exclusiva del sistema portátil de Sony. Bajo el hilarante título de "Can I Really Be the Hero?" (¿de verdad puedo ser el héroe?) se esconde uno de los Beat'Em Ups con elementos de plataformas más potentes de la consola, un título con sabor a clásico que consigue destacar en una época en la que la consola está ávida de sangre nueva. Respondiendo a la pregunta: sí, Prinny, puedes (y debes) ser el héroe.

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Nippon Ichi es una de esas compañías que no ha conseguido hacerse un hueco en el mercado generalista, pero que pese a todo sí que cuentan con una legión de seguidores, más o menos fieles, que esperan como agua de mayo cada nuevo lanzamiento de la desarrolladora japonesa. Desde que su brillante Disgaea Hour of Darkness conquistase los corazones del público occidental con su lanzamiento en PlayStation 2, no han sido pocos los juegazos que el estudio nos ha ido ofreciendo a lo largo de los años. Makai Kingdom, Phantom Brave o La Pucelle como sucesores espirituales directos de Disgaea -aunque algunos eran anteriores, a España llegaron tiempo después-, un par de secuelas reales de la aventura de Laharl, Disgaea 2 y Disgaea 3 para PS2 y PS3 respectivamente, e incluso una conversión del original para PSP y Nintendo DS.

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Los años han seguido pasando. Nippon Ichi Software fue adquiriendo importancia, peso, lo que derivó en la creación de un estudio americano dedicado a la distribución. Gracias a ellos, occidente descubrió la saga Atelier de Gust o los Ar Tonelico, e incluso una vieja gloria como el clásico -pero desconocido- Rhapsody A Musical Adventure para Nintendo DS. Nippon Ichi se ha confirmado como una de las compañías con más proyección a nivel de juegos de rol, especialmente los tácticos, algo que lleva explotando desde el citado Disgaea, agotando en parte la fórmula del éxito y encontrándose con resultados no tan buenos como cabría esperar.

Pero las cosas cambian. Nippon Ichi sabe que necesitaba un cambio, así que obviando sus experimentos para PlayStation 2, como la novela interactiva Hayarigami Revenge, únicamente distribuida en Japón, se ha propuesto realizar un juego que ofrezca algo nunca visto, un registro inesperado para la compañía. Sin abandonar su saga fetiche (Disgaea), han optado por un movimiento similar al que realizó Nintendo con Tingle: ofrecerle una aventura al personaje más estrambótico de su franquicia estrella. En el caso del spin-off de Zelda para Nintendo DS, funcionó. Y ahora, también.

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Prinny: Can I Really Be the Hero? (Prinny: ¿puedo realmente ser el héroe) es un beat'em up con elementos plataformeros protagonizado, como su nombre indica… por un Prinny. ¿El qué? Los que no conozcáis la franquicia Disgaea quizá penséis que eso suena a chino, así que para explicarlo rápidamente, los prinny son una especie de demonios con forma de pingüino que son utilizados por seres de más rango a modo de soldados. Etna es la dirigente de los mismos en el primer Disgaea, y también aquí.

De hecho la historia es tan absurda e hilarante como ha sido emblema de la franquicia desde su primera entrega: seguimos las órdenes de Etna, que nos irá dando misiones que tendremos que cumplir a rajatabla. ¿Por ejemplo? Reunir comida para que llene su barriga. No suena muy heroico, precisamente por que no lo es, pero ahí radica la magia del asunto. En un título de acción la trama jamás ha sido determinante (¿alguien consideraría profundo el guión de Final Fight?), por lo que en lo que se han centrado los chicos de Nippon Ichi es en la jugabilidad.

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Jugabilidad
Y es aquí donde encontramos los mayores hallazgos, eso sí, con puntos negros que acaban por empañar el juego en global. Como ya se ha comentado, 'Prinny CIRBtH?' mezcla sabiamente las plataformas con el avance lateral de los beat'em ups, en los que debemos acabar con numerosos enemigos -gran parte de ellos salidos del universo Disgaea-, hasta llegar al final del nivel y derrotar a un jefe. La mecánica es simple, una fusión de dos dimensiones con algún añadido 3D, como el alcance de nuestros ataques. Más allá de esto, estamos ante un juego 'tradicional'. O al menos a priori, por que lo que verdaderamente nos vamos a encontrar en este UMD es la reencarnación de los juegos de 8bits.

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La dificultad hace honor a su 'leyenda', tanto en el modo más sencillo como el complicado. Para daros una pista, comenzamos la aventura con 1000 vidas. Podréis pensar que es aburrido, que así se facilitan las cosas… pero no. Si somos golpeados una o tres veces (según el modo que elijamos) tocará volver al último checkpoint que hayamos activado -hay varios por los niveles- e intentarlo de nuevo. Complicado y desafiante, pero satisfactorio. Dos cualidades que rara vez se han visto juntas en la actualidad y que aquí son una constante.

Nuestro Prinny cuenta con varios ataques, generalmente realizables con sus espadas, que pueden afectara enemigos tanto en tierra como por aire, llegando a utilizar objetos especiales como bombas que recogeremos por el escenario. Toda ayuda será poca, así que en varios niveles podremos incluso utilizar vehículos como una nave, una máquina taladradora, etcétera, equipadas tanto con balas como con rayos de luz, dependiendo de la situación. Por supuesto su duración es limitada, así que habrá que aprovecharlas al máximo para avanzar por los niveles.

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A una dificultad endiablada se le suma un aspecto que resta mucho valor a un juego que, de otra forma, sería una compra directamente obligada: el control. Nuestro personaje puede hacer dobles saltos, realizar pequeños combos presionando repetidamente el botón de golpear, subirse a vehículos, llegar a zonas altas… y el control, precisamente, no lo facilita. Esto se deja notar principalmente en los saltos: cuando hay zonas en las que calcular al milímetro las distancias es crucial si no queremos caer al mar o en un abismo, veremos cómo es realmente difícil lograr el objetivo hasta pasados varios intentos.

Esta sensación se incrementa a medida que se avanza en el juego, en el que el número de enemigos aumenta y las plataformas son más complejas de alcanzar, implicando otro tipo de habilidades como la carrera del protagonista. Este es el verdadero problema del título, algo que pesa demasiado cuando es una habilidad clave para poder superar las fases y sabiendo que tenemos vidas límite (sí, 1000, pero os aseguramos que no os sobrarán demasiadas) se hace un poco frustrante.

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También hay lugar para alabanzas: el diseño de niveles, sin ser magistral, realmente está cuidadísimo. Cada fase tiene la duración justa, con las plataformas perfectamente colocadas para que alcanzarlas tenga su dificultad, todo esto, repetimos, sin que resulte agotador ni cansino. Tampoco echaremos en falta variedad: desde bosques hasta desiertos, pasando por zonas volcánicas e incluso algún pasaje similar a una jungla. Lo mismo puede aplicarse a los jefes de final de nivel: cada uno es un mundo, contando con su propio patrón de ataques y resultando, tanto por separado como en global, de lo más inspirados.

Lamentablemente, Prinny Can I Really Be the Hero está pensado como una experiencia para un único jugador, prescindiendo de cualquier tipo de modalidad para varias personas, algo que habría sido realmente divertido y no habría afectado, realmente, al desarrollo de la aventura. La ausencia de modalidades extra, como algún tipo de contrarreloj (aunque podemos mejorar nuestro rango repitiendo el nivel), hacen que a pesar de que sea largo y desafiante, una vez superado no de para mucho más. Todo lo contrario que el primer integrante de la serie original, Disgaea, un título que es eterno. Literalmente.

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7.5

Bueno

Cumple con las expectativas de lo que es un buen juego, tiene calidad y no presenta fallos graves, aunque le faltan elementos que podrían haberlo llevado a cotas más altas. Cómpralo sin miedo.