F1 23, análisis. La mejor conducción de la historia de la saga

F1 23 es un regalo para los fans. Tras años de escasa evolución a nivel jugable, Codemasters ha logrado dar con la mayor evolución a los mandos desde que tienen las riendas de la Fórmula 1 en el terreno virtual. En el cara a cara frente a F1 22 ocupa el lugar de la gran entrega que acompaña a la nueva reglamentación, estrenada el pasado año. Hay decisiones que marcan un nuevo camino que ilusiona para la franquicia. No solo nos encontramos ante un paquete diverso en contenidos y oferta, sino que también convence al colocarte frente al volante del monoplaza. Tenemos claro que a nivel jugable es una entrega redonda. Así de claro.

El videojuego de Fórmula 1 que mejor se conduce con mando

Somos tajantes con la valoración de la jugabilidad de esta entrega. Durante la campaña promocional el equipo aludía constantemente a la tecnología Precision Drive, que llegaba para ofrecer “una experiencia totalmente remodelada” al disfrutar del videojuego a dos sticks. La promesa se materializa en positivo. Si ya en nuestro avance señalábamos que había un salto evidente, durante la versión final las sensaciones mejoran todavía más.

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La respuesta del monoplaza es más predictiva. Hay mucho más nervio a la salida de curva. Hasta el momento era prácticamente imposible corregir un patinazo; ahora es todo lo contrario. Las típicas salvadas que realizan los pilotos en la parrilla real se ejecutan con fidelidad en el videojuego. El giro del volante es suave, preciso. Encarar una sucesión de vértices complicados se solventa con la rapidez de movimientos que se asemejan a lo que ocurriría en una carrera de la vida real.

Ponemos varios ejemplos evidentes. Hasta el momento era una pesadilla jugar con mando en entornos urbanos. Bakú era más amigable por la escasa cantidad de chicanes, pero el paso por el castillo se complicaba siempre. Ahora ocurre todo lo contrario. Si clavas el ángulo podrás realizar el movimiento opuesto para encarar la curva 11 de una manera mucho más natural. Y qué decir de Montecarlo. En el último sector es donde las diferencias son palpables.

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En otros circuitos de corte tradicional las diferencias siguen saltando a la vista (y a los dedos). En Interlagos o Abu Dhabi, por ejemplo, hacerse ancho para atacar los pianos y abarcar el mayor margen posible de pista es una auténtica gozada. La mejora en el control viene de la mano de las nuevas físicas, y es que la respuesta del monoplaza a los pianos es completamente diferente. Algunas veces hemos patinado al bloquear en pleno piano; la superficie se convierte en una pequeña pista deslizante en la que apenas tienes unos milisegundos para volver a intentar dominar a esta bestia de fibra de carbono.

Si el año pasado echábamos de menos unos mayores cambios que acompañaran al cambio de reglamentación, en F1 23 se cumplen esos deseos. Porque las mejoras se perciben en los pequeños detalles que los fans no pasarán por alto. El combate rueda a rueda tanto contra la IA como contra otros jugadores a través de la red se disfruta mucho más. Hay menos sobresaltos inesperados. Puedes realizar pequeñas correcciones en el volante sin que se conviertan en giros bruscos, como ocurría hasta el momento. Hablando de la IA, sigue siendo una asignatura pendiente. Sí, vuelven los sectores voladores en Silverstone y Paul Ricard.

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Las mejoras jugables se trasladan al resto de competiciones, como la F2 y los Supercoches, aunque en el caso de estos últimos seguimos compartiendo la misma opinión que el año pasado: no encajan bien. Por suerte su presencia se ha limitado todavía más. Quedan como una mera anécdota que da presencia a algunos fabricantes, nada más. ¿Y qué ocurre en lluvia? Los cambios son notorios en este sentido. En lluvia extrema la conducción es pesada, lenta, cada curva requiere más ancho de pista para poder tomarla. Las sensaciones de ser extremadamente deslizantes se eliminan. Hay margen de mejora, pero la imagen que nos muestra hoy es más convincente.

De F1 Life a F1 World: la oferta es diversa y convence… con excepciones

F1 Life debutaba en F1 22 como un mero escaparate para agasajar a nuestros amigos con espectaculares fotografías de mansiones y lujo a raudales. Las denominadas vueltas rápidas de Pirelli a bordo de los supercoches presentes se ligaban a este hub para extender la experiencia fuera de los monoplazas. El estudio ha reinterpretado este modo para que forme parte de una experiencia completamente diferente.

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Llamada F1 World, nos encontramos ante el punto de encuentro definitivo para acceder a los contenidos casuales del juego. Correr un Gran Premio en solitario, crear salas multijugador (con juego cruzado entre todas las plataformas) o simplemente probar a batirte contra el reloj se dan lugar en esta suerte de menú junto al resto de elementos de personalización presentes el año pasado. Todos estos elementos orbitan hacia el modo principal de esta sección, una suerte de Ultimate Team de andar por casa que echa un vistazo sobre lo que puede venir en el futuro.

La experiencia principal de F1 World se divide en series, pequeñas pruebas con objetivos concretos que deben ser completadas bajo un requisito, llamado nivel técnico. Esta métrica es el resultado global del nivel de la piezas y personal que tengamos en nuestro monoplaza de F1 World. Piensa en una reinterpretación del modo Mi Equipo, solo que aquí los complejos árboles de mejoras dan paso a seis huecos que rellenar con artículos similares a los que podemos ver en FIFA, solo que aquí se consiguen progresando y construyéndolos mediante recursos obtenidos en las carreras.

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El modo pica entre quienes quieran una experiencia totalmente casual, y de desarrollarlo marcará por seguro el futuro de la saga. En nuestro caso no nos hace excesiva gracia. Las pruebas son divertidas de completar, pero al estar ligadas a completar los requisitos de nivel llega un punto en el que necesitas grindear para cumplir ese objetivo. Nosotros jugamos a F1 por emular lo que ocurre en la pista real. Sentirnos Max, Fernando, Lewis o Checo. Se agradecen los esfuerzos por buscar otra perspectiva. Sin embargo, como ya viene siendo habitual, en nuestra opinión se dirigen al extremo opuesto.

Echamos de menos el excelente nivel de contenidos históricos de F1 2020. En F1 23 vuelven a ser inexistentes salvo por la introducción del álbum, pegatinas que puedes colocar para conocer en profundidad la historia de cada piloto, escudería y trazado. Ese es el objetivo que debería perseguir la saga. De hecho, MileStone abrió el camino con un homenaje interactivo fantástico a la figura de Valentino Rossi en MotoGP 22. Imagina revivir el mítico Gran Premio de San Marino 2005 en el pellejo de Alonso, tratando de parar los ataques de un auténtico siete veces campeón del mundo como el Káiser. Y si nos vamos un poco más atrás, cambiar la historia para que no ocurra el mítico accidente entre Senna y Prost en el Gran Premio de Japón del año 1989.

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El resto de los modos se mantienen presentes sin grandes cambios. El modo local a pantalla dividida a dos jugadores sigue como opción para los que quieran echar una carrera desde el mismo sofá. En carrera profesional encontramos las dos grandes vertientes ya asentadas. El modo piloto te permite hacerte un hueco centrándote en la escudería en la que estés, mientras que en Mi Equipo debes tener en cuenta decisiones globales a nivel de escudería para luchar de tú a tú con los Mercedes, Red Bull, Ferrari y cía. Como siempre, también puedes sumarte en una trayectoria profesional junto a un amigo a través de la red, ya sea como compañeros de equipo o rivales. También debemos destacar las banderas rojas y la posibilidad de jugar Grandes Premios al 35% de duración, algo que se aprecia.

Braking Point 2: más Netflix que deporte

Utilizamos el mismo titular que en nuestras impresiones para hablar de Braking Point 2. La campaña que comenzaba en F1 2021 recibe una secuela que nos devuelve sobre los hombros de Aiden Jackson. Tras su periplo en una escudería oficial, ahora salta a la recién formada Konnersport Butler Global Racing Team para intentar impulsar los primeros pasos de un equipo que busca ocupar un hueco relevante entre tantos tiburones asentados.

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La campaña del juego nos lleva por dos arcos narrativos. Al comienzo repasamos algunos momentos críticos de Aiden Jackson y Devon Butler, que ahora es su compañero, durante el calendario de la temporada 2022. Nos hace cierta ilusión que los contenidos oficiales del año pasado se vean fielmente reflejados aquí, aunque sea durante unos cuantos Grandes Premios. Tras esos momentos de contexto saltamos a 2023, con las escuderías ya asentadas y un proceso de adaptación que puede llevar al equipo a retirarse antes de tiempo.

Si ya en F1 2021 la influencia de Drive to Survive era evidente, ahora lo es todavía más. Las intervenciones de los pilotos en el contexto de entrevistas pactadas y el drama sacado de toda norma son lo habitual entre los 17 capítulos que conforman la campaña. Hay mucho Netflix y poco deporte real. Las situaciones que se pueden dar en la Fórmula 1, como una disputa entre compañeros de equipo, aquí se llevan al extremo para intentar aportar adrenalina a la narrativa.

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Puede que los menos habituales queden enganchados a esta propuesta. Hay calidad y no cabe duda de que está bien dirigida. En nuestro caso nos parece excesivamente forzada para quienes han visto más de una temporada del gran circo. Todos los momentos inverosímiles que se pueden dar en el plazo de 10 años en la vida real se dan cita aquí en cuestión de semanas. El equipo intenta aportar algo de profundidad con los sistemas de reputación incluidos, aunque pasan desapercibidos por el bajo impacto que tienen sobre el progreso.

Nuevos comentaristas: la inmersión es casi total

Siempre hemos alabado el cuidadísimo trato que realiza año tras año el estudio con la licencia. Este año la velocidad a la que han llegado la imagen visual de los monoplazas de cada escudería es digna de mencionar. Pese a que Mercedes haya decidido cambiar de concepto a mitad de temporada, convence la excelente calidad de los modelados, patrocinadores y el resto de los elementos que hacen representativa a las retransmisiones del campeonato.

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F1 23 da un paso más allá al incorporar a dos de las voces que han acompañado a la Fórmula 1 durante más de una década. Antonio Lobato y Pedro Martínez de la Rosa prestan sus voces para transmitir la pasión por el campeonato, ahora también el mundo digital. Ambos forman parte del equipo oficial de comentaristas de Dazn España junto a Toni Cuquerella, por lo que se mantiene vigente el traspaso de la pantalla a la consola.

Lobato transmite bastantes más tablas que de la Rosa. Para el periodista no es su primera vez doblando un videojuego: ya se encargó de prestar su voz cuando la licencia quedaba en manos de Sony Interactive Entertainment durante la época de PlayStation 2 y los grandes momentos de Fernando Alonso. A Pedro se le nota demasiado que lee los comentarios de un papel, aunque ganas y pasión no le faltan. Lobato incorpora sus propias morcillas, lo que permite que los discursos sean más naturales. No podían faltar los magics.

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En nuestro caso hemos tenido acceso a la versión de Xbox Series X, donde la calidad visual logra un impulso gracias a las mejoras en iluminación. Cada vez se ve mejor. La resolución permite una imagen nítida y el framerate no se resiente en ninguno de los dos modos, tanto en calidad como en rendimiento. Este último te permite jugarlo a 120 fps en pantallas compatibles. Eso sí, se nota que todavía es un título intergeneracional. Debemos agradecer que el equipo haya llegado a tiempo para materializar circuitos como Las Vegas. Convence el resultado final pese a que todavía no se ha celebrado en la vida real.