La escena de ‘Jurado Nº 2′ que recuerda a una de las mejores películas de la historia del cine

‘Jurado Nº 2′ llegó el fin de semana pasado a las salas de cine en España y tan solo a algunas en Estados Unidos, ya que el plan de Warner fue hacer un estreno limitado para así lanzarla posteriormente a plataformas. La productora no ha tenido mucho respeto con el nonagenario director Clint Eastwood, que ha firmado su última película. El film cuenta la historia de Justin Kemp (Nicholas Hoult), un hombre que es llamado como jurado en un caso de asesinato. Mientras el juicio avanza, se va dando cuenta de que podría ser el autor del crimen, por lo que tiene que decidir entre confesar sus actos o manipular a todo el mundo para salir indemne. Eastwood se mete de lleno en el cine judicial, que ha dejado varias obras maestras en la historia del cine, como ‘JFK’ (1991) o ‘Anatomía de un asesinato’ (1959). Sin embargo, el director ha querido homenajear en ‘Jurado Nº 2′ a uno de los tótems de la historia del cine recreando una de sus escenas más míticas.

Un guiño al cine clásico

La escena en cuestión de ‘Jurado Nº 2′ se produce justamente después del término del juicio, cuando los jurados se tienen que sentar a deliberar si el acusado es culpable o no de su acto. Para aquel entonces, el personaje de Nicholas Hoult ya comienza a pensar que él puede ser el asesino. En esa escena, los miembros del jurado se sientan en una mesa dentro de una sala y todos concluyen en que el acusado es culpable. Todos menos uno, Justin Kemp. Esto es un precioso y claro homenaje a ‘12 hombres sin piedad’ (’12 Angry Men’, 1957), la cinta de Sidney Lumet. Esta supuso su debut como director y es considerado como el mejor guion de la historia del cine. En ‘12 hombres sin piedad’ se narra la deliberación de un jurado cuyos miembros también sentencian como culpable al acusado. Todos menos uno, claro, el personaje encarnado por Henry Fonda, que consigue convencerlos y revierte la situación.

Aunque el acto sea el mismo, los papeles de Nicholas Hoult y Henry Fonda no pueden ser más diferentes. El primero es un hombre que se siente atrapado, pero cuyo problema tiene una fácil solución; unirse a sus compañeros y sentenciar al sujeto. Sin embargo, la culpabilidad se ceba con Justin Kemp y decide seguir su camino hacia la verdad, a sabiendas de que puede salir mal parado. Por el contrario, Henry Fonda es un hombre honorable y respetado que cree en la inocencia y se preocupa por el contexto social del acusado. Es el prototípico “hombre bueno”, como ya encarnó el propio Fonda en películas como ‘Incidente en Ox-Bow’ (1943) o James Stewart en ‘¡Qué bello es vivir!’ (1946).

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