Crítica de ‘Vidas perfectas’, la peli de tarde de Jessica Chastain y Anne Hathaway

El ser humano es así. Le hipnotizan los desastres y las desgracias ajenas. Se ríe más veces de las que se preocupa cuando ve a alguien caerse por la calle. Frena al pasar junto a un accidente de tráfico por si atisba a vislumbrar algo entre las ambulancias. Presume de cicatrices en cada reunión social y su mejor anécdota es la de un día que estuvo a punto de llevarse un susto. Nos encanta esa sensación de no querer mirar, pero al mismo tiempo no poder parar de hacerlo. Pues bien, eso es exactamente lo que ocurre con ‘Vidas perfectas’, la nueva película de Jessica Chastain y Anne Hathaway.

Cuantos más minutos del metraje pasan, más piensas en PeliDeTarde y en todos esos melodramas baratos que tanta compañía te han hecho los domingos de comilona, sofá y calorcito. Rivales del cine de las sábanas blancas, este género es el de las envidias y obsesiones entre vecinos, el de las desapariciones y los giros estrambóticos, el que juega a hacer luz de gas al propio espectador. ‘Vidas perfectas’ cumple con el abecé del formato, pero resulta divertida, pues el equipo detrás de la cinta parecía tener la percepción de la realidad totalmente alterada. Han tratado un melodrama de sobremesa como una superproducción de Hollywood y resulta tan extraño como embriagador.

Ambientado a principios de los 60, este thriller psicológico nos cuenta la historia de Alice y Celine, dos vecinas y amigas íntimas sometidas al concepto de vida ideal que se tenía por entonces (o lo que es lo mismo, atrapadas entre la crianza de sus hijos y el éxito de sus maridos). La muerte de uno de sus herederos acabará con la calma y el aburrimiento que las abrazaba y lejos de apoyarse en la tragedia, la culpa, la sospecha y la paranoia destruirá el vínculo entre ambas y las hará rivalizar hasta lo enfermizo. ¿Puede mi vecina ser una asesina en serie o me lo estoy imaginando?

El gran atractivo de la película es ver a Jessica Chastain y Anne Hathaway en tan complicada tesitura. Se trata de la tercera colaboración entre las oscarizadas actrices, quienes ya coincidieron en ‘Interstellar’ (2014) y ‘Armaggedon Time’ (2022), y poco más se les puede pedir a ellas. Son dos fuerzas de la naturaleza en cuanto a talento interpretativo y hacen interesante cada palabra que sale por su boca y emocionante cada ejercicio de contención. El problema no son ellas, sino todo lo que sucede a su alrededor y uno nunca termina de sacudirse la incómoda pregunta de qué están haciendo ambas en una película así.

¿Quizás por la escritora, Sarah Conradt, a quien la revista Variety eligió como una de las “Guionistas a seguir” allá por 2022, cuando no tenía apenas experiencia? ¿A lo mejor por hacer un favor a Benoît Delhome, aclamado director de fotografía que hace aquí su debut en la dirección? ¿O es que les gustaba ‘Instinto maternal’, película belga de la que ésta supone un remake y que pasó sin pena ni gloria en 2018? A lo mejor el problema es que no prestamos atención al pilotito rojo que siempre se enciende cuando a Hollywood le da por rehacer el cine europeo reciente con sus propias estrellas.

En su defensa cabe decir que no está mal rodada (se nota el pasado del director) y que Jessica Chastain y Anne Hathaway se salvarían de cualquier quema (el binomio bien vale ya una entrada). Es una pena ese aterrador aire a película para televisión y lo incómoda que resulta en muchos momentos por lo absurdo y exagerado de su guion. Pero aún así, ‘Vidas pefectas’ es un placer culpable. Hay algo en tu interior plenamente consciente de su calidad y hasta hay una vocecilla dentro de tu cabeza que te dice que la película va a descarrilar más pronto que tarde, pero siempre te quedas hasta que efectivamente pasa y todo se vuelve surrealista. Tal y como harías en tu sofá.

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