Cine
Crítica de ‘Frankenstein’, una película tan bonita como vacía
La nueva adaptación de Guillermo del Toro del clásico de Mary Shelley tiene un diseño de producción de Oscar y un guion demasiado explícito que lo rebaja todo.
Hay muchas tragedias en ‘Frankenstein’ y ninguna es la historia de la criatura. El primer drama es que la mayoría de la gente vaya a ver una película así en la televisión, el móvil o la tablet. Da igual el número de pulgadas, de nits o de pijadas que tengan. Si la gracia del ser humano es la mortalidad, la del cine es verse en salas. Hasta Netflix ha sido consciente de la aberración y ha pasado por el aro de Hollywood. Ha privado a la audiencia de la experiencia ideal, pero al menos no dejará sin reconocimiento a semejante diseño de producción, vestuario y maquillaje y peluquería. Estamos antes uno de los despliegues más impactantes del año en dichas categorías. Oscar cantado y merecido en alguna de ellas.
La segunda tragedia es la del guion de Guillermo del Toro, un texto deslavazado y tan explícito que ofende. Hay un diálogo en el que hasta necesita verbalizar que Víctor es el verdadero monstruo por si, 200 años después de la novela original, alguien aún no lo había pillado. Eso y su edulcorado final sonrojarían (de rabia y vergüenza) a la propia Mary Shelley. Ojalá hubiera dedicado los mismos esfuerzos a explicar mejor de dónde nacen el deseo de la criatura, la fijación de Elizabeth y los vaivenes motivacionales del personaje de Oscar Isaac, al que no puedes reducir así a “daddy issues”.
La tercera y última tragedia es la transformación del propio Guillermo del Toro en Víctor Frankenstein. El director trata de crear vida a través de un pastiche de imaginarios ya conocidos. A diferencia de lo que pasaba con su versión de ‘Pinocho’, no hay nada demasiado nuevo o inspirado aquí. Es la ambientación de ‘La cumbre escarlata’, los temas de ‘El callejón de las almas perdidas’ y un cúmulo de referencias a creaciones del gusto del autor (como la infravalorada ‘The Terror’ y el Prometeo de Ridley Scott).
Es una lástima porque cuando la película brilla es cuando inventa y se atreve. Es el caso de esa primera parte steampunk en la que narra los sádicos experimentos iniciales de Víctor, su triángulo amoroso y la presión de un Christoph Waltz al que nos hace gracia pensar que Del Toro se quitó del medio cuando le oyó criticar el CGI. Resulta curioso (por no decir irónico) que el director sea un enemigo declarado de la IA y sin embargo permita que la iluminación y ciertos elementos visuales de su obra parezcan tan artificiales.
A pesar de sus lagunas, el metraje está a rebosar de detalles y curiosidades que enriquecen su visionado. El doble papel de Mia Goth a lo Clark Kent, ese vestuario suyo en consonancia con la criatura, el cameo de Santiago Segura, la recreación de las viñetas de Bernie Wrightson o el guiño a ‘La novia de Frankenstein’, entre muchas otras. Hay cariño y atención hacia ese mundo, cuya ilustración quizá no sea novedosa, pero sí cautivadora. ‘Frankenstein’ es de lo más entretenida visualmente.
Valoración final
Quizás no sea la película del año que se nos prometía y también es debatible que sea la mejor adaptación de ‘Frankenstein’, pero el cariño de Guillermo del Toro hacia sus creaciones y el prisma desde el que ve el mundo siempre son interesantes. Mucho menos inspirada y original que la versión de ‘Pinocho’ del director, la cinta brilla por su diseño de producción y palidece por su guion. Es tan vistosa y entretenida como explícita y vacía. Una criatura imperfecta que, como su protagonista, despierta varios interrogantes sobre si de verdad tiene alma.
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