Tchia, análisis. Una simpática aventura con toques de Zelda: Breath of the Wild y Wind Waker

El valor intrínseco del videojuego como producto cultural está cada vez más reconocido. Es una senda pedregosa, llena de maleza espinosa y de obstáculos, que poco a poco se va despejando y que va dejando el camino al descubierto. A medida que el medio toma conciencia propia de esta realidad, algunos estudios se han atrevido a utilizar sus creaciones para profundizar en realidades culturales que a menudo se nos antojan lejanas y desconocidas, como pasa en el caso de Tchia. Desarrollado por Awacep para PS4, PS5 y PC, narra una historia inspirada en Nueva Caledonia, que bebe de su cultura, folclore, música, lengua y mitología.

Un grupo de niños de la aldea se apretuja alrededor de la hoguera para escuchar el cuento de la anciana. Protagonizada por Tchia, sucedió tiempo ha en ese mismo lugar. Entre cocoteros y naturaleza tropical, la pequeña vive una vida tranquila, al menos hasta que acaece la desgracia. Dura como una piedra, la realidad obliga a la chica a emprender la aventura, que en cierto modo es una metáfora del tránsito de la niñez a la madurez. Esto es lo que canaliza la narración, no tanto como un paso abrupto, sino como un camino que el personaje debe transitar. Por solitario que sea el proceso, la interacción con otras personas proporciona otras perspectivas valiosas, también para Tchia.

El viaje de Tchia: entre Zelda y la búsqueda de su propia identidad

Meavora, el dictador del archipiélago, secuestra al padre de Tchia ante los ojos de su hija. Dispuesta a rescatarlo, la joven toma el timón del barco y se dirige presta hacia la capital. Sin embargo, la tarea no será ni mucho menos sencilla, por lo que tendrá que viajar a través de las islas, conocer a nuevos aliados, luchar contra enemigos y participar en antiguos ritos.

Nueva Caledonia fue colonia francesa hasta mediados del siglo pasado, algo que el juego plasma a la perfección. Por eso, los desarrolladores han optado por no doblarlo a distintos idiomas: los personajes hablan drehu —la lengua local— y francés. Así las cosas, esta aventura mezcla elementos culturales y mitológicos, que dan forma al argumento y a las propias mecánicas jugables.

Como videojuego, Tchia es un título de mundo abierto más o menos convencional, que apenas innova en sus bases jugables. La influencia de The Legend of Zelda: The Wind Waker y de The Legend of Zelda: Breath of the Wild es incuestionable. Del primero toma los viajes en barco, la navegación por un océano tranquilo, que diferencia de la obra protagonizada por Link, no nos desafía embrabecido cuando la lluvia arrecia contra las aguas cristalinas. Del segundo toma parte de la exploración, el sistema de escalada y la paravela. Mezclado, el conjunto funciona bien, aunque sin la escala de los productos triple A como los de Nintendo.

Habilidades espirituales, combate y exploración

El elemento mitológico está presente en la protagonista, que cuenta con una serie de habilidades muy especiales. El salto astral le permite introducirse en el interior de animales o de objetos pequeños e inanimados, de forma que puede controlarlos hasta que el medidor de alma se agota. El lanzamiento astral, por su parte, le brinda la oportunidad de lanzar objetos.

En The Legend of Zelda, Link blande una espada y otras armas como el tirachinas. Tchia conserva el tirachinas, aunque el peso de las batallas está mucho más difuminado. De hecho, el sistema de combate no nos ha convencido, sobre todo en una de las secciones jugables, cuando la protagonista se infiltra en una serie de fábricas controladas por el gobierno. Los esbirros del dictador, unos entes de tela, solo mueren al ser quemados. Teniendo en cuenta la cantidad de monstruos que custodian las fábricas, nos ha resultado muy tedioso tener que buscar objetos explosivos. Además, fallar el tiro implica repetir el proceso, algo que no nos ha seducido en absoluto.

El mundo abierto de Tchia es más bien compacto. Todo el diseño de la exploración está muy bien resuelto en lo que a arquitectura jugable se refiere. Recorrer las islas resulta satisfactorio porque las mecánicas funcionan: la escalada y el vuelo de la paravela dependen, como en Breath of The Wild, de una barra de resistencia. Por otro lado, Tchia puede tomar impulso en la copa de los árboles, deslizarse por pendientes para correr más, etc.

En cuanto a la exploración en sí, la brújula se convierte en una herramienta esencial, pues el juego no nos indica nuestra posición exacta. Echamos de menos, eso sí, poder tomar alguna anotación o que el sistema de viaje rápido no esté limitado a los muelles del barco. A la larga, uno prefiere aparecer directamente en el punto que desea y no tener que ir de un lado pra otro. De todas formas, podemos poseer a animales como pájaros y disfrutar del mundo desde una perspectiva muy distinta.

Awacep ha llenado el mundo de distintos desafíos, aunque el problema que se presenta es el de otros juegos que abrazan el mundo abierto: la repetición de actividades. De todos modos, encontrar frutas especiales, tallar tótems o resolver los desafíos de los santuarios nos ayudará a reforzar la barra de resistencia y el medidor de alma. El desarrollo de la historia principal es asimismo muy al estilo de los títulos de mundo abierto, puesto que avanza al conversar o tras realizar actividades que podemos calificar como de recadero.

Tchia y su música son inseparables. La banda sonora compuesta por John Robert Matz logra captar la esencia de Nueva Calendonia y trasladarla al plano jugable. Se trata de un minijuego musical al estilo The Last of Us Parte II en el que el jugador tiene que seleccionar los acordes en el momento preciso. El problema es que en ocasiones no es posible leer las letras —importante porque forman parte de la narración—, por lo que hemos preferido cambiar al modo automático para enterarnos de todo. Otra de las semejanzas con Zelda es que hay melodías que causan distintos efectos si las interpretas (por ejemplo, que anochezca).

A nivel visual, el diseño de los personajes y de los escenarios llama la atención no solo por su estilo, sino también porque rinde bien (en PS5). Se le puede achacar que tiene pequeños bugs y problemas al cargar las texturas en algún punto concreto, si bien el título no se resiente en ese aspecto. Asimismo, el juego da al jugador la libertad de personalizar a la protagonista, con el incentivo de tener que encontrar tesoros para desbloquear nuevos diseños.

Tchia está disponible en PS4 y PS5 —formará parte del catálogo de PS Plus Extra y Premium—, así como en PC.

Análisis de la versión PS5. Código proporcionado por Kepler Interactive.