Análisis de Nobody Wants to Die, una fascinante aventura cyberpunk de investigación criminal

Casi de una forma tímida y sin hacer ruido, los polacos Critical Hit Games lanzaban recientemente al mercado Nobody Wants to Die, una nueva y fascinante aventura narrativa que mezcla la temática noir más clásica con la personalidad cyberpunk que nos brinda su distópica ambientación: la Nueva York del año 2329. Y lo han hecho convirtiendo su oscuro y crudo videojuego en una de las sorpresas de este verano, tanto por su apuesta audiovisual como por su seductor guion, apostando por una jugabilidad que si bien no es revolucionaria, sí logra atrapar al jugador gracias a las posibilidades que ofrece. Veamos hasta qué punto es capaz Nobody Wants to Die de llamar la atención del gran público más allá de los aficionados al retro futurismo, título ya disponible en formato digital por 24,99 euros tanto en PC como en PS5 y Xbox Series X|S.

Jugando con los saltos temporales

Morir no está bien visto en el siglo XXIV, época en la que se ambienta esta aventura detectivesca en la que investigamos una serie de crímenes al más puro estilo del cine noir de los años 40 y 50. Encarnamos al detective James Karra, un investigador que ha sufrido una experiencia cercana a la muerte en un universo alternativo en el que la humanidad ha logrado alcanzar la inmortalidad, aunque sea comprando nuevos cuerpos a los que traspasar la consciencia y planteando así un panorama de lo más absorbente y, a su vez, inquietante. Esta es la gran baza de Nobody Wants to Die, puesto que estamos ante un videojuego totalmente narrativo en el que nos movemos en espacios acotados con diferentes escenas criminales que investigar.

Por suerte, nuestro protagonista cuenta con la ayuda de Sara Kai, su enlace con la policía que aportará información de vital importancia sobre los secretos de la élite de una Nueva York decadente, aunque visualmente arrolladora. Una trama que apuesta todo a los clichés del género pero que resulta tan efectiva como cabría esperar, con multitud de detalles que hacen de este distópico futuro un escenario que apetece diseccionar a través de las diferentes herramientas con las que cuenta Karra, que no son pocas. Aquí es cuando sus responsables han dejado volar la imaginación para ofrecernos una serie de planteamientos jugables verdaderamente atractivos y que funcionan como grandes rompecabezas que iremos desgranando sin prisa pero sin pausa.

Sin entrar en muchos más detalles sobre la historia -verdadero eje central de Nobody Wants to Die-, será todo un regalo para aquellos que gusten de una buena trama sci-fi combinada con labores de detectives entre complejas tramas políticas. Eso sí, como decimos, el planteamiento jugable del título es más bien limitado, ya que buena parte de la aventura sucede en entornos cerrados en los que investigar asesinatos -a cada cual más rebuscado y sórdido-, hablando con personas o examinando pruebas, todo ello a través de unas herramientas futuristas de lo más interesantes y que aportan ese “algo” tan necesario en una apuesta de este tipo; tan solo algunas respuestas en ciertos diálogos pueden llegar a modificar levemente el curso de nuestra historia, dando lugar a un final u otro.

Sin embargo, esta manifiesta linealidad juega, en realidad, a favor de Nobody Wants to Die. Y es que la conjunción entre ambientación, jugabilidad, ritmo y puesta en escena nos ofrecen un escenario del que no queremos salir hasta llegar al final. Todo ello sin dejar de lado el que seguramente sea su mayor punto fuerte: la dirección artística. Esta Nueva York retro futurista y decadente ofrece una estampa visualmente arrolladora, amparada por un nivel gráfico más que satisfactorio. Las investigaciones que realicemos también ofrecen una serie de efectos de lo más sugestivos, con mecánicas de rebobinado y avance de nuestro entornos que son todo un espectáculo visual.

Una Nueva York teñida de sangre y neón

Dado su carácter cerrado y limitado, desde Critical Hit Games han apostado todo al poderío gráfico, dando como resultado un videojuego que se ve muy, pero que muy bien, incluso en planos cortos. Solo alguna que otra textura o modelado se antojan algo más sobrios, pero en líneas generales su cota técnica está a un gran nivel, lo cual tiene un mayor mérito si tenemos en cuenta que el juego nace de un pequeño estudio independiente con un presupuesto limitado. Además, se ofrecen dos opciones visuales en consolas, una a 60 imágenes por segundo recortando ciertos parámetros y otra a 30 imágenes por segundo subiendo la apuesta con cierto grado de trazado de rayos y una iluminación más realista. Si tenemos en cuenta su carácter pausado recomendamos apostar por la segunda opción, sin duda.

A nivel sonoro sigue manteniendo el tipo gracias a unas melodías muy bien escogidas que encajan a la perfección con el tono de la aventura, así como fantásticas interpretaciones de las voces, eso sí, en inglés, con algún que otro error de coordinación en algún diálogo, pero de forma muy puntual; los textos y subtítulos sí están localizados al castellano. La historia no se alargará más de 4 o 5 horas, dependiendo de nuestra soltura a la hora de resolver los diferentes escenarios criminales. Eso sí, el juego plantea una suerte de rompecabezas entre cada caso en los que ordenar las pruebas y sacar conclusiones a través de encadenar unas con otras; si bien el planteamiento es muy atractivo, tras unas cuantas sesiones terminaremos algo hastiados, ya que su resolución dependerá al final de bucles de ensayo-error que se vuelven algo monótonos y tediosos.