Análisis de Forgive Me Father 2, mezcla de FPS noventero con el horror cósmico de Lovecraft

Seguimos viviendo una auténtica avalancha de títulos de corte similar a Doom, Heretic, Rise of The Triad y toda esa pléyade de videojuegos de disparos en primera persona que arrasaron en los 90. Juegos como Warhammer 40.000 Boltgun, Prodeus, Dusk, Amid Evil o Project Warlock son buena muestra de ello. Frente al diseño lineal y pasillero de niveles, la regeneración automática de vida y el enfoque cinemático de las propuestas modernas del género, este revival noventero del FPS más puro apuesta por niveles enrevesados y laberínticos, llaves de colores, botiquines para curarse y acción desenfrenada donde si te paras un segundo estás muerto.

En 2022, dentro de esta corriente, se publicó Forgive Me Father, un juego de disparos en primera persona dentro de esta línea comentada, que a dichas bondades sumaba una ambientación magistral sacada directamente de la obra del maestro del horror cósmico, el inigualable escritor de Providence H.P. Lovecraft. Tras un período de acceso anticipado en Steam donde se ha ido puliendo, este 24 de octubre se ha lanzado la versión final de Forgive Me Father 2, una estupenda continuación que pule varias imperfecciones de su antecesor para ofrecer un título de lo más interesante. Si bien no es perfecto y tiene cosas por mejorar, es una opción estupenda si nos gusta la vertiente más pura y añeja del género, y que disfrutaremos aún más si somos seguidores de la obra del citado escritor.

Ambientación de pesadilla

Para protagonizar esta nueva entrega se ha elegido al sacerdote del anterior título, no pudiendo en esta ocasión seleccionar protagonista y descartándose a la periodista que era la otra opción seleccionable en la primera entrega. Si bien la narrativa está llena de elementos reconocibles si somos asiduos a la obra de Lovecraft, lo cierto es que resulta demasiado difusa, críptica y ominosa, y nunca queda demasiado claro qué está ocurriendo ni porqué. Tampoco encaja demasiado bien en un título de este corte y ritmo el hecho de mostrar la trama a través diversas de notas de texto que encontramos en los escenarios, ya que ello supone una intromisión demasiado notable en la acción. Al final la trama resulta demasiado caótica y se diluye entre la oferta principal del juego, los tiroteos y la exploración de unos escenarios de lo más complejos. El juego cuenta con una correcta localización de todos los textos al castellano.

Divididos en varios capítulos que a su vez tienen varios escenarios por cada uno, los niveles de Forgive Me Father 2 resultan de lo más intrincado, y además recuperan las mencionadas llaves de colores que habrá que encontrar para abrir ciertas puertas y acceder a determinadas zonas de los mismos. El diseño de niveles es magnífico, muy enrevesado y muy de la vieja escuela, de hecho en varias ocasiones se echa de menos el clásico automapa de los FPS de los 90. A mayores, los escenarios resultan de lo más variados, espectaculares y reflejan de manera magistral la ambientación propia de un relato de Lovecraft. Algunos de dichos escenarios presentan además ciclópeas estructuras y zonas cambiantes de lo más espectaculares.

El arsenal del juego es de lo más variado, con seis categorías de armas, cuerpo a cuerpo, pistolas, escopetas, rifles, armas explosivas y armas “exóticas”. Cada una de estas cuatro categorías incluye 4 opciones distintas, algunas de lo más bizarras y sobrenaturales. El manejo de las armas es en general bueno, pero en algunos casos no resultan todo lo contundentes que se esperaría, asemejándose su empleo más a juegos como Borderlands que a lo que se esperaría en un shooter de este corte. Las armas se compran en una armería en el hub central del juego, y solo podemos portar una de cada tipo de la vez. Buscar la combinación que más se adapte a nuestro gusto es una tarea importante para disfrutar del juego, siendo necesario ir probando todas para encontrarla a medida que las vayamos adquiriendo. Hay que tener cuidado, ya que ciertas combinaciones de ramas no son muy efectivas, principalmente debido al mayor problema que en nuestra opinión presenta el título: la escasez de munición.

Y es que en ciertas ocasiones el título parece no tener muy claro qué quiere ser, porque nos enfrenta a oleadas de enemigos sin compasión cual Doom Eternal, pero la munición en muchas ocasiones no da para tanto, debiendo gestionarla con sumo cuidado. Da la sensación de querer quedarse a medio camino entre un FPS tradicional, pero llevando esa ambientación opresiva a la jugabilidad y la gestión de la munición, y en ciertos momentos esto no resulta plenamente satisfactorio. Nos ha pasado varias veces que el juego nos encierra, y comienza a sonar una atronadora banda sonora que pretende impulsar la adrenalina y transmitir sensaciones similares a las arenas de los Doom modernos, pero nos quedamos a medio gas porque nuestro arsenal no está suficientemente pertrechado para el envite. Está bien que el juego pretenda ser agobiante, casa con la temática y la ambientación, pero no con determinadas situaciones a las que nos enfrenta. Cierto es que esta sensación se ve determinada por la combinación de armas que portemos, y quizá nos hemos encontrado con una selección poco adecuada, pero en cualquier caso habríamos disfrutado más del juego pudiendo apretar el gatillo con mayor alegría.

Espectáculo visual

En el nivel de dificultad por defecto, el título resulta desafiante para los estándares que corren, aunque nunca aprieta demasiado, y a los checkpoints propios de cada nivel se añade la posibilidad de guardar partida en todo momento, lo que facilita las cosas. En función de nuestra pericia y del nivel de dificultad seleccionado, el juego nos durará en torno a las 8 horas, y la verdad es que a nosotros se nos ha hecho un poco corto, ya que además es un juego que gana con las horas y termina cuando mejor nos lo estábamos pasando. A mayores de ir adquiriendo nuevas armas para el arsenal, podemos desbloquear una serie de mejoras y poderes especiales, algunas pasivas y otras que activamos con un tomo oscuro que gana poder a medida que el sacerdote pierde cordura, y buscando nuevas combinaciones de unas y otras el título gana respecto a lo que ofrece en un principio.

Donde el título brilla sin ambages es en su espectacular acabado visual. Empleando la técnica del cell shading y sprites planos, el título ofrece un apartado gráfico soberbio, que parece directamente sacado de un cómic, ofreciendo una ambientación decadente, tenebrosa y llena de detalles. Brillan con luz propia los escenarios, muy variados y construidos con muy buen gusto, rayando a muy buen nivel también los distintos enemigos y personajes del juego. Ver el título en movimiento supone una auténtica gozada para la vista. Acompaña a todo ello una banda sonora simplemente sublime, la cual además cumple a la perfección en varias facetas. Ambiental, ominosa y lúgubre durante la exploración y los momentos de menor acción, se vuelve salvaje al ritmo de poderosísimos riffs de guitarra eléctrica dignos del mejor Mick Gordon cuando la cosa se pone violenta de verdad, los cuales realmente hacen subir la adrenalina a límites insospechados. Ambas vertientes son majestuosas y son todo un placer para el oído, quedando un trabajo audiovisual superlativo. Las voces, en inglés, acompañan adecuadamente.

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