Análisis de Final Fantasy XVI: Echoes of the Fallen, un primer DLC fiel al juego base

La historia de Clive Rosfield no ha concluido. Poco después del lanzamiento de Final Fantasy XVI, Square Enix anunció que estaba trabajando en contenidos descargables de pago para el juego, aunque fue en The Game Awards 2023 cuando fueron revelados mediante un tráiler. Echoes of the Fallen, ya disponible, es el primero de ellos, mientras que The Rising Tide se estrenará en primavera de 2024. ¿Cómo es el DLC? ¿Se trata de una gran expansión o de un contenido menor? Prepara tus Eikons y elige tus habilidades, que nos adentramos en Valisthea una vez más.

Ninguno de los DLC continúa Final Fantasy XVI desde su final. No se definen ni como secuelas ni como precuelas, sino como misiones intermedias antes de la batalla final, por lo que los jugadores tendrán que avanzar lo suficiente para poder acceder a los contenidos. Una vez activada la misión, podremos identificarla gracias a un indicador de color púrpura.

Otra historia de cristales

Echoes of the Fallen arranca en la guarida, cuando Caron hace llamar a Clive porque ha descubierto unos misteriosos cristales que se venden, según ha descubierto, en el mercado negro. La peculiaridad es que no parecen proceder de ningún Cristal Madre conocido, un misterio que habrán de desentrañar. Además, su poder es tan efímero que las esquirlas se quiebran con un solo uso.

Más que una expansión, se trata de una misión de unas dos horas de duración, que se recrea en todo lo bueno y lo no tan bueno de Final Fantasy XVI. En esos primeros minutos, perseguimos a un trío de lo más sospechoso, que parece estar detrás de la venta de los cristales. Tendremos que seguirlos de un lado a otro mientras investigamos, siempre acompañados de Joshua y Jill.

A nivel jugable, Echoes of the Fallen repite las fórmulas del juego base y nos obliga a luchar contra varias criaturas antes de entrar en la mazmorra, las ruinas de una antigua torre de los empíreos, pueblo que desapareció de la faz de Valisthea tras desafiar a sus hacedores. La sensación de déjà vu es constante, sobre todo porque queda patente el reciclaje de ciertas dinámicas. No sabemos cuántas veces hemos presenciado la animación de los rufianes desenvainando sus armas ante Clive y compañía. ¡Y las que nos quedan!

La Torre de los sabios, una mazmorra inédita y un Eikon de armas tomar

El diseño de niveles sigue la estela del título original, ya que la mazmorra se articula en torno a una estructura completamente lineal y sin apenas bifurcaciones ni retos. Se echa de menos una mapeado algo más intrincado y la introducción de puzles que añadan aunque sea un poquito de variedad al conjunto, pero de nuevo, no deja de ser una misión extra de la aventura principal.

El combate no cambia ni añade nada con respecto a Final Fantasy XVI, ya que se conserva el nivel y las habilidades de los Eikon desbloqueados durante la aventura. Sí participamos en algunas batallas contra semijefes más interesantes, pero por lo general son versiones alternativas de enemigos a los que ya nos hemos enfrentado con anterioridad.

Omega, en cambio, es el enemigo final que estábamos esperando. Una batalla más dura, en varias fases, contra un Eikon de gran poder que te obliga a desplazarte constantemente por el campo de batalla y a estar muy atento a sus movimientos. Estamos ante una lucha larga, sin tregua, que refleja al mismo tiempo otro de los problemas de esta entrega: los enemigos absorben golpes como si fueran esponjas.

En definitiva, Echoes of the Fallen es más de lo mismo, brilla con los mismos puntos positivos y se ensombrece con los mismos puntos negativos que el original, pero entra bien y nos ha gustado. De todos modos, todo parece indicar que la verdadera expansión será la siguiente, The Rising Tides, que saldrá a la venta en primavera de 2024 y que durará unas 10 horas.

Final Fantasy XVI está disponible en exclusiva para PS5. Los DLC se pueden adquirir comprando el Pase de Temporada o por separado (9,99 euros).