Análisis de Cat Quest III, un ‘miauravilloso’ viaje que nos hará sonreir

El pasado Día Internacional del Gato los vientos fueron favorables para The Gentlebros y Kepler Interactive, así como para los amantes de los gatos. Cat Quest III: Pirrates of the Purribean zarpó para PC Windows, PS4, PS5, Xbox One, Xbox Series y Nintendo Switch en una aventura que va viento en popa. Esta tercera entrega del RPG de acción gatuna nos lleva a alta mar a vivir la búsqueda del tesoro de la Estrella Polar. La primera aventura presentó una simpática parodia de Skyrim y la segunda exploraba el conflicto entre perros y gatos. Hoy en MeriStation nos sumergimos en el Mar Gatoribe para hablaros de esta gran perla del mercado independiente y de los videojuegos de rol.

Un juego para ronronear

Cat Quest III es un lanzamiento valiente dentro del contexto actual de la industria del videojuego. En un momento donde el mercado independiente está copado de metroidvanias, donde la dificultad endiablada se confunde con la garantía de excelencia y donde las 60 horas de juego parecen el mínimo obligatorio de cualquier lanzamiento, The Gentlebros mantienen sus patitas firmes para reafirmar la identidad de su saga y mantenerse fieles a su esencia.

Cuando entramos a Cat Quest III, sabemos a lo que vamos: se trata de un juego feliz, cargado de humor sencillo, con adorable estética cartoon para un universo imaginativo, chistes de palabras miauravillosamente localizados y con un mensaje tierno. Se trata de un juego que reconocemos como nuestra propia casa, donde nada más entrar sabemos cómo interactuar y donde las mecánicas las refrescamos con un brevísimo tutorial.

La saga se cimenta en un sistema de rol sencillo, donde no hay especializaciones explícitas y donde el mismo jugador decide qué clase de personaje llevar a partir del tipo de equipamiento que decida proporcionar a su gato. Inicialmente, tenemos dos modos de dificultad: fácil y normal, donde la única diferencia es la salud de los enemigos y su poder de ataque. Además, no se emite ningún juicio al jugador por elegir el nivel de desafío más bajo, ni tampoco hay trofeos diferentes por superar la partida en cualquier dificultad. Únicamente, al finalizar la historia principal, se desbloquea la Nueva Partida + para empezar de nuevo con todo el progreso conseguido y con enemigos ajustados. Pero, en mitad de la cultura del git gud, Cat Quest III se presenta a contracorriente como un juego tranquilo, asequible para todo el mundo y sin presiones.

En busca de la Estrella Polar

Esta aventura de pirratas se plantea, como toda aventura marítima, con una leyenda: la Estrella Polar había caído en un lugar del Gatoribe y, quien la encontrara, gozaría del botín de cumplir cualquier sueño. Nuestro protagonista gatuno lleva la marca del Buscante, que el propio astro ha colocado sobre algunas criaturas para destinarlas a encontrarle. De minino, fue víctima de un naufragio y posteriormente adoptado por el Capitán Capi, un pequeño espíritu azul similar al de las entregas anteriores y que hace de guía para el protagonista. Quince años más tarde, un Buscante adulto se embarcará con Capitán Capi en la búsqueda de la Estrella Polar. Tras su sombra irán otros pirratas que rivalizarán con nuestro gato grumete, siendo el Capitán Pirrata el archienemigo más temible. Así como en la anterior entrega se trataba la rivalidad entre gatos y perros, aquí los nuevos oponentes son las ratas, acompañadas de los pulpos y los jabalíes, entre otros.

No es estrictamente necesario haber jugado a los anteriores Cat Quest, pero sí se establece una conexión con éstos que prepara el camino para una cuarta entrega. Al igual que en las anteriores aventuras, experimentaremos un mensaje tierno que esta vez se oculta en la búsqueda del tesoro. En esta ocasión, el tema principal es el poder del deseo, los peligros de la codicia y la invitación a valorar lo que tenemos al alcance. No se trata de una historia rebosante de originalidad, pero sí efectiva y cálida, con personajes carismáticos que, incluso los villanos, despertarán la empatía del jugador, desde el metalero Miautallika hasta el Rey Pirrata, pasando por el leal e incansable Curioso. No obstante, el cierre de la aventura es tal vez el más anticlimático de toda la saga. Si bien entendemos que Cat Quest III es el puente hacia una futura entrega que atará las tres anteriores, el cierre resulta demasiado abrupto, con un encuentro final demasiado precipitado y sin poner apenas énfasis en la ternura de la resolución final.

La construcción de nuestro gatorsario cambia ligeramente con respecto a otros Cat Quest anteriores, dirigida a la cultura popular sobre los piratas y la fantasía. Podemos equipar una prenda en la cabeza y otra en el cuerpo, un arma a cuerpo a cuerpo y otra a distancia ―donde entran las pistolas de inspiración en los trabucos que hemos visto en el cine de piratas y las varitas de hechicería―. Inicialmente, sólo podremos equipar un hechizo y un amuleto, pero a medida que progresemos desbloquearemos espacios para aumentar nuestro rango de magias y artefactos.

El combate continúa siendo en tiempo real, con un ritmo ágil, cómodo y donde es fácil leer los patrones de los enemigos para esquivar, tomar distancia o arremeter. Disponemos de una barra de salud y de cristales de maná que se van reponiendo a medida que ataquemos cuerpo a cuerpo. Según cómo equipemos a nuestro Buscante elegiremos si decidimos hacerlo pícaro con armas veloces, o un hechicero versado en magia de fuego. Con todo, el propio juego incentiva a que variemos constantemente entre los ataques a melée y a distancia.

A mar abierto

La exploración se da sobre un mapa isométrico en 2.5, donde todas las zonas quedan accesibles desde el primer instante y donde el jugador, con la misma filosofía que un pirata, tiene libertad para ir a dónde desee, en un ejemplo de que la curiosidad premia al gato. Por supuesto, habrá puertas que requerirán ciertas llaves que se conseguirán en ciertas misiones, pero esto queda justificado por la misma narrativa del juego.

Aunque el Gatoribe se trate de otra ubicación distinta a la de Felinia, es fácil familiarizarse con su universo y sus normas. En el puerto de Miaubana encontraremos el eje central que hace las veces de lugar de descanso para nuestro Buscante: volverá la herrería para mejorar equipamiento, esta vez con Kidd Gat en vez de Kit Gat; y el hogar de la perra hechicera Boni, quien nos enseñará y potenciará hechizos. Se añade la taberna de Mamá Leches, una fornida tabernera que nos otorgará diversas misiones de cazarrecompensas a cambio de jarras de leche que mejorarán nuestras habilidades.

En las islas encontraremos mazmorras y ruinas a las que llegaremos por curiosidad propia o guiados por una misión, y donde el premio final es un tesoro. Otros botines estarán ocultos y deberemos seguir ciertas pistas para dar con ellos, desde las más intuitivas hasta las más rebuscadas. Y los puestos de descansos estarán señalados por un loro en su poste, bajo el cual nuestro Buscante podrá echarse una siesta para recuperar salud y maná.

El orden el que realizar las misiones será el que decida el jugador, quien medirá si está preparado para proseguir con las diferentes fases de la historia principal. Al igual que en los Cat Quest anteriores, habrá misiones secundarias, y todas ellas tejidas con gran simpatía y humor. Asimismo, encontraremos mazmorras con un diseño sorprendente en cuanto a jugabilidad, así con afectuosos homenajes a otras obras y con mención especial al castillo de Ratácula y a la aventura conversacional de la romántica isla de Gatamor.

El mayor añadido a Cat Quest III, en consonancia con la temática pirata, es el mismo barco. Al contrario que otros videojuegos, donde se requiere al jugador avanzar en la historia para acceder a su navío, el Buscante ya dispone del mismo desde el primer momento. El progreso de la nave irá en paralelo al de nuestro personaje, y podremos equipar planos que mejoran su armamento y características, nos acompañará a cruzar los mares y con él podremos enfrentarnos a barcos enemigos.

Mientras estemos en el mar, encontraremos otras naves enemigas a las que podremos plantar cara con nuestro buque, e incluso podremos ir a desafiar a otros navíos que hacen las veces de jefe. Si se hunde nuestro barco, deberemos quedarnos a su lado hasta que se vuelva a reponer su barra de salud. Las batallas navales, en consonancia con la alegre sencillez del juego, son satisfactorias e intuitivas, y resulta todo un placer explorar el Gatoribe en búsqueda de sus secretos y misterios. Asimismo, una vez consigamos el flotador, podremos ir a nado, si bien iremos más lento y no podremos responder a los ataques que recibamos de otros barcos.

Para uno y dos gatos

En Cat Quest III regresa el modo cooperativo local: un segundo jugador puede unirse a la partida en forma de minino gris. No es necesario un compromiso a largo plazo: nuestro compañero puede unirse y dejar la partida en los puestos de loro. Sin embargo, a nivel de historia sentimos que este personaje está absolutamente ninguneado: toda la historia gira alrededor del Buscante y el segundo felino es como una sombra que le acompaña, sin que se integre en la historia, algo que sí se había hecho de forma muy ingeniosa en Cat Quest II.

Con todo, Cat Quest III: Pirrates of the Puribean sigue siendo una aventura felina más que recomendable y un título que rebosa amor por los gatos y la fantasía. Este tercer episodio encantará a los amantes de los gatos y consolida el lugar de la saga dentro de la industria. Se trata de una aventura ligera de 10-15 horas de juego que incita a nuestra a la propia curiosidad gatuna de investigar todos los rinconces curiosos de un mapa fácilmente navegable. Los juegos felices y sencillos, con un humor inocente, son muy necesarios y bienvenidos en el momento actual. The Gentlebros ha vuelto a festejar el Día Internacional del Gato con un título miauravilloso.

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