Análisis de Anger Foot, patea delincuentes en un juego único con el sello Devolver

Vivimos tiempos de lo más interesantes para el sector del videojuego. Una época donde más allá de la eterna evolución técnica, son la experimentación y la búsqueda de nuevas maneras de entender esta forma de entretenimiento las principales culpables de muchas de las grandes alegrías que la misma nos está dando. Si hay una compañía que no tiene miedo al riesgo y que precisamente ha enarbolado la bandera de la originalidad y la transgresión, esa es la distribuidora independiente Devolver, culpable de haber lanzado al mercado varios de los títulos más interesantes de los últimos años. My Friend Pedro, Enter The Gungeon, Carrion, Inscryption, Cult of the Lamb o The Talos Principle 2 son buenas muestras de ello.

Este Anger Foot que hoy nos ocupa es fruto de una nueva colaboración de Devolver con la pequeña desarrolladora independiente ubicada en Ciudad del Cabo Free Lives, autores del run and gun cargado de nostalgia y testosterona Broforce, el alocado party game de sexual forma Genital Jousting, Gorn o Terra Nil. Para la ocasión, Free Lives ha apostado por el First Person Shooter, buscando eso sí una propuesta de lo más rompedora que lo diferencia por completo de otros títulos del género. Si hace un par de meses Devolver nos ofrecía el interesantísimo Children of The Sun de René Rother, el cual le daba la vuelta completamente al género de los juegos de francotirador al convertirlo en un suerte de fusión con el género de los puzles, Anger Foot evoluciona el fps en una suerte de videojuego de “patadas en primera persona”, literalmente.

Se ha establecido no pocas comparaciones entre la obra de Free Lives con otro clásico de Devolver, el seminal Hotline Miami. Efectivamente, Anger Foot comparte la ambientación psicodélica de aquel, el gusto por la música hardcore machacona, y sobre todo un diseño de niveles medido al milímetro, lleno de amenazas letales para el jugador, quien deberá establecer tácticas con el único objetivo de llegar al final de niveles plagados de enemigos que nos masacran sin piedad. Si bien la comparativa es acertada, Anger Foot es menos exigente que Hotline Miami, no siempre morimos de un tiro y en general es menos frustrante y encorsetado que aquel, aunque ambos transmiten sensaciones similares en general. Tras dedicarle más de una decena de horas al juego, podemos afirmar sin atisbo de duda que Devolver lo ha vuelto a conseguir, distribuyendo otra joya independiente que se coloca entre lo mejor del año.

Devuélveme mis zapatillas

Si bien es una mera excusa para el desenfreno y la acción que ofrece el título, la trama bebe de esa ambientación psicodélica y estrambótica de la que hace gala el juego. Nuestro protagonista es un amante y coleccionista de zapatillas, y tras conseguir (por las bravas) el último par de edición de coleccionista de la marca Preemo, se disponía a pasar una tranquila noche de pelis en su apartamento con su chica. Para su desgracia, unos maleantes literalmente arrancan la pared de su piso donde tenía expuestas las 4 zapatillas edición limitada Preemo, por lo que nuestro protagonista debe posponer sus planes para recuperar sus preciados tesoros. Para ello, deberá recorrer los bajos fondos de Ciudad Vertedero y enfrentarse a las cuatro mafias locales, cada una de las cuales posee una de las zapatillas robadas.

Un argumento de lo más peregrino, que da paso a un desarrollo de lo más surrealista, donde la violencia pasará a ser el común denominador. A mayores de algunas pequeñas cinemáticas realizadas con el motor del juego, podremos obtener retazos de la alocada trama en los inicios de algunos niveles, donde podemos interactuar con varios personajes en diálogos de lo más hilarantes. Por fortuna, el juego cuenta con una excelente localización de todos sus textos al castellano, por lo que el idioma no será obstáculo entre tanta locura. En cualquier caso, como se ha comentado, todo esto es una mera excusa para lo verdaderamente importante, liarnos a puntapiés con delincuentes de las más variadas formas y especies.

First Person Kicker

Bajo la apariencia y forma de un videojuego de disparos en primera persona, Anger foot le da un giro radical al desarrollo tradicional del género. El empleo de la patada como arma gana una importancia vital aquí. La mayoría de los enemigos caen con un único impacto de nuestro pié, y también resulta vital patear puertas para entrar con violencia en cada nueva sala y eliminar algún enemigo con el impacto de la misma de paso. Si bien desde el comienzo del juego también podemos usar armas como en un fps tradicional, su uso es más residual en los primeros compases del juego, siendo este más necesario en el tramo final del mismo. El desarrollo de los niveles, como ya se ha comentado, guarda varias reminiscencias con el de Hotline Miami. Niveles independientes, cerrados, donde el objetivo es llegar al final del mismo, no siendo necesario eliminar a todos los enemigos para completarlos.

El diseño de niveles, la colocación, variedad y aparición de los enemigos está calculada al milímetro para ofrecer un desafío elevado al jugador. A medida que avanzamos en el juego, los niveles se vuelven bastante más complejos e incluso laberínticos, y en algún caso incluso habrá que activar interruptores para poder avanzar. El protagonista resiste muy poco daño, y si bien no siempre muere de un único impacto como en Hotline Miami y recupera vida automáticamente, en general caeremos con presteza bajo fuego enemigo. Los niveles son muy cortos, entre 30 segundos y un par de minutos, estando la media en torno al minuto. El desafío es elevado, sin llegar al nivel del mencionado Hotline Miami, y hay muchas situaciones puestas a muy mala fé que obligarán a repetir los niveles varias veces hasta completarlos. El juego consta de 64 fases, cuatro de ellas jefes finales, no demasiado inspirados ni satisfactorios todo sea dicho.

Quizá los momentos críticos del juego sean los inicios. Tras una puesta en escena impactante, pronto aparece la sensación de que le falta un algo. Los controles responden correctamente, el gunplay es correcto, aunque alejado de la precisión y fluidez de un Doom, pero da la sensación de que faltan posibilidades. Hay un botón de salto, el botón de ataque con patada y el botón de ataque con arma, pudiendo portar únicamente una de cada vez. Esta sensación desaparece cuando descubrimos el elemento más importante del juego: las distintas zapatillas que podemos ir adquiriendo. Al igual que con las armas, solo podemos llevar una equipada en cada nivel (o incluso ninguna), y estas añaden habilidades y modificaciones que cambian por completo el juego, y le añaden todo aquello que echábamos de menos en un principio, con el aliciente de que jugar con un calzado diferente ofrece unas experiencia y posibilidades radicalmente distintas en cada nivel.

Desde la posibilidad de deslizarse, realizar una patada cargada de devastadores efectos, provocar que las puertas pateadas sean explosivas, modificar la gravedad o hacer que los cadáveres exploten, cada zapatilla tiene un efecto de lo más alocado. EL calzado se desbloquea ganando estrellas en cada uno de los niveles. No podemos elegir qué zapatilla desbloquear, estás van estando disponibles a medida que ganamos estrellas de manera lineal. Cada nivel ofrece la posibilidad de obtener 3 estrellas. Siempre ganaremos una por superarlo, y para las otras dos habrá que cumplir una condición especial, como superar el nivel en un tiempo establecido, calzar una zapatilla determinada o superarlo descalzo, no emplear armas o no saltar en todo el nivel, entre una serie de condiciones de lo más variado, y de lo más exigente en algunos casos. Si ya superar el juego de por sí es un desafío importante, conseguir todas las estrellas en todos los niveles es en algunos casos una auténtica locura de reto, solo al alcance de los más pacientes y dedicados.

Quien busque un desafío de altura, aquí tiene para rato. Completar el juego lleva en torno a las 8-10 horas, en función de nuestra pericia, pero os garantizamos que conseguir todas las estrellas os va a llevar bastante más. En general, estamos ante un juego frenético, visceral y de un ritmo altísimo, si bien la inteligencia artificial de los enemigos no está bien ajustada, provocando que en muchas ocasiones corran como pollos sin cabezas hacia las puertas abiertas, siendo una táctica útil cuando estamos desesperados esperarlos en la esquina de las mismas mientras se abalanzan en fila india hacia nuestras botas.

El título apuesta muchas de sus bazas y su éxito en la rejugabilidad, y cierto es que cuando más brilla es en el momento que desbloqueamos una amplia variedad de zapatillas, permitiendo probar distintos enfoques en los niveles. También es hacia el final del juego donde aparecen los mejores elementos del arsenal tradicional, siendo especialmente satisfactoria la lanzadora de estacas, un arma que nos permite empalar a los enemigos de manera brutal Una jugabilidad diferente, única,visceral.y de los más satisfactoria cuando se abren sus muchas posibilidades, aunque esas 23 zapatillas desbloqueables cueste verdadera sangre, sudor y lágrimas obtenerlas.

El apartado visual de Anger Foot apuesta por una dirección artística bizarra y ecléctica, buscando un tono psicodélico y gamberro, con un colorido estilo cercano a los dibujos animados. Todo ello despliega unas imágenes atractivas, con una puesta en escena muy agradable a la vista. Sin ser algo grave que empañe la experiencia, sí que hemos notado alguna caída en la tasa de imágenes por segundo en determinadas secciones que debería ser pulida, cosa que seguramente ocurra en algún parche posterior al lanzamiento.

No podemos terminar este texto sin hacer mención a un apartado determinante en la personalidad del título, su contundente banda sonora de potente y machacón hardcore digna del mejor club alemán de los 90. dicha banda sonora está íntimamente ligada a la personalidad del juego, y marca el ritmo del mismo. De hecho, tras las numerosas situaciones en las que perecemos, seremos testigos de cómo los enemigos bailan al son de la música sobre nuestro cadáver con retranca, por si tener que repetir de nuevo el nivel no fuera suficiente desdicha.

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