James Cameron, de camionero a “rey del mundo” cinematográfico
Titanic cumple 25 años y Avatar 2 alcanza el objetivo de recaudar 2000 millones en taquilla. Es el momento perfecto para repasar la carrera de su siempre interesante director.
James Cameron nació en Kapuskasing, una pequeña localidad al norte de Ontario, Canadá. Nada parecía indicar en 1954 que a aquel recién nacido le esperaría un lugar privilegiado en la Historia del Cine. Y es que Cameron ha dirigido varias de las películas más taquilleras de todos los tiempos ganando decenas de Oscars por el camino y, no menos importante, haciendo avanzar la técnica cinematográfica a grandes saltos con cada estreno.
Yo para ser feliz no quiero un camión
En los 70, Cameron ejercía de camionero (sacrificada profesión que comparte con otras celebridades coetáneas como Bruce Springteen) tras abandonar los estudios de Física primero y Literatura Inglesa después. Su sueño de ser cineasta parecía perdido para siempre. A finales de los 60, la película de Stanley Kubrick 2001: Una Odisea del Espacio le había volado la cabeza dándole un propósito en la vida. Él quería hacer esas maravillas que le habían deslumbrado desde la pantalla. Cámara en mano (que desmontó y volvió a montar el día en que se la regalaron sus padres) había empezado a plasmar en celuloide sus ideas. Como sabemos, su ilusión no le llevó en principio a ningún lado. Desanimado e inmerso en la rutina de su trabajo a los mandos de un camión, todo volvió a cambiar cuando en 1977 entró a una sala de cine para ver el estreno de Star Wars.
La epifanía estaba ahí de nuevo. Así que, con las fuerzas y el entusiasmo renovados, se puso una vez más en marcha en pos de cumplir su sueño. Con sus cortos bajo el brazo y la cabeza llena de libros sobre cinematografía, el joven James se presentó en la New World Pictures, la productora de Roger Corman. El más que contrastado olfato del mítico productor y director de serie B percibió el talento de ese muchacho, al que contrató sin dudarlo.
Así, Cameron pudo forjarse como cineasta en la mejor escuela posible, la que suponía trabajar para Corman. Y es que, en la segunda mitad de la década de los 60 del pasado siglo, bajo el ala de este avispado productor, se habían amamantado los jóvenes directores que revolucionarían el Hollywood de los 70 en lo que se dio en llamar El Nuevo Cine Americano. Francis Ford Coppola, Martin Scorsese, Joe Dante, Dennis Hopper, Peter Bogdanovich y un largo etc. aprendieron a rodar rápido y barato para Roger Corman en producciones de serie B.
Cameron a principios de los 80 ya se había convertido en responsable de los departamentos de efectos especiales y diseño de producción de New World. El canadiense, una vez tomó las riendas tras el desastroso intento de dirigir Piraña 2: Los vampiros del mar (1981), encarriló una carrera en la que los presupuestos millonarios se irían superando película a película, con hitos de taquilla a nivel mundial y un continuo tour de forcé técnico.
Escalera al cielo, por James Cameron. Los primeros hitos
En Terminator (1984) todavía era aplicable el ahorro propio de Corman. Allí Cameron sacó oro de los medios justitos que tenía para concebir uno de los clásicos más sólidos del cine de ciencia ficción de todos los tiempos. Inspirada en éxitos pasados como Almas de metal (Westworld, 1973), el director mostró una aterradora aventura de acción de tintes futuristas que dejó a todo el mundo pasmado. La fuerza del film era arrolladora, su amor trágico inolvidable y su imparable T800 un icono que crearía escuela.
Una vez las primeras copias de la película habían empezado a moverse en la industria fue fácil postularse para una segunda parte de Alien (1979). Cameron, que es un tipo muy listo, ante unos todavía dudosos productores escribió Alien en una pizarra, a continuación puso una S, a la que atravesó verticalmente con las barras del dólar. El trabajo fue suyo. Aliens estaba en marcha.
Aliens: El regreso (1986) arrasó distanciándose del intimismo claustrofóbico y terrorífico del seminal xenomorfo de Ridley Scott (Qué acierto fue contar con H.R. Giger para imaginar a la criatura). La potente mezcla de ciencia ficción y cine bélico con base en la novela Starship Troopers (Robert A. Heinlein, 1959) fue un éxito rotundo, y uno de los escasos ejemplos en los que una segunda parte igualaba o, según a quien preguntes, incluso superaba a la obra original.
El director aumentó su apuesta en The Abyss (1989), donde ya adelantaba su fascinación por el océano y sus misterios. Si bien no resultó tan redonda como sus anteriores películas, The Abyss entró de cabeza en la Historia del Cine por la innovadora columna de agua CGI imitadora de rostros creada por la Industrial Light & Magic de George Lucas. La trama, angustiosa, asfixiante, donde un antiguo matrimonio se veía obligado a convivir a kilómetros de profundidad en el océano, era reflejo de la vida marital de propio Cameron en esos momentos. Su realidad ya se había filtrado antes, de forma voluntaria o involuntaria, en su filmografía. Ripley había sido camionera como parte de la tripulación del carguero comercial Nostromo, y Sarah Connor era camarera como lo había sido su primera esposa. Volviendo a The Abbys, un círculo se cerraba en 2012 cuando Cameron bajó precisamente a la fosa de las Marianas, el punto más profundo de la Tierra (algo más de 11 kilómetros), 50 años después de la primera y única expedición a tan inhóspito lugar.
Terminator 2: El juicio final (1991) dejó en pañales el logro de la columna de agua de su anterior película con unos efectos CGI como nadie había visto en una pantalla de cine (dos años después, Parque Jurásico de Spielberg terminaría de apuntalar una revolución en los efectos generados por ordenador que llega hasta nuestros días). Para redondear la propuesta, T2 se alzó como una de las mejores películas de acción de todos los tiempos. Cameron no parecía tener límite.
Mentiras arriesgadas (1994), sin embargo, parecía una especie de descanso en la ambiciosa y ascendente carrera del canadiense. Divertida en su estreno, vista hoy es sonrojante por momentos. Sorprende el machismo galopante de un guion escrito por el propio Cameron cuando, precisamente, sus obras (en el pasado, pero también en las que vendrían) están protagonizadas por algunos de los personajes femeninos más empoderados del cine moderno. Mentiras arriesgadas no ha envejecido nada bien, no.
Afortunadamente, el genio y el olfato de Cameron volvieron a brillar en su siguiente proyecto. Ya sabemos qué pasó con Titanic (1997), drama romántico imperecedero alisado en sus formas para llegar al mayor público posible (Un ejemplo: Esa casi infantil muestra en montaje paralelo de lo aburrida que es la gente con pasta y lo bien que se lo pasan los pobres con su baile desenfrenado. A ver, igual es que es más difícil ponerse a pegar saltos con el estómago lleno). La película se aupó como la más taquillera de la Historia y arrasó con 11 estatuillas en los Oscars, incluidos los correspondientes a mejor película y director.
Aquí pensamos que aquella gala de premios fue una reacción en las antípodas de la anterior, plagada de producciones más autorales, que dio como resultado unos lamentables índices de audiencia. El año de Titanic fue la industria de Hollywood encantada de haberse conocido. De aquel triunfal día tenemos a Cameron, Oscar en mano y con los brazos abiertos, autoproclamándose el rey del mundo.
De la película salió posteriormente un meme (y mil teorías) que aún da que hablar, el de la balsa en la que se encontraba Rose que, tal vez, también podía haber salvado a Jack. Este detalle, aparentemente intrascendente, no es baladí. Titanic se asimiló con fuerza a la cultura popular, lo que nos lleva hasta el reestreno en cines en su 25 aniversario. Es una película que nunca se ha ido, siempre ha estado ahí. Y si bien nos contaba cosas importantes que el propio Cameron, que no es amigo de sutilezas, se dedicaba a subrayar con rotulador gordo fosforito, lo que ha trascendido en todo este tiempo ha sido una trágica historia de amor que forma ya parte del ADN cinematográfico de toda una generación.
La era Avatar y "el peor negocio de la historia del cine"… que no lo fue
Hubo que esperar hasta 2009 para ver el siguiente paso en una carrera que parecía no tener techo ni meta. Avatar revolucionó el mundo del cine y el de los efectos especiales realizados por ordenador, instauró por un tiempo la moda del cine en 3D y puso tan alto el listón de película más taquillera de la historia que no fue superado hasta el estreno de Vengadores: Endgame en 2019. Parece ser que Cameron no pudo aguantar lo de ser el segundo en esto del cine más comercial, así que las cosas se pusieron de nuevo en su sitio con un forzado reestreno de Avatar que volvió a aupar su película al primer puesto. Casi tres mil millones de dólares en total, que se dice pronto.
¿La película? Bueno, es indudable que visualmente fue un hito, pero resultaba llamativo lo exageradamente familiar de su argumento. Mezcla entre Pocahontas, Bailando con lobos y La selva esmeralda (que a su vez se miraba en Centauros del desierto, sumamos la peli de John Boorman por el tema del espolio del Amazonas y el niño blanco viviendo entre indígenas, algo que Cameron volvería a rescatar en Avatar 2) entre otras, Avatar se encontró además en la cartelera, en el mismo año de su estreno, con una película que contaba lo mismo sin disfrazar el origen de su historia.
La bellísima, pero infinitamente menos popular, El nuevo mundo, de Terence Malick, narraba, cargada de poesía y muchísimo mejor que Avatar, ese amor entre distintas razas. El mito de Pocahontas (que difiere de la historia real, como no puede ser de otra manera) brillaba de verdad en pantalla de la mano de Malick en su exposición del choque de civilizaciones que supuso el “descubrimiento” de América.
Hacemos un paréntesis y barremos para casa: Cameron alimentó Avatar de la sinergia que se da entre cine y videojuegos utilizando las técnicas de captura de movimiento que ya eran elemento habitual en estos últimos en 2009. De hecho, la cercanía con los videojuegos es evidente desde el propio argumento, en el cual los humanos utilizan avatares para moverse por hermosos mundos. Y si el resultado técnico de los videojuegos no podía competir entonces con lo mostrado en la película, en 2023 la línea se diluye. El próximo videojuego Avatar: Frontiers of Pandora se siente más cercano visualmente al primer Avatar y, curiosamente, más comedido que Avatar 2 y su tremenda y arrebatadora explosión visual. Recordemos, las películas de animación se nos muestran ya renderizadas, mientras que los videojuegos levantan sus mundos en tiempo real para permitir ese elemento diferenciador que es la interactividad. Cerramos paréntesis.
Tras el bombazo de Avatar en 2009 llegó de nuevo un largo silencio cinematográfico. A finales de 2022, nada menos que 13 años después, James Cameron volvía por fin a los cines con Avatar: El Sentido del Agua. Era una decisión en principio cuestionable. Si Titanic formaba parte indeleble del imaginario popular, el impacto de Avatar, sin embargo, se había diluido con los años cual azucarillo. Es más, por alguna extraña razón, no parecía haber un buen recuerdo de ella. En la cabeza de Cameron las cosas habían funcionado justo al contrario, y es que, en la década que siguió al estreno de Avatar, el director fue fraguando una ambiciosa saga que llegaría hasta su quinta entrega en 2028.
Lo que pensamos de Avatar: el Sentido del Agua ya lo dijimos en nuestra pertinente crítica, podéis echarle un vistazo si queréis. Baste decir que la viabilidad del descomunal proyecto de saga pasaba por superar los 2000 millones de recaudación en taquilla. Era algo tan arriesgado que el propio director reconoció que los productores se encontraban ante "el peor negocio de la historia del cine".
La inteligencia, el riesgo y la ambición como fórmula de un éxito que nadie puede igualar
Y ha ocurrido. Avatar 2 lo ha conseguido en una emocionante e imparable carrera que la ha aupado por encima de esos 2000 millones de dólares en recaudación que necesitaba para justificar su existencia, y asegurar de paso que está por venir. No nos cabe de que escalará hasta el cuarto puesto, donde se encontrará con el Titanic a punto de zarpar de nuevo en los cines y, por tanto, a poner más agua de por medio con los que están por debajo de él. Avatar 2 se mantendrá de guardián en esa posición como obra del mismo autor. Y es que Cameron se despeja de nuevo en tan complicada ecuación como un visionario y un genio.
Porque la simplicidad de su propuesta (narrativa, que no visual, donde es absolutamente apabullante) es capaz de encandilar a casi todo el mundo y… fuerza a pasar por taquilla al resto. Titanic y Avatar exponían, con grandes focos y ninguna sutileza, temas ciertamente importantes (la diferencia de clases, el ser humano como implacable depredador de biomas y mundos), pero lo que hizo de la primera algo imperecedero fue una historia de amor, la de Jack y Rose, que arrebató corazones por todo el planeta. Eso es lo importante, porque el éxito que trajo consigo permitió a Cameron meterse en un proyecto tan loco como Avatar.
Y en Avatar, más allá de su mensaje ecologista explicado con brocha gorda, lo que marcó la diferencia fue el impresionante avance en CGI y un efecto 3D que, a la postre, encareció las entradas de cine. Estos importantes detalles auparon la película hasta el número uno entre las más taquilleras de la Historia, lo que brindó a Cameron el margen de maniobra, económico y de tiempo, suficiente como para encarar un proyecto aún más loco todavía: Contar cuatro historias más sobre Pandora. El triunfo en recaudación de Avatar 2 vuelve a llenar el depósito de este viejo camionero, sin duda, uno de los más grandes directores de cine comercial, de acción y aventuras de todos los tiempos. Sueño más que cumplido para el que ya es eterno, y más que merecido, rey del mundo.
- Aventura
- Acción
Avatar: Frontiers of Pandora es una aventura de acción a cargo de Massive Entertainment y Ubisoft para PC, PlayStation 5 y Xbox Series basada en la popular saga cinematográfica de ciencia ficción. Eres na'vi, la corporación militar humana conocida como la RDA te secuestró y te ha entrenado y moldeado para cumplir con sus objetivos. Quince años más tarde, vuelves a ser libre, pero sientes que te encuentras entre extraños en tu propio mundo. Vuelve a conectar con tu herencia perdida, descubre qué significa realmente ser na'vi y únete a otros clanes para proteger Pandora de la RDA.