Caballero Luna, crítica de la temporada 1. Peculiar, aventurera y algo irregular
Oscar Isaac protagoniza una serie que fusiona elementos de la mitología egipcia con temas tan interesantes como la salud mental.
Bruja Escarlata y Visión, la primera serie de Marvel Studios para Disney+, sorprendió a los espectadores con su particular estructura narrativa. Caballero Luna, la más reciente, explora otros caminos poco convencionales: aprovecha la ausencia de los personajes del UCM para ofrecer un producto más arriesgado, donde los directores y guionistas han experimentado con distintos géneros y temas. Todavía no se ha confirmado si habrá segunda temporada, aunque el final de la miniserie da pie a que la historia prosiga.
Un brillante Oscar Isaac interpreta a dos personajes bien diferenciados, que sin embargo comparten el mismo cuerpo. Steven Grant trabaja en la tienda de un museo de arqueología cuando empieza a sufrir alucinaciones inexplicables. Sus compañeros de trabajo observan su comportamiento con recelo y piensan que se ha vuelto loco. Aparentemente, sufre un trastorno de la personalidad, ya que escucha la voz de Marc Spector, un mercenario que deambulaba por las antiguas ruinas de Egipto como la forma corpórea de un dios del pasado.
La salud mental, uno de los temas principales
Uno de los elementos más atractivos de Caballero Luna es la interacción entre Steven y Marc, un diálogo interno que refleja dos personalidades completamente diferentes, un poco como Sméagol y Gollum en El Señor de los Anillos, pero sin que la dicotomía de personalidades suponga que una sea la parte “buena” y otra la parte “mala”. Son dos personas con sus pensamientos e ideas particulares (tal vez por eso chocan tanto). De fondo, Marvel Studios toca la problemática de la salud mental, un asunto que la sociedad tiende a ocultar y a estigmatizar, a pesar de que millones de personas padecen enfermedades de este tipo. El propio Grant se plantea si está cuerdo o no, una línea de reflexión que se traslada al espectador.
Cuando Marc Spector aparece en su vida, comienzan a ocurrir toda clase de desgracias. Repentinamente, se ve envuelto en una aventura de lo más inverosímil: lo persigue una organización cuyo objetivo es resucitar a Ammit, una diosa egipcia que lleva miles de años encerrada. Marc es el avatar del dios Khonsu, lo que significa que Steven también hereda esa pesada carga. Al utilizar los poderes divinos, el Caballero Luna surge como paladín protector, aunque su rol como superhéroe varía mucho con respecto a otros personajes de Marvel.
Mezcla de géneros y una trama que se desinfla al final
En una de las secuencias de la serie, Steven Grant protagoniza una espectacular persecución en coche, en la que no solo tiene que conducir, sino también defenderse con una pistola. Casi parecería una película de James Bond si no condujera un camión de helados, una hilarante parodia que sella el tono de toda la serie: mucho humor sin olvidarse del drama, la acción y la aventura.
Ya que nos ponemos a comparar, lo nuevo de Marvel Studios tiene mucho de Indiana Jones. Su trasfondo mitológico nos lleva a recorrer exóticas tumbas egipcias y ruinas llenas de jeroglíficos, pero como en el caso de la película de Steven Spielberg y George Lucas, los temas históricos se disuelven en la fantasía. Aventura pura y dura en un universo donde los dioses cobran forma material. Es en ese punto donde los directores dan rienda suelta al universo fantástico: diosas antropomórficas con rostro de cocodrilo o aspecto de hipopótamo diseñadas en CGI hacen acto de presencia, por no hablar de Konshu y su rostro cadavérico.
Los momentos más oscuros son también reseñables, pues la producción adquiere en ciertas secuencias un tono de thriller y suspense que coquetea con el terror. El uso de la iluminación, la aparición de monstruos y la mezcla de personalidades construye escenas visuales muy potentes, que contrastan con el aspecto colorido de los momento más puramente fantasiosos.
Caballero Luna tiene un problema de ritmo, que se hace patente sobre todo a partir de la segunda mitad de la serie. La premisa argumental y todo lo que rodea a la producción funciona, pero el desarrollo de los hilos narrativos es un poco caótico, un batiburrillo de personajes y situaciones que no terminan de encajar con la visión general. Además, el antagonista no nos ha convencido: a Harrow (Ethan Hawke) le falta contundencia y carisma.
A pesar de ser una serie irregular, Caballero Luna merece mucho la pena, sobre todo para aquellos que deseen disfrutar de un producto de Marvel Studios que no está conectado con ninguna de las películas y series del Universo Cinematográfico. Divertida, a ratos trepidante, la primera temporada se te pasará volando, aún con sus peros.
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