Ghostwire: Tokyo, ya lo hemos visto. Entre lo real y lo sobrenatural

Ghostwire: Tokyo está más cerca de lo que pensamos. Kenji Kimura, director del proyecto, aseguraba que el título se encuentra “en su fase final de pulido”. Durante la presentación digital a la que acudió MeriStation se respiraba expectación. Algunos compañeros disparaban directamente hacia la fecha definitiva. No sería hasta días después (y vía Showcase) cuando lo conoceríamos: el próximo 25 de marzo.

A falta de probar el tacto del juego en vivo y en directo, la porción jugable que se nos presentó sorprendía por varios puntos. Primero, el carisma que desprende en el plano audiovisual. Derrocha personalidad. Las calles de Tokio de corte realista se funden con elementos de la mitología japonesa. Incluso por momentos echa volar la imaginación para crear ilusiones a partir de cuadros o estructuras. El patio de una comunidad de vecinos puede ser la fortaleza de un poderoso espíritu al que derrotar.

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La sorpresa también estaba ligada al plano jugable. Lo que a todas luces apuntaba a una aventura guiada por el ritmo narrativo, ha terminado inclinado a un mundo abierto delimitado en pequeñas secciones. No sabemos hasta qué punto abraza el género, pero sí podemos contaros que tendremos algo de libertad para moverte por los barrios de la ciudad. Esto es lo que hemos aprendido tras ver alrededor de 15 minutos de gameplay.

Tokio en la encrucijada

Por circunstancias que no desvelaremos, la ciudad vive en una especie de estado de sitio. Las fuerzas paranormales han cubierto sus calles con una densa niebla que barre por completo a todo ciudadano a su alcance. Akito, el protagonista, juega un papel fundamental desde el momento en el que es imbuido por una fuerza especial.

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Como ya se ha compartido desde su revelación, de Akito emanan múltiples poderes que ejecutar desde la palma de la mano. Este control de la energía del más allá le permite defenderse de las hordas de espectros a su paso. Ghostwire: Tokyo se decanta por la acción como principal conductor. El terror es inexistente, ni siquiera parece que busque (por momentos) un equilibrio como lo visto en The Evil Within.

Sí que juega con lo paranormal, el enfrentarte a lo desconocido. Los mitos y leyendas del folclore japonés sirven como molde con el que dar forma al bestiario. Las figuras sin rostro vestidos de esmoquin, por ejemplo, transmiten cierto respeto en el primer contacto. Luego pasan a ser esas unidades de primera línea que preparan el combate contra los espectros especiales.

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Para derrotarles contamos con múltiples habilidades que recibiremos conforme progresemos en la aventura. La primera herramienta ofensiva a nuestro alcance la llaman Ethereal Weaving. Desde la yema de nuestros dedos podemos expulsar proyectiles de viento que deforman el cuerpo de los enemigos en tiempo real. El bucle del combate gira alrededor de exponer el núcleo del contrario. Una vez esté expuesto, podemos proceder a su eliminación a través de unas cuerdas que sirven de ejecución automática. Y sí, también contaremos con un bloqueo que expone al contrario al contraataque de toda la vida.

El equipo hace referencia a 16 piezas de equipamiento, entre las que se incluye esta habilidad. Todas ellas a priori escalables en potencia a medida que invertimos puntos. En concreto, Ethereal Weaving cuenta con 21 casillas de mejora; tiene margen para extender sus posibilidades. Durante las incursiones podemos almacenar carga espiritual, la moneda de cambio para desarrollarte una vez las deposites en las cabinas telefónicas repartidas por el mapa.

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En un momento de la presentación nos ofrecen el contraste de la acción. Akito puede compaginar esos poderes con el uso de armas físicas. La primera es una de las recurrentes: el arco. Podemos arrojar flechas imbuidas de ciertos efectos a los rivales. En esa parte de la introducción parece ser un recurso limitado, que premia la precisión de cada disparo. Son eficaces cuando buscamos una aproximación en sigilo. Algunos momentos nos permiten elegir qué postura adoptar. Veremos en qué queda.

Distrito a distrito

El avance de la ciudad, al menos a tenor del material compartido, ocurre desbloqueando distritos. Cada templo que liberemos de la influencia de los espectros nos determinará la siguiente porción jugable a la que podemos acceder. Por los barrios confluyen tanto el avance narrativo como las oportunidades secundarias. Misiones, coleccionables, puestos de mejora… En todo momento te invitan a explorar.

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Uno de los objetivos principales de la sesión llevó a Akito a liberar una maldición que se extendía por todo un bloque de apartamentos. Entrar en un piso nos llevaba al típico interior de corte japonés en plena urbe. Pero como decíamos al inicio, el estudio busca crear ilusiones que aprovechar en el plano audiovisual y jugable. En este ejemplo, los cuadros desprendían su pintura por todas las paredes, y lo que parecía un pasillo normal se convierte en tiempo real en una pequeña sección de plataformas.

Los interiores y exteriores de Tokio confluyen como si fuesen uno. Navegar por las secciones jugables parece más orgánico de lo que podríamos pensar. Las señales visuales o el sonido de un yokai emergente se toman en cuenta para guiar al jugador sin un solo icono que le guíe. Porque Tango no se olvida de la importancia de mirar hacia arriba.

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En uno de los momentos finales el jugador observa en el cielo varios Tengu sobrevolando su posición. Estos demonios alados, en este caso, son la llave para acceder al tejado de un edificio cercano, y por ende a un nuevo templo. Es el escenario quien te ayuda a comprender cuáles son las barreras y las vías para avanzar. La ambientación elegida tiene mucha parte de la culpa. El entorno nos resulta familiar porque sigue (salvando las distancias) las mismas reglas que en tu propia ciudad; un patrón de diseño reconocible.

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Nuestro temor, o al menos esa conclusión nos deja lo mostrado a puerta cerrada, es que la estructura puede que se resienta con el paso de las horas. En el tramo jugable que vimos liberaron al menos tres templos con sus correspondientes combates, entre otros objetivos de similar diseño. Existen mecanismos para aportar variedad y paliar la sensación de hastío.

25 de marzo en PS5 y PC

A falta de la primera toma de contacto, Ghostwire: Tokyo nos da motivos para querer jugarlo. El contexto y las aparentes posibilidades jugables hacen que el próximo trabajo de Tango Gameworks pinte realmente bien. Nuestras dudas se despejarán pronto: llegará el próximo 25 de marzo en PS5 y PC.