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CINE

Crítica El Último Duelo. Ridley Scott cierra el círculo

El director británico firma una película sobria; un ensayo sobre la verdad, el poder y la misoginia en una Edad Media donde el honor es un manto que lo cubre todo.

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Crítica El Último Duelo. Ridley Scott cierra el círculo

Hace 44 años un curtido y exitoso director de spots televisivos daba el salto el mundo del cine con Los Duelistas (1977), una cinta en la que dos oficiales franceses del ejército de Napoleón (Keith Carradine y Harvey Keitel) mantenían un absurdo enfrentamiento personal por una cuestión de honor. Ahora ese novato se ha convertido por derecho propio en uno de los directores más influyentes de la historia del cine y a sus 83 años cierra el círculo con un sobrio film en el que el duelo vuelve a ser el protagonista y en el que repasa muchos de los grandes temas de su carrera: la fortaleza de la mujer, el honor, el poder y la verdad. Porque El Último Duelo es eso, un ensayo sobre la verdad y sobre como cada historia tiene tantas realidades como protagonistas.

Ridley Scott parte de un hecho histórico para crear su tesis, el último duelo a muerte que se produjo en Europa (29 de diciembre de 1386) en el que dos caballeros franceses, Sir Jean de Carrouges y el escudero Jacques Le Gris, se batieron delante del rey Carlos IV. Una apelación al Juicio de Dios por parte del primero ya que su mujer, Marguerite de Carrouges, había acusado públicamente a Le Gris de haberla violado. Un suceso que conmocionó a la sociedad francesa de la época porque la mujer era considerada una posesión y no tenía ningún derecho.

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Patrick Redmond

Cuatro actos

La película recuerda tanto por temática como por estructura al Rashomon de Kurosawa, Scott divide también El Último Duelo en cuatro capítulos, cada uno de los tres primeros cuenta la historia desde el punto de vista de sus protagonistas, los diálogos son los mismos y solo la expresión corporal, los pequeños detalles y el encuadre de la cámara proporcionan la información necesaria para entender qué sienten cada uno de ellos. Únicamente en el último, el duelo, Scott adopta una perspectiva neutra y se ciñe a presentar los hechos.

La fórmula funciona bien con los dos primeros, pero en el tercero la repetición de escenas con los mismos diálogos y con variaciones muy ligeras hace que el ritmo decaiga alarmantemente y alarga de manera innecesaria el metraje, una pena porque de los tres relatos este es, con diferencia, el más interesante. El guion es obra de Matt Damon y Ben Affleck, que vuelven a trabajar juntos en estas labores por primera vez desde El Indomble Wild Hunting, con la que se llevaron el Oscar en 1998. También han contado con Nicole Holofcener, quien se ha encargado de dotar al relato de una visión feminista, siempre relevante en los films de Ridley.

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Jessica Forde

Excelente reparto

Una vez más el director británico vuelve a contar con un elenco de actores sobresaliente y aunque se trata de una película con una ejecución técnica impecable la actuación de sus estrellas se impone a todo. Todo el peso recae en Matt Damon, Adam Driver, Jodie Comer y un secundario de lujo, Ben Affleck, que lo borda en su papel de noble libertino y amoral.

Tanto Adam Driver como Jodie Comer están soberbios, el primero eclipsa a Damon, que no termina de encajar en el rol de caballero inculto, ególatra y brutal. No es que el hieratismo de su personaje no esté logrado, es más que el bagaje del siempre fiable Damon pesa demasiado. En cuanto a Jodie Comer, Ridley recupera con ella ese estereotipo de mujer fuerte que ha sido protagonista de muchas de sus películas: la teniente Ripley, la teniente 0´Neil (de infausto recuerdo) o Thelma y Louise. A pesar de su frágil aspecto, se erige por encima de sus dos compañeros de reparto, con una actuación excelente, llena de matices, en una historia de Me Too medieval que la convierte en un referente del feminismo en una sociedad misógina e injusta.

Ridley Scott aprovecha este fresco para dar unas pinceladas costumbristas sobre el vasallaje, el poder del clero y la realeza, pero como es habitual en sus películas se toma ciertas licencias históricas en aras de enfatizar la trama. Aunque en esta es de todas en la que más esmero se ha puesto en cuidar el contexto histórico con escenarios, vestuario y personajes creíbles. Es una Edad Media más sucia, oscura, fría y desasosegda que la de sus anteriores incursiones en este periodo y, por lo tanto, más creíble.

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Courtesy of 20th Century Studios

Magnífica fotografía

El británico muestra en El Último Duelo las grandes virtudes que le adornan como director: una excelente fotografía y un dominio del plano que convierte en una experiencia visual hasta las acciones más cotidianas. Su recreación del París medieval es de una gran belleza. A pesar de que es más una película shakespeariana que de acción, en la batalla final vuelve a demostrar que es uno de los realizadores que mejor ruedan las escenas de acción (Gladiator, Black Hawk Down y El Reino de los Cielos). El duelo final ofrece probablemente la secuencia más brutal e impactante que se ha rodado sobre esta temática. Scott vuelve a hacer uso de recursos que ya hemos visto antes: combinación frenética de planos cortos y largos en cortes de tiempo reducido. No ahorra en violencia y muestra hasta el final la crudeza de este tipo de choques, donde el honor al estilo clásico queda fuera del campo de batalla.

Repite en la banda sonora con Harry Gregson-Williams, que ya se encargó de su anterior film (The Martian), la propuesta del compositor británico es más intimista de lo normal en las películas de Scott y se adapta perfectamente al ritmo pausado que requiere el relato.

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Jessica Forde

Cuerda para rato

Es cierto que en sus últimas obras Ridley Scott no ha llegado al nivel de excelencia que logró en su primera etapa (Los Duelistas, Alien y Blade Runner), pero también el es que cualquiera de sus películas medias está muy por encima de las mejores de la mayoría de los directores. A sus 83 años aún tiene fuerza y talento para ofrecer cintas más que interesantes y de una belleza formal exquisita.

Lo mejor

  • Las interpretaciones de Jodie Comer y Adam Driver
  • La fotografía
  • La recreación de un París medieval sucio, oscuro y frío
  • La secuencia del duelo
  • Ben Affleck como noble libertino

Lo peor

  • Le sobra metraje
  • Matt Damon no termina de encajar en el personaje