Gaming Club
Regístrate
españaESPAÑAméxicoMÉXICOusaUSA

Fantasía galáctica

Mass Effect, el universo que nos cautivó

Mass Effect fue la gran apuesta de Bioware para revitalizar el género RPG con un título ambientado en un futuro lejano. Su gran universo lleno de matices irremediablemente nos conquistó.

Mass Effect, el universo que nos cautivó

No todos los juegos son merecedores de un lugar en el salón de nuestros recuerdos. Cada año un buen número de títulos se visten con sus mejores galas para optar a ese lugar privilegiado, pero tan solo unos pocos son los elegidos. Mass Effect es una de esas obras donde no podemos evitar lanzar un suspiro de nostalgia. A menudo rememoramos todos esos instantes imborrables con Shepard y su tripulación y desearíamos hacer un reinicio de nuestra memoria para volver a sentir la aventura por primera vez.

La epopeya galáctica volverá con su mejor aspecto el 14 de mayo en Mass Effect Legendary Edition, mientras tanto, queremos señalar las virtudes que otorgaron a Mass Effect una popularidad que todavía mantiene 14 años después.

Inspiración cinematográfica

Bioware se lanzó otra vez al espacio en un ambicioso RPG. Su plan era construir desde los cimientos un universo completamente novedoso y revolucionario. El proyecto se empezó a gestar sobre elementos del séptimo arte, de esta forma, conseguiría una sensación de realismo e inmersión completa del jugador. El excelente guión y la narrativa fueron dos de sus puntos fuertes, pero fue a través de sus numerosas cinemáticas con planos y movimientos de cámara profesionales donde deslumbró. Se utilizó la costosa técnica del mocap y un elenco de actores de voz que confirieron una calidad a la trama sin parangón. Pero aún faltaba algo, y es que Mass Effect no hubiera sido lo mismo sin la banda sonora —muy al estilo Vangelis— de Jack Wall & Sam Hulick, la guinda a las escenas entre tramos jugables. Pocas veces habíamos visto un RPG con una producción audiovisual tan semejante al cine.

La introducción de Mass Effect fue clave para retener al jugador. Mediante las técnicas expuestas unas líneas más arriba, el relato de Shepard se percibía emocionante. Inmediatamente tomamos las riendas de una aventura que nos llevó a combatir por la galaxia y establecer puentes entre culturas. Un intertítulo relataba el trasfondo del basto universo:

“En el año 2148, unos exploradores descubren en Marte los restos de una antigua civilización que viajaba por el espacio. En las décadas siguientes, aquellos misteriosos artefactos revelaron tecnologías asombrosas que permitían viajar a estrellas lejanas. La base de esa increíble tecnología era una fuerza que controlaba el tejido del espacio-tiempo. Esa fuerza fue considerada como el mayor descubrimiento de la historia de la humanidad. Las civilizaciones de la galaxia la denominan... Efecto de Masa".

La Ciudadela, la urbe del futuro

Hay una imagen de arte conceptual que se emplea frecuentemente para ilustrar artículos que aluden al futuro, esa es la de La Ciudadela. La sofisticada arquitectura parece todo un homenaje al trabajo Syd Mead y, sin duda, encaja como anillo al dedo en el imaginario de la megalópolis del futuro.

Ampliar

La estación espacial es el epicentro de las civilizaciones de la galaxia. Una base central y cinco brazos albergan los diversos sectores: edificios gubernamentales, zonas comerciales, así como pintorescos locales de ocio. Dentro de La Ciudadela se halla el Consejo, lugar donde se discuten asuntos políticos y sociales que implican a las especies adscritas. Sin embargo, bajo esa imagen impoluta se esconde en los bajos fondos la peor calaña. Aunque quizá lo más inquietante de la urbe espacial sea los secretos perdidos en el tiempo que nadie desea investigar.

Más allá de diseño y amplitud abrumadora, La Ciudadela se siente verdaderamente como una entidad urbanizada con actividad político-administrativa. Observamos las funciones que se desarrollan en ella y la vida urbana con el ir y venir de sus habitantes por las ajetreadas calles. La posibilidad de interactuar con numerosos elementos de sus dependencias nos transmitió en ese lejano 2007 una sensación de vida asombrosa. Aunque tal vez los ratos en sus ascensores sean más recordados que la propia ciudad.

Diversidad racial

Poder viajar por el espacio a velocidades nunca vistas llevó a la humanidad a estrechar lazos con otras civilizaciones. Las disputas raciales en el planeta de origen hace tiempo que llegaron a su conclusión. La humanidad se enfrentó al reto de desplegar su diplomacia con los asari, salarianos o turianos, seres con una biología y cultura totalmente opuestas a la humana. No obstante, el deseo de paz en el universo era compartido.

Ampliar

Shepard tuvo la fortuna de disponer en su tripulación de Garrus, Liara, Wrex y Tali, camaradas de misiones en el espacio exterior y amigos con los que disfrutar de ratos de ocio. El tiempo juntos contribuyó a acortar distancias y vislumbramos que, como nosotros, son seres inteligentes con sus virtudes y flaquezas. A ojos de muchos humanos continuaron siendo alienígenas con cuerpos extraños y hábitos raros, pero para nosotros eran parte de nuestra familia de la Normandy.

Una galaxia en guerra

Siempre habrá un pretexto para la guerra. La dominación del más fuerte es un concepto implícito en toda vida inteligente de la galaxia. Incluso lo adoptan los sintéticos a través de sus creadores.

Ampliar

La paz también tiene fecha de caducidad para aquellos imperios que presumen de superioridad tecnológica. A lo largo de la historia, la osadía de creerse invencible ha destruido civilizaciones enteras en pos del equilibrio. Misteriosos artefactos con millones de años de antigüedad son el único recuerdo de aquellos que desaparecieron sin explicación lógica. Sin embargo, nada se cuestiona. Y ya sabemos lo que se dice popularmente: quien no conoce su historia está condenado a repetir sus errores.

Vigil, el heraldo de los precursores, es tan solo un aviso para civilizaciones futuras: “No cometáis los mismos errores”. Shepard sospechaba que los sucesos extraños no eran fortuitos, pero no todos estaban dispuestos a escuchar. La IA proteana es el triste legado y también la esperanza. Recordadlo, recordadnos. Su aparición viene acompañada de un tema que es capaz de arrancarnos lágrimas inexplicables.

La eterna lucha orgánico-inorgánico

Asimow estableció las tres leyes de la robótica en su obra como una guía de seguridad para los humanos frente a los robots. El cine ha ido moldeando la fantasía mediante androides dotados de inteligencia artificial que se transforman en seres conscientes. Su aspiración es conseguir el libre albedrío desafiando, si fuera necesario, a sus amos. ¿Hasta qué punto los sintéticos han de estar sometidos a sus creadores? Este dilema ético se extiende en Mass Effect con el conflicto Quariano-Geth, que se inició cuando estas IA despertaron su consciencia. Después, el miedo irracional se desató con terribles consecuencias para los primeros.

Ampliar

Mass Effect puso en manos del jugador un sinfín de dilemas a través de un entramado de decisiones que hicieron tambalear nuestra moralidad. La línea entre lo bueno y malo se diluía con razones de peso que sustentaban todo tipo de respuestas. Las decisiones derivaban en resultados que activaban la ilusión de elección. Nuestro camino se sentía único y especial a pesar de estar predeterminado. Este sistema consiguió la implicación emocional del jugador, quien entusiasmado compartía por las redes y de boca en boca su experiencia.

Mass Effect implantó un estilo genuino en los RPG de Bioware. Y el camino iniciado por Shepard en el juego original prosiguió en su secuela, más pulida y con más conexión con los personajes de la saga. Pero eso, queridos soldados, será contado otro día y en otra batalla.