Los vestigios de la cotidianidad
The Last of Us: costumbrismo postapocalíptico
De cómo la sociedad postapocalíptica de The Last of Us transmite melancolía por una civilización en ruinas.
El género zombi experimentó un nuevo auge en el cine a principios del año 2000 y acabó contagiando al resto de medios artísticos. El actor y guionista Simon Pegg atribuyó este fenómeno a Resident Evil, videojuego que generó un impacto en el survival horror y en su narrativa con personajes como Jill Valentine. En el ocio digital, hemos disfrutado de un sinfín de títulos de acción y terror basados en este monstruo que apela a uno de los miedos más primordiales: un depredador superior a nosotros. No son pocos los postapocalipsis alternativos que nos presentan el declive de la humanidad a manos de los muertos vivientes. Y, pese a ello, varios títulos han apostado por una gira de tuerca al género, como The Last of Us. Lejos de ser un survival horror más, el título de Naughty Dog labró su personalidad poniendo el enfoque en aspectos narrativos que han aportado a esta saga —cuya segunda entrega es uno de los lanzamientos más esperados del año— una profundidad mayor que va más allá de las vísceras putrefactas. The Last of Us no sólo va de sobrevivir a un mundo contaminado por la infección cerebral Cordyceps, sino a convivir con una humanidad maltrecha mientras brota la esperanza de reconstrucción.
La dualidad de belleza y sufrimiento
El mundo devastado de The Last of Us no se limita a mostrarse como un escenario decadente en un futuro lejano e improbable. Su ecosistema no sólo está construido sobre edificios derruidos, sangre y tecnología futurista, sino que mantiene los vestigios de nuestro mundo, en el que nos identificamos y nos hace percibir dicho final de la humanidad como un posible desde el cual la supervivencia y un nuevo orden mundial se escriben tras un punto y aparte. Por supuesto, hay ciudades en ruinas, sangre, hongos infecciosos y una espiral de violencia que nos recuerda que los humanos pueden llegar a ser peores que los monstruos, pero no es lo único que confecciona la autencidad de The Last of Us , incluso dentro de su distopía.
A lo largo de un periplo en el que Joel y Ellie sobreviven —y se adoptan como padre e hija— hasta llegar a su destino, encontramos una naturaleza salvaje que reclama su sitio a través de edificios devorados por el cataclismo y el abandono. El efecto visual es una belleza extraña y abrumadora que, por otro lado, no nos impide olvidar que es la consecuencia de una humanidad quebrada. Neil Druckmann, durante una entrevista para GameSpot, habló de cómo buscaba este contraste inspirado en el documental Planeta Tierra (BBC): el objetivo era crear un mundo hermoso, cuyo esplendor contrastara con el sufrimiento humano subyacente.
Dicha dualidad, además, se percibe en la propia civilización humana que se ha adoptado a una supervivencia primitiva y que da paso a las luces y sombras de un nuevo tejido social. “Es una clase de mundo que obliga a la gente a someterse a la ley del más fuerte. Quiero que los jugadores vean cómo de fácil es descender a ese estado cuando la sociedad, tal y como la conocemos, deja de existir”, comenta Druckmann en la citada entrevista a GameSpot.
El costumbrismo entre ruinas
Asimismo, el relieve de los personajes de The Last of Us no sólo se construye a través de las elecciones que han tomado para sobrevivir, sino desde el costumbrismo del mundo prepandémico y del nuevo mundo. La nostalgia de Joel y la curiosidad de Ellie nos proporcionan una lectura nueva de los elementos que encuentran durante su viaje, en el que observamos nuestro mundo actual desde un prisma de añoranza y crítica a través de interacciones que enriquecen la narrativa más allá de los tiroteos, las emboscadas y las situaciones de peligro.
Al principio del juego, conocemos el trasfondo de Joel a través de los detalles que observamos en su hogar desde los ojos de su hija Sarah. Descubrimos que trabajaba en el sector de la construcción y, más adelante, comenta con su hermano Tommy que necesitaba mantener su trabajo con un contratista. Puede deducirse, además de los libros de su biblioteca, que estaba interesado en formarse más a fondo en el sector y emprender su propio negocio. Más adelante, el reloj de pulsera que le regala su pequeña se convierte en el objeto más querido de Joel.
A lo largo de su viaje, Joel y Ellie se topan con vestigios del mundo antiguo que inspiran conversaciones y encuentros a través de los cuales la muchacha conoce la sociedad antigua y su padre adoptivo la recuerda. Así, descubrimos cómo Joel echa de menos el café al encontrar una cafetería fuera de servicio; lo que se había convertido en un capricho trivial del día a día ha pasado a ser un lujo enterrado en el pasado. También, a través de los artefactos del juego encontramos objetos cotidianos que aportan momentos de distensión a la partida, a la vez que cultivan el vínculo entre Joel y Ellie. De este modo, el libro de chistes No Pun Intended proporciona a la muchacha chistes de humor absurdo que comparte con su compañero y, en el DLC Left Behind, con su su amada Riley. El jugador, al presenciarlos, experimenta un pequeño paréntesis de alivio ante toda la crueldad y estrés que abundan durante la partida. Por otro lado, tenemos el coleccionable Savage Starlight, un cómic cuyos fascículos Joel puede recolectar y regalar a Ellie, quien se ve cautivada por las aventuras espaciales de la Dra. Daniela Star, otro de los recuerdos del mundo antiguo que se ha perdido en una sociedad donde no hay espacio para la compraventa de tebeos. En una ocasión, vemos cómo las aventuras de la heroína galáctica iban a ser llevadas a un cine que ya no podrán disfrutar.
The Last of Us, tal y como señaló Polygon en su análisis, nos lleva a través de un viaje melancólico por la sociedad perdida: escuelas, cafeterías y hoteles devastados son el testigo de una vida donde las comodidades se daban por sentadas y que se han perdido a causa de la pandemia. Salvando las distancias entre ficción y realidad, revisitar este juego y su secuela en 2020 nos trae reminiscencias de cómo ha cambiado nuestro ecosistema social después de la pandemia, como se ha analizado en un reciente artículo de New York Times. Dentro del contexto del juego, por otro lado, la arqueología de nuestro presente desde los ojos de Ellie nos brinda momentos muy emotivos, como su cita con Riley en un centro comercial clausurado.
Asimismo, el costumbrismo no sólo está presente en los escenarios cotidianos derruidos, sino en el propio presente que experimentan los personajes. El propio análisis de Polygon refleja cómo la puntería de Joel no es perfecta, cosa que esperaríamos de un militar entrenado, y destaca los elementos rudimentarios que utilizamos para sobrevivir, como la fabricación casera de bombas o el uso de botellas o ladrillos para emboscar a nuestros enemigos: “Naughty Dog le proporciona a Joel un temblor semirealista [cuando apunta con el arma], lo cual, cuando se mezcla con el movimiento errático del infectado, mantiene a los enemigos a raya y plantea un reto considerable, pero no excesivamente entretenido”.
El diálogo naturalista
Otro elemento que otorga cierto naturalismo a la relación entre Joel y Ellie es el diálogo durante la partida, destacado por el portal TV Tropes y que hemos mencionado anteriormente en el presente reportaje: “Muchos de los diálogos suceden durante situaciones dentro del mismo gameplay: al ser heridos, cuando lanzamos un cóctel molotov, cuando nos inmovilizan contra el suelo, etc. Los personajes casi nunca se callan, y nos hacen compañía tanto en la ciudad como en las zonas desérticas. Incluso hay momentos en los que Joel y Ellie se separan y sí que nos sentimos solos e incómodos, tanto que el personaje acaba hablando en voz alta para sí mismo”. Este recurso ayuda a crear la sensación de que el personaje está vivo, al mismo tiempo que nos proporciona una nueva ventana a su personalidad, además de desarrollar la narrativa sin afectar al ritmo o la jugabilidad. En The Last of Us, varios de estos diálogos surgen cuando el dúo protagonista se topa con algún elemento que inspira una conversación. Un ejemplo es cuando una incrédula Ellie descubre los cánones de belleza de nuestra sociedad, en los que la aspiración a la delgadez impulsa a la restricción voluntaria de comida, lo cual es incomprensible a los ojos de una chiquilla que ha padecido hambruna. Y es a través de conversaciones triviales, tanto durante la partida como en cinemáticas, que Joel y Ellie se conocen, se enfrentan y se descubren. Ellie, al leer un diario de una adolescente, no comprende las preocupaciones superficiales de ésta: los chicos y la moda. A través de la lectura de la revista pornográfica —perteneciente a Bill—, se crea un momento incómodo ante la diversión de la chica por la sexualidad y la alerta de su protector. Por su lado, Joel comparte con su recién adoptada hija aspectos de su vida pasada, como su afición por la música, si bien prefiere mantenerse reservado ante otras intimidades, como la ruptura con su mujer o con el luto por la muerte de su compañera Tess.
El costumbrismo continúa presente en The Last of Us: Parte II, a juzgar por los tráilers y gameplays mostrados. La evolución de Joel y Ellie queda patente en diferentes detalles cotidianos que observamos más allá de la violencia que envuelve el título. El dúo protagonista ha encontrado estabilidad en una comunidad que busca reconstruirse y salir adelante. La propia Halley Gross relató en nuestra entrevista cómo el espíritu colaborativo ha hecho madurar a la propia Ellie: “Ahora se siente querida y apoyada por cómo es. Se siente parte de una comunidad y se preocupa por otros; no solo por salvar su propia vida cada día. La vemos preocupada por proteger a otros y hacer cosas sin que Joel le vea. Y esta suma de cosas le han permitido elegir por primera vez en mucho tiempo tener la oportunidad de elegir si perseguir la justicia o quedarse tranquila en casa y ver cómo continúa creciendo este mundo”. Así, también encontramos diferentes detalles que han sobrevivido del mundo antiguo y se adaptan a la nueva sociedad. A pesar de la muerte, hay espacio para momentos bellos, como compartir una canción, bailar en una fiesta, encontrar el amor, e incluso sorprender a una enemiga mientras juega con su consola. Porque, bajo la misión constante de mantenerse con vida, no dejamos de ser humanos construidos por nuestra cultura y vida cotidiana.
- Aventura
- Acción
The Last of Us: Parte II es la secuela de la aventura de acción The Last of Us para PlayStation 4 a cargo de Naughty Dog y Sony protagonizada por Joel y Ellie. Cinco años después, nos espera una aventura intensa, dolorosa y cargada de emociones. Ellie y Joel vuelven en un viaje épico en la secuela del aclamado juego de los creadores de Uncharted.