Xbox y la retrocompatibilidad, un escudo para entender la próxima generación

Ha sido una semana de mucha información sobre la próxima generación de consolas, de muchos datos, números y peleas de cifras que, a estas alturas, no sabemos del todo en qué se traducirán. Ha quedado claro, no obstante, que Xbox Series X es una máquina con mayor potencia bruta; mientras que PS5 tiene una memoria SSD que permitirá acceder a los datos más rápido. La pregunta que muchos nos hacemos es clara: ¿qué pasa con mi estantería de juegos de antaño?

Miro a mi alrededor y veo unas cuantas decenas de carátulas verdes con el logo de Xbox One, también azules con el logo de PS4. También de generaciones anteriores; pero tengo la tranquilidad de que todos los de la primera —sin excepción— se ejecutarán incluso con mejoras en Xbox Series X, que habrá más de 600 títulos de la historia de Xbox (Xbox, 360, One) compatibles en su nueva máquina. Una visión periférica, que contempla pasado, presente y futuro. Si Microsoft quería vender su próxima generación con una consola total, creo que están en el camino correcto.

Porque para los de Phil Spencer ya no existen las generaciones tal como las entendíamos. Durante el pasado E3 2019, cuando Jordan Silverthorne, senior product marketing de Xbox, dijo a MeriStation que “todos los juegos retrocompatibles de Xbox estarán en Project Scarlett”, me quedó claro que la generación ya había comenzado. Que había que sembrar antes para poder cosechar lo sembrado desde el día uno. Que no se olvidaban de todo lo que hubo previamente a la generación iniciada en 2013. Por el momento, en PlayStation solo sé que podré jugar a 100 juegos de PS4 en PS5; que en el futuro habrá unos 4000, pero sigo sin saber si podré usar mi colección de PS3 o PS2 en esa obra de ingeniería de Mark Cerny, que no me cabe duda será un gran sistema.

Fue entonces cuando Microsoft nos hizo entender que esto era un partido de ida y vuelta, que los millones de consolas vendidas iban a quedar en papel mojado en el momento en que se produjera el cambio de ciclo generacional: ellos prefieren hablar de millones de jugadores. De ecosistema. Que juegues, donde quieras, pero en Xbox; que juegues, a lo que quieras, no solo a lo que vendrá mañana, y que en las carátulas de tus juegos no haya una fecha de caducidad.

Me seduce la idea de que todos esos títulos retrocompatibles vayan a verse salpicados por las mejoras del arranque inmediato, mejoras en tiempos de carga, más estabilidad en la tasa de FPS, mejor resolución, calidad de imagen mejorada… Sumado a mis mandos, partidas guardadas y progresos. Solo voy a cambiar de consola, todo lo demás seguirá intacto y mejorado. Quick Resume, Smart Delivery y esas otras palabras que, en vez de marearme, me dan tranquilidad.

Y lo hace porque es lo más parecido a una edición remaster gratuita que se me pueda venir a la cabeza. Podré volver a echar mano de uno de los títulos con los que mejor me lo he pasado en Xbox One esta generación, como Sunset Overdrive, que nunca llegó a superar los 900p/30 FPS. Y quizá aquellos que nos hacían elegir entre 4K/30 FPS o 1080p/60 FPS, como Forza Horizon 4, nos permitan ahora acceder al combo ganador. Que nos olvidemos de esa disyuntiva y simplemente tengamos clara una cosa: todo lo que hacías hasta ahora es mejor en Xbox Series X.

Microsoft quiere que solo tenga una Xbox enchufada y que en ella pueda ejecutar absolutamente todo. Para mí, y me consta que a muchos otros, esta será una de las claves para entender la próxima generación de consolas.