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Shenmue III

Shenmue III

  • PlataformaPC7.5PS47.5
  • GéneroAcción, Aventura
  • DesarrolladorYs Net
  • Lanzamiento19/11/2019
  • EditorDeep Silver

Vuelve Yu Suzuki

Shenmue III, análisis. La odisea sigue en pie

Analizamos el título de Suzuki para PC y Playstation 4.

Haya salido mejor o peor, guste más o menos, Shenmue III es un juego que ha hecho historia y que será recordado por las generaciones venideras por todo lo que ha rodeado a su creación. Cuando, a principios de siglo, Sega decidió dejar de producir sus propias consolas para convertirse en una third party, uno de los mayores damnificados fue Yu Suzuki. El creativo nipón había sido un estandarte de la compañía desde sus inicios, puesto que por sus manos pasaron clásicos inolvidables como Hang-On, Out Run, After Burner, Virtua Racing, Virtua Fighter, Virtua Cop, Ferrary F355 Challenge y, cómo no, Shenmue, entre muchas otras producciones. Sin embargo, el perfeccionismo de Suzuki provocaba que sus obras fuesen especialmente caras de desarrollar, algo inviable para una Sega que había dado el salto a third party porque estaba acuciada por las deudas.

El principal problema que esto ocasionó es que la historia de Shenmue se quedaba abierta e inconclusa con el enigmático y mágico final de Shenmue II. El perfeccionismo de Suzuki lo había llevado a crear un juego extremadamente realista en todos sus aspectos que elevó los costes de la producción muy por encima de los valores habituales de la época. De poco servía que Shenmue fuese un juego espectacular a todos los niveles, que inspiró infinidad de juegos posteriores, si las ventas no acompañaban. Sobre todo, porque ni aunque todos los usuarios de Dreamcast comprasen el juego se compensaban los costes de desarrollo. Cierto es que las cifras de gasto que se manejan abarcaban la totalidad del juego, desde el primer capítulo hasta el último, puesto que ya se había investigado, escrito la historia y desarrollado materiales para capítulos posteriores.

De hecho, en previsión de acortar gastos, los once capítulos previstos se fueron recortando. Shenmue I era el primer capítulo, pero el segundo se eliminó directamente y Shenmue II incluiría los capítulos 3, 4 y 5. Aun así, el coste de desarrollo seguía siendo demasiado elevado y la situación económica de Sega muy precaria, por lo que el proyecto se paralizó. Durante años (por decir más de una década), los rumores de un anuncio de Shenmue III eran una constante en todas las ferias de videojuegos. Yu Suzuki seguía peleando en los despachos el poder terminar esa obra que había quedado a medias, pero nunca llegó a conseguir el apoyo necesario para salir adelante, aún a pesar de todo el apoyo que recibía en redes sociales por parte de los aficionados, con campañas mensuales durante años. Incluso llegó a abandonar Sega y a intentar demostrar la viabilidad de la franquicia a través de productos derivados como Shenmue Online o Shenmue City, un multijugador masivo online y un juego de móviles que no tuvieron el apoyo esperado por el creativo.

Hasta que por fin, en el E3 de 2015, se anunció finalmente Shenmue III. O, mejor dicho, se anunció el Kickstarter en el que los aficionados tenían que mostrar su apoyo y ayudar a financiar el título que llevaban 14 años esperando. Aunque dicho Kickstarter estuvo envuelto en abundantes polémicas por la poca transparencia, sobre todo en lo que respectaba a si Sony financiaba algún porcentaje del juego, acabó siendo un éxito al recaudar más de 6 millones de dólares, lo cual lo convertía en el videojuego que más había recaudado en la historia de la plataforma, así como la sexta campaña más financiada entre todas las categorías. Era el triunfo de los usuarios, que habían logrado sacar del ostracismo a una franquicia que adoraban y cuyo final querían llegar a conocer algún día. Rara vez se ven cosas similares, con una Sega que, aunque se desmarcó del desarrollo, no dudó en ponerle todas las facilidades a Yu Suzuki para disponer de materiales y de la propia licencia.

Esta puesta en situación es muy importante en un juego como este, puesto que su mera existencia es gracias a los aficionados de las primeras entregas. Precisamente por eso, no contó con un presupuesto excesivamente boyante (aunque seguramente haya sido superior a esos 6 millones recaudados por los aficionados) y se preocupó en exceso de satisfacer a esos aficionados de las obras originales. Es decir, el juego es una continuación perfecta al punto en el que nos dejaba Shenmue II, de tal modo que a nivel de mecánicas de juego y de desarrollo de la historia estamos ante un juego que bien podría haberse lanzado a principios de siglo (no así a nivel gráfico, claro está). Esto está provocando una división entre crítica y usuarios, puesto que algunos le exigen más a la franquicia y otros están disfrutando mucho con esta carta de amor a los originales.

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En nuestra opinión, ambos bandos tienen razón y el propio Yu Suzuki es consciente de ello. En una entrevista reciente, dijo que él valoraría a Shenmue III con un 7,5, dejando claro, incluso sin decirlo abiertamente, que no es exactamente el juego que le hubiese gustado hacer. El propio creativo ha sido consciente de las limitaciones que tenía para trabajar y, por eso mismo, ha ido a lo seguro y ha optado por reutilizar tanto materiales previos como fuese posible, incluso a nivel jugable. No deja de ser un capítulo de transición, algo que se nota en exceso en un argumento que el propio Suzuki no quiere que avance demasiado, seguramente con la esperanza de poder contar con un mayor apoyo económico en futuras entregas. De hecho, esta aventura cubre aproximadamente hasta la mitad de la historia y Suzuki ya está hablando de Shenmue IV.

Todo esto provoca que el juego tenga lagunas importantes, pero que las sabe ocultar bastante bien a ojos de un jugador de antaño, que disfruta descubriendo todo el mundo que le rodea y explotando las posibilidades del mismo. La franquicia Shenmue fue, desde sus inicios, para jugar con mucha calma y deleitarse con los pequeños detalles. Y, aunque Shenmue III dista de la profundidad abrumadora de las primeras entregas, es fácil sumergirse de nuevo en el universo que nos propone la búsqueda de venganza de Ryo Hazuki. Sin darnos cuenta, a pesar de nuestras reticencias iniciales, estamos metidos de lleno en la trama a medida que nos familiarizamos con los entornos y los personajes. Eso, para los usuarios que llevan 18 años esperando este juego, es lo mejor que podía pasar. Shenmue III puede ser duro para los jugadores neófitos que no conocen la historia de los capítulos anteriores, pero es una auténtica carta de amor para aquellos que lo apoyaron durante décadas.

Una trama que no arriesga demasiado

Uno de los principales motivos por los que los aficionados ansiaban el regreso de la franquicia es por su apasionante argumento y sus carismáticos personajes. A lo largo de las dos primeras entregas, se nos presentaba un universo realista en el que parecía haber tintes mágicos y mitológicos, puesto que visitábamos parajes reales y teníamos que preocuparnos por cosas cotidianas a la par que indagábamos en la historia de una leyenda sobre los dos espejos mitológicos. Al principio del primer juego, el protagonista, Ryo Hazuki, veía cómo su padre era asesinado por Lan Di en un intento de recuperar uno de esos espejos, que en teoría estaba en posesión de Iwao Hazuki. La sed de venganza ciega a Ryo y se lanza a la calle a comentar con sus vecinos y amigos lo acontecido, en un intento de conseguir pistas y saber dónde encontrar al villano.

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En este avance paulatino, Ryo va aprendiendo a luchar mejor y se ve obligado a trabajar para ganar dinero. Al final, acaba abandonando su hogar natal para emprender su gran viaje con una primera parada en Hong Kong y, posteriormente, Kowloon. Al final de Shenmue II, un Ryo aún inmaduro y cegado por su sed de venganza llegaba al pueblo de montaña de Guilin, donde por fin se reunía con Shenhua, la chica de la profecía a la que el personaje veía en sus sueños. Y es ahí donde en 1987, meses después del inicio de la aventura, se encuentra Ryo para este nuevo capítulo de la historia. Misteriosamente, nos encontramos cambios importantes con respecto al final de Shenmue II: Shenhua ha cambiado de aspecto y se ha eliminado el elemento fantástico de la espada flotante, según se comenta debido a la controversia generada por los aficionados que preferían mantener el realismo de la franquicia.

Tal y como comentábamos antes, el desarrollo narrativo de este capítulo, que era uno de los aspectos más importantes y esperados por los aficionados, no hace avanzar la trama tanto como podría esperarse. Un movimiento atrevido por parte de Yu Suzuki, que se la juega a ganar tiempo con esta entrega de cara a poder ahondar mejor en la historia en futuros capítulos desarrollados en mejores condiciones. Hay avances, claro está, y sobre todo se nos dejan nuevos detalles sobre el origen de los dos espejos, pero también hay bastantes misiones de relleno para alargar las pequeñas tramas. Empezamos en Bailu, un pequeño pueblo de las montañas en el que nuestro padre y Lan Di entrenaron bajo el mismo maestro y en el que pasaremos gran parte de la aventura resolviendo un problema con unos matones.

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Posteriormente, en un intento de conseguir más información sobre los espejos, nos desplazaremos a Niaowu, donde una banda ha secuestrado a la gente a la que estamos buscando. Niaowu es ya una ciudad más grande, que abandona los verdes pastos de Bailu por adoquines y edificios más grandes. Será aquí donde nos encontraremos a viejos conocidos y donde avanzaremos hacia un tramo final de combates memorable, tal y como ocurría en las entregas anteriores. De hecho, es en ese tramo final donde más carga narrativa nos encontramos y donde nos quedamos con ganas de más, a la espera de que el cuarto capítulo no tarde demasiado. En general, el juego deja un buen sabor de boca narrativo, pero sí que da pena que no se explotase más.

La evolución del combate

Sobre todo porque, a nivel de realismo del universo, nos da la sensación de que hay un pequeño paso atrás en la evolución de Ryo. La gracia de Shenmue I y Shenmue II radicaba en que lo que íbamos aprendiendo se conservaba de un juego para otro, de tal modo que si entrenábamos más éramos mejores luchadores y eso se iba notando a lo largo de la evolución de la aventura. Sin embargo, aquí da la sensación de que estamos aún más verdes de lo que creíamos y empezamos prácticamente de cero, de tal modo que tenemos que entrenar muchos y, de hecho, nos vemos obligados a hacerlo para tener alguna posibilidad contra unos simples matones al principio de este capítulo (sobre todo, después de haber superado ya el ataque de 70 enemigos en el primer Shenmue).

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Es cierto que esto responde a un intento de volver a meternos en materia tras tantos años fuera de la franquicia, pero pierde bastante coherencia argumental con los capítulos anteriores, que se antojan fundamentales para entender la trama, el universo y los personajes de este capítulo. Más allá de eso, el nuevo sistema de combate dista de ser aquel sistema heredado de Virtua Fighter y se antoja un poco más tosco, aunque funciona bastante bien y es bastante divertido. Los entrenamientos aportan mucho a nuestras capacidades en combate, de tal modo que el propio juego nos incita a conseguir nuevos pergaminos de técnicas y a hacer tanto ejercicios de entrenamiento como combates de práctica para potenciar nuestro ataque, nuestra resistencia y nuestro nivel general.

Muchas cosas por hacer

La inclusión de un sistema de progresión por niveles tan marcado no es lo que nos esperábamos de Shenmue, pero, más allá del choque inicial, funciona bastante bien y es bastante agradecido. Sobre todo, por lo bien que se integran todos los elementos del juego para potenciarlo. Al igual que en los capítulos anteriores, el mundo de Shenmue III nos ofrece abundantes cosas por hacer tales como participar en minijuegos de diversa índole: juegos en los que apostamos para conseguir dinero o llevarnos premios especiales; salones recreativos en los que conseguir premios (una pena no contar con juegos clásicos de Sega, a pesar de que el logotipo de la compañía se deja ver en numerosas ocasiones e incluso nos podemos encontrar una Saturn); coleccionar figuras de cápsulas; trabajar para conseguir dinero; reunir hierbas escondidas por todo el mapa; ayudar a aldeanos con problemas a cambio de recompensas; pescar; etcétera.

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Todo esto se interrelaciona de forma muy satisfactoria gracias al nuevo sistema de fichas y de la casa de empeños. Las apuestas se hacen por fichas que podemos canjear por objetos en una tienda, para posteriormente ir a la casa de empeños a vender dichos objetos, pero también se pueden canjear conjuntos de objetos por pergaminos de habilidades especiales. Tal es así, que a veces un conjunto de objetos puede ser la colección completa de figuras de una serie de cápsulas coleccionables, o una serie de objetos que son una mezcla de los que compramos con fichas, los que recibimos al completar misiones secundarias y los que obtenemos al triunfar en determinados minijuegos. Tal es así, que cuanto más exploremos y nos bañemos en todo lo que nos ofrece el mundo, más potenciaremos nuestras habilidades de combate y mejores luchadores seremos.

Con respecto al mundo vivo que nos transmitían las entregas anteriores, este nuevo capítulo mantiene las mismas directrices e intenta ofrecer el mismo nivel de atención al detalle y cuidar todos los detalles. No obstante, las limitaciones económicas provocan que la cosa no pueda ser tan profunda como en los capítulos de dos décadas antes, aunque el juego utiliza diversos trucos para ocultarlo y, aunque hay costuras, se notan solo cuando nos fijamos demasiado en ellas. Por ejemplo, en capítulos anteriores cada personaje tenía sus rutinas horarias muy marcadas y estas eran muy creíbles, viendo cómo se iban a sus casas o a trabajar a determinadas horas. Aquí también da esa sensación, puesto que los personajes se mueven sin cesar, pero si nos paramos a analizarlos vemos que no es así, sino que suelen moverse dentro de un bucle bastante limitado en el que se pasan en el mismo sitio casi todo el tiempo. Del mismo modo que, aunque seguimos teniendo un avance del tiempo y del paso de las horas, no dependemos tanto de los horarios de los sitios como antes.

Estas costuras son lógicas en un videojuego, aunque es algo a lo que Shenmue no nos tenía tan acostumbrados. Sin embargo, como decimos, están perfectamente disimuladas y apenas se notan. Porque, a pesar de todo, Shenmue III te abraza y te conquista casi sin darte cuenta. En el mundo que se nos presenta está todo tan perfectamente integrado que encadenamos tareas y misiones sin darnos cuenta y acabamos queriendo descubrir la totalidad de secretos del juego sin que nadie nos obligue a ello, sino simplemente porque todo lo que se nos presenta está muy cuidado y tiene sentido. Al final, acabamos invirtiendo un par de decenas de horas en llegar al final de la aventura y consigue dejarnos con ganas de más, puesto que la cosa va de menos a más de una manera muy marcada y satisfactoria.

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Apartado técnico

El punto más polémico de esta producción es su apartado técnico, el cual lleva siendo motivo de controversia desde que se mostraron los primeros tráilers del juego. El problema viene derivado (y es comprensible) del hecho de que los primeros Shenmue fuesen un prodigio tecnológico, con una calidad visual que tardó muchos años en recrearse en otras producciones. Las condiciones de desarrollo de este juego no han sido las mismas y eso se plasma en que se han sacrificado muchas cosas nivel técnico, de tal modo que en muchos aspectos sigue siendo un juego de principios de siglo. Esto, que no es un problema en los elementos narrativos, jugables o de desarrollo de personaje, pesa un poco más en el elemento visual.

Los entornos son amplios y muy hermosos, con un mundo abierto que, si bien no está muy recargado de elementos interactuables, resulta agradable de recorrer y de descubrir cada recoveco (hasta cierto punto, el propio entorno nos cuenta cosas de la vida en los lugares que visitamos). El problema nos lo encontramos en los personajes y sus animaciones, muy burdas en algunos momentos y, en general, poco creíbles. También destaca que algunos rostros de personajes secundarios, en vez de ser hiperrealistas como antaño, se ven algo más caricaturizados y desentonan un poco con el tono general de la franquicia. Asimismo, las primeras escenas narrativas, con Shenhua y Ryo hablando mientras caminan (igual que al final de Shenmue II), están llenas de cortes y fundidos en negro, con los personajes parándose para hablar de frente y luego otro fundido en negro para que sigan andando. Hay margen de mejora en estos aspectos.

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Del mismo modo, algunas acciones normales, como podría ser el llamar a las puertas de las casas, están también acompañadas de ese fundido en negro para presentarnos una minisecuencia. En general, el juego se mueve en ese doble filo entre presentarnos cosas muy buenas y otras en las que hubiese necesitado más tiempo y presupuesto para estar a la altura de lo que al propio Yu Suzuki le gustaría. En cuanto a la banda sonora, la calidad de la misma es excepcional, puesto que se alimenta mucho de melodías ya grabadas de las primeras entregas (que ya eran exquisitas en su momento) y añade otras que se amoldan a la perfección a las situaciones y a la lista de temas ya históricos de los juegos anteriores. El doblaje, tanto en inglés como en japonés, es funcional desde el punto de vista de que todos los personajes tienen voz y funcionan bastante bien, pero tampoco es el mejor doblaje que nos hayamos encontrado, sobre todo por unos diálogos a veces poco naturales en los que el jugador tiene que poner de su parte para conseguir darles un mayor sentido.

Conclusión

Se pueden decir muchas cosas sobre Shenmue III, pero ante todo es un triunfo para los aficionados a los videojuegos, un trofeo que reconoce la tenacidad y la pasión de los amantes de una franquicia que han luchado durante más de una década por ver la continuación de uno de sus juegos más queridos. Es, por tanto, un juego pensado por y para esos aficionados que lo han hecho posible, de tal modo que recupera dinámicas de juego y sistemas de principios de siglo en un intento de ofrecerle al aficionado lo que se espera de una franquicia como Shenmue. No por ello deja de lado a los nuevos jugadores (de ahí los resúmenes de la historia hasta ahora o los numerosos tutoriales para entender el funcionamiento de todo), pero cierto es que no resulta tampoco especialmente amable con los neófitos, para los que es más recomendable empezar por las dos entregas anteriores. Shenmue III tiene bastantes cosas bastante toscas, las cuales trampea con elegancia para minimizar su impacto, pero también tiene un carisma y un encanto únicos que hacen que no seamos capaces de soltar el mando y queramos seguir avanzando y descubriendo el universo que se nos presenta en pantalla. <br><br>Sabemos que, en mejores condiciones de desarrollo, Yu Suzuki es capaz de hacer cosas mejores y nos da pena que no haya sido así; pero, al mismo tiempo, reconocemos el mérito que tiene haber sacado un juego como Shenmue III con las limitaciones que tenía el creativo nipón. Le damos la razón en la nota que él mismo le da al juego, una nota que para el aficionado que lleva dos décadas esperando este juego aumenta hasta el sobresaliente y para el jugador neófito puede bajar al suficiente. No obstante, es un juego que logra reavivar en nosotros la llama y lo único que nos preocupa, llegados al final de la aventura, es que no tardemos demasiado en ver Shenmue IV.

Lo mejor

  • El regreso de una franquicia clásica gracias al apoyo de sus aficionados.
  • Aunque le cuesta un poco arrancar, acaba enganchando a las pocas horas y cuesta dejarlo.
  • La banda sonora sigue siendo magistral.
  • Muchas cosas por hacer.

Lo peor

  • Aunque deja detalles muy interesantes, la trama se contiene un poco y no avanza tanto como nos gustaría
  • - Las carencias a nivel técnico, sobre todo en las escenas de vídeo y en las animaciones de los presonajes
  • El sistema de combate no se amolda tan bien al juego como el sistema clásico
7.5

Bueno

Cumple con las expectativas de lo que es un buen juego, tiene calidad y no presenta fallos graves, aunque le faltan elementos que podrían haberlo llevado a cotas más altas. Cómpralo sin miedo.