Sylvanas Brisaveloz, la Dama Oscura de la Horda
Repasamos la compleja historia de venganza y alzamiento de Sylvanas Brisaveloz ante la llegada de Shadowlands, nueva expansión para World of Warcraft.
No es fácil acabar con la Dama Oscura. Sylvanas Windrunner (o Brisaveloz) se alzará de entre los muertos una y otra vez con tal de cumplir sus propósitos y proteger a su gente. Algunos de los títulos que ostenta son Reina y fundadora de los Renegados, jefa de guerra de la Horda y por si fuera poco: mejor arquera de Azeroth. Una vida encadenada por muertes y resurrecciones construye la historia de uno de los personajes más interesantes y complejos del universo de World of Warcraft. Con la recién anunciada expansión, Shadowlands, sabemos que la forestal oscura todavía tiene mucho que contar y por ello ha llegado el momento de repasar sus hazañas más importantes y dejar un resumen de ellas por escrito.
Recordamos que los reportajes marcados como Cazadores de lore contienen spoilers de los juegos que tratan.
Los orígenes de Sylvanas: familia y primeros pasos en la guerra
La familia Windrunner (Brisaveloz en español) a la que pertenece Sylvanas fue una de las más importantes dentro de la sociedad de los Altos Elfos. También llamados Elfos Nobles, se trata de una raza descendiente de los Elfos Nocturnos Altonatos que abandonaron el continente occidental Kalimdor para asentarse en los Reinos del Este y fundar la región boscosa de Quel’Thalas. A pesar de tener unos orígenes cargados de tragedia y conflictos, los Altos Elfos consiguieron un número significativo de efectivos al unirse a la Alianza y participar en diversas Guerras como la Troll. Fue en la Tercera Guerra cuando la tragedia volvió a acompañarlos.
Antes de llegar a estos eventos debemos nombrar a las hermanas y hermano de Sylvanas: Alleria, Vereesa y Lirath. Junto a ellos tuvo una infancia relativamente apacible en su hogar, Windrunner Spire, situado los bosques de Quel’thalas. Aun así, “tranquilidad” no es un término que se relacione con Sylvanas. Al crecer, no tardó en unirse al cuerpo militar de los Forestales, arqueros y guerreros de élite muy hábiles en las escaramuzas. Las dotes de liderazgo e ingenio militar de Sylvanas empezaron a relucir cuando ascendió en las filas de los Forestales hasta convertirse en su General con el paso de los años.
Cuando se desató la Segunda Guerra, conflicto entre las fuerzas de la Alianza y la Antigua Horda, los Altos Elfos tan sólo ofrecieron una pequeña ayuda a la Alianza al enviar un comando liderado por Alleria, hermana mayor de Sylvanas. En cuanto a ésta, partió junto a los restantes Forestales hacia los bosques de Quel’Thalas cuando escucharon que unos misteriosos fuegos estaban poniendo en riesgo su hogar. Al llegar se encontraron con unos trolls del bosque amenazando con una emboscada a las fuerzas de Alleria. Por su impulsividad y determinación, Sylvanas consiguió que sus exploradores se unieran a la refriega y lograron la victoria.
Las dos hermanas se pusieron al día y Alleria comunicó que los bosques al sur de la nación elfa estaban siendo arrasados por una banda de orcos y algunos dragones. Allí se dirigieron las fuerzas de Sylvanas con tal de asistir al ejército a manos del paladín Turalyon. A pesar de la dureza de la batalla, finalmente los efectivos de la Horda cayeron, la facción fue expulsada de Azeroth, el Portal Oscuro fue destruido y la Segunda Guerra tocó a su fin. Así fue la primera victoria del bando de Sylvanas, quién demostró que estaba preparada para adaptarse a cualquier reto bélico y reaccionar a tiempo con tal de conducir a los suyos hacia el éxito.
Tras la guerra, los Altos Elfos decidieron ir por libre y separarse de la Alianza. Por ello, fueron Sylvanas y los Forestales restantes los encargados de proteger Lunargente de cualquier amenaza. A pesar de que la calma parecía reinar en las tierras de los elfos y los bosques consiguieron recuperar su antigua belleza, Sylvanas se mantuvo alerta y preparada, ya que sabía que la paz es frágil y se puede romper con facilidad.
Caída en la oscuridad, el enfrentamiento contra Arthas
Los temores de la General de los Forestales se hicieron realidad cuando un ejército de muertos vivientes comandados por Arthas, El Traidor de Lordareon, aparecieron repentinamente en las fronteras de Quel’Thalas. Confiada, Sylvanas lideró una vez más a sus ejércitos con tal de detener el ataque, pero no tardó en comprobar que los no-muertos superaban en número a los vivos, por lo que su estrategia cambió hacia una táctica de constante lucha de guerrillas y retiradas cuando fuera necesario.
Llegó el momento en el que escapar no fue una opción. Las fuerzas de Arthas rompieron las poderosas defensas de Quel’Thalas y acabaron con todo elfo que les hizo frente. Ante esta desesperada situación, Sylvanas trató de enviar un aviso a la ciudadela de Lunargenta para ordenar una evacuación, pero su contrincante se las ingenió para detener a todos los mensajeros con tal de mantener su ataque como sorpresa. La General demostró que rendición no es una palabra que forme parte de su vocabulario y se enfrentó directamente al príncipe hasta que él, con ayuda de sus poderes sobrenaturales, consiguió clavar su espada en el estómago de Sylvanas y acabar con ella. .
Tras la batalla, el informe oficial aclaró que que la General Brisaveloz luchó y murió para defender a su patria y que su cuerpo sin vida no recibió los honores adecuados al consumirse en el incendio que destruyó la capital elfa. Sin embargo, la realidad fue que Sylvanas fue herida mortalmente y arrastrada por el propio Arthas hasta un antiguo templo, donde los Trol Tumorani realizaban sacrificios humanos con prisioneros de guerra elfos. Allí la mantuvo viva durante días y la sometió a terribles torturas hasta que se cansó de hacerlo y decidió acabar finalmente con su vida.
Pero el descanso no llegó para Sylvanas, puesto que el príncipe la trajo de vuelta mediante sus artes nigrománticas y la convirtió en un espíritu cargado de odio y maldad. En esta nueva forma no-muerta, pasó a estar controlada por completo por el Rey Exánime y al recuperar su cuerpo obtuvo un nuevo título: Reina Alma en Pena.
Su rubia cabellera y brillantes ojos verdes se convirtieron en color ceniza y penetrante rojo sangre respectivamente, mientras que su piel permaneció del azul que presentan los muertos y su armadura cambió para ser violeta y más amenazadora. Una nueva apariencia, mucho más oscura, para acompañar al color del que se había teñido su alma.
El ascenso en las filas de los no-muertos
El no disponer de voluntad propia no fue un impedimento para que las fuertes convicciones y habilidades de Sylvanas desaparecieran. Sin embargo, sí que se vio obligada a cambiar de estilo de lucha, puesto que la Reina Alma en Pena descubrió que el vínculo que tenía con la naturaleza había desaparecido con su muerte. Por ello, se desarrolló en las artes nigrománticas y consiguió crear a los Forestales Oscuros.
Su pericia le permitió ascender rápidamente rápidamente en la jerarquía del Azote y se convirtió en una de las principales Generales de su archienemigo, Arthas. Junto a él, se encargaron de acabar con los traidores y todo aquel que se opusiera a su régimen del terror. Los humanos restantes de Lordaeron también fueron víctimas y en este punto Sylvanas demostró que el ser en el que se había convertido no tenía piedad ni reparos en sesgar vidas de niños ni ancianos inocentes:
Fue en ese momento cuando Ner’zhul, viejo chamán y Jefe de Guerra de los clanes orcos de la antigua Horda, se debilitó y perdió el control de las mentes de Sylvanas y las Almas en Pena. Ella demostró su inteligencia al ocultar este hecho para elaborar un plan propio y se reunió en secreto con los Señores de los Demonios traidores para ayudarles en su plan de detener a Arthas. Eso sí, siempre bajo sus propias reglas.
Hora de la venganza
“Le odio. Tengo mis propias razones para buscar venganza. Arthas asesinó a mi gente y me convirtió en esta...monstruosidad”. Con ello, Sylvanas demuestra que tiene conocimiento de su propia caída en desgracia y al describirse a sí misma como “monstruo” denota el desprecio que siente por el ser en el que ha convertido.
Por aquel entonces Arthas ya confiaba plenamente en Sylvanas, creyendo que el control mental por parte de fuerzas oscuras seguía fuerte e inalterado. Fue un grave error, puesto que la Reina de las Almas en Pena lo engañó para reunirse a solas con él en los bosques y una vez allí le clavó una flecha diseñada especialmente para contener un veneno paralizante.
“Así que has llegado, Arthas. Es hora del ojo por ojo”
Arthas le pidió una muerte digna y rápida, pero Sylvanas decidió aplicar la misma táctica que su enemigo usó con ella y otorgarle una muerte lenta y dolorosa. Sin embargo, su plan se vio truncado cuando las fuerzas de Kel’Thuzad aparecieron e hicieron huir a las Almas en Pena. A pesar del ligero fracaso en la estrategia, ese fue el momento en el que Sylvanas y otros muertos vivientes se libraron finalmente del control de Ner’zhul. No consiguieron recuperar sus cuerpos originales, pero al menos sus almas fueron liberadas para tomar su propio rumbo.
Sylvanas fue una vez más líder de un pequeño grupo de no-muertos que buscaban venganza. Debido al tamaño reducido de sus fuerzas, llegó el momento de buscar aliados. Los Grandes Demonios se ofrecieron para unirse a ella, pero la Reina no quiso someterse a nadie ni perder un ápice de su recién recuperada libertad:
Los elegidos para formar parte de sus filas fueron una selección diversa de ogros, trols del bosque, gnolls, bandidos e incluso murlocs, a cuyos líderes poseyeron las Almas en Pena enviadas por la líder. Con este variopinto y poderoso ejército, Sylvanas triunfó en la guerra e incluso usó su poder de convicción para convencer al demonio Varimathras de matar a otro Señor de los Demonios, algo prohibido entre su clase.
Al haber eliminado a todos sus enemigos, Sylvanas se proclamó como la líder de los Renegados, un título que conserva en la actualidad. Gracias a esto, el grupo de los Renegados no requirió seguir nunca más al Azote o a la Legión y fueron libres de tomar su propio camino y acabar con todo aquel que se les interpusiera.
Reina Banshee y líder de ejércitos de la Horda
El haberse tornado tan poderosa no hizo a Sylvanas perder de vista sus orígenes. La reina considera que a pesar de estar muerta su obligación sigue siendo la de asegurar la protección de Quel’Thalas. Por ello, aparte de sus funciones bélicas, se encarga de enviar de forma continua suministros y tropas a los Elfos de Sangre. Con ello nos demuestra que todavía queda algo de bondad en su frío corazón y que lamenta el haberle fallado a su pueblo cuando cayó ante Arthas.
Hablando de antiguos enemigos, Varimathras todavía no había caído y tenía la intención de ejecutar su propia venganza al realizar un alzamiento en Entrañas. Una vez más, Sylvanas estuvo preparada para hacerle frente al comandar a un ejército de la Horda con la intención de retomar la ciudad junto a Thrall y Vol’jin. Al llegar a la Sala del Trono de la ciudad, la Reina Banshee acabó finalmente con la vida de Varimathras, pero la historia no acababa ahí.
Al poco volvió a surgir el nombre de Arthas, quién ya hace tiempo huyó y se dirigió al Trono Helado de la Corona de Hielo para fusionarse con el mismísimo Rey Exánime. Tuvo esta posición durante un largo tiempo hasta que la Dama Oscura llegó al lugar en busca de la venganza definitiva. Antes del enfrentamiento, ella se reunió con el espíritu de Uther el Iluminado (fundador de la Sagrada Orden de Paladines la Mano de Plata y asesinado a manos de Arthas), quien la advirtió de que si Arthas era destruido, alguien debía reemplazarlo como Señor de la Plaga con tal de evitar un holocausto por parte de los no-muertos.
No sería nada fácil vencer al Rey Exánime, puesto que había incrementado su poder hasta límites insospechados y Sylvanas se dio cuenta de que ni siquiera la totalidad de las fuerzas de su facción podrían acabar con él. Sin embargo, sí que consiguieron matar a Arthas (en concreto a manos del Alto señor Tirion Vadín y sus campeones de la Luz). Cuando uno de los aventureros, que portaba la legendaria Agonia de Sombras, le llevó a la Reina un vial de sangre que encontró en un cofre sellado, ella pronunció unas palabras que largo tiempo había querido soltar:
Así, dejó de ser problema de Sylvanas y pudo pasar página a una larga historia de odio y venganza.
Nuevos conflictos y un futuro oscuro y prometedor
Al cerrar finalmente el capítulo de la historia contra Arthas, la Dama Oscura se pudo dedicar a concentrarse en otros asuntos. Uno de ellos era el enfriamiento entre las relaciones de los Renegados con el resto de la Horda desde la batalla de Angrathar la Puerta de Cólera. En aquel momento el Jefe de Guerra era Garrosh, quién presionó a las fuerzas de Sylvanas para dejar de producir y experimentar con la Nueva Plaga, una versión adaptada de la plaga que asoló Lordaeron. Con sus efectos, la líder de los Renegados buscaba aniquilar tanto al Azote como a otras razas para predominar por encima de los demás y extender su reinado.
Por otro lado, dada la incapacidad de reproducción que sufre su ejército, Sylvanas hizo un pacto con las Val’kyr (quienes sirvieron al Rey Exánime en el pasado) para levantar a los caídos y transformarlos en no-muertos. Ellas también la ayudaron a ella misma a regresar de la muerte más de una vez con tal de continuar con sus ambiciosos planes, por lo que con ello quedó claro que las val’kyr representan el futuro de los Renegados.
La enemistad con Garrosh siguió creciendo hasta que Horda y Alianza se unieron para penetrar en la capital orca y poner fin al reinado del Jefe de Guerra, quién se había tornado demasiado ambicioso y cegado por ansias de poder. Sylvanas ayudó en la contienda, no por tener una especial simpatía con las fuerzas de la Alianza sino porque creyó que acabar con Garrosh sería lo mejor para su gente. Recordamos que la líder de los Renegados siempre se ha caracterizado por seguir su propio camino con tal de lograr sus fines, de forma egoísta pero efectiva.
Finalmente, Garrosh fue derrotado y capturado y a pesar de que Sylvanas deseaba su ejecución inmediata, acabó por ser juzgado. Sin embargo, la Reina no se detuvo ahí y trató de asesinarlo utilizando a su hermana, Vereesa Windrunner, para envenenar la comida del líder orco. Ésta se llegó a plantear el comandar a los Renegados junto a Sylvanas, pero finalmente cambió de opinión y traicionó a su hermana. Ella perdió toda esperanza acerca de la fortaleza de los lazos familiares y juró que no volvería a amar a nadie nunca más.
Más adelante (en los eventos de Legión), Horda y Alianza volvieron a unir fuerzas para hacer frente a la creciente amenaza de la Legión Ardiente, cuyo propósito era el de invadir Azeroth. Sin embargo, esta tregua acabó cuando Sylvanas retiró sus tropas durante la batalla y esto condujo a la muerte del rey Varian Wrynn de la Alianza. En este caso no fue una estrategia propia, sino que el jefe de guerra Vol’jin se lo había encargado. Antes de morir y con sus últimas palabras, él legó su título a Sylvanas y finalmente se convirtió en Jefa de Guerra de la Horda.
En los eventos de Battle for Azeroth, Sylvanas demuestra una vez más sus grandes dotes de liderazgo e ingenio en puestos de poder, además de seguir teniendo sus propias convicciones (que pueden ir o no ligadas a la Horda a pesar de ser su líder de guerra). Por este motivo y después de diversos sucesos (que serían interminables de narrar al detalle), las fuerzas de la Horda se acabaron dividiendo entre los que apoyaban a Sylvanas y sus ambiciosos y terribles planes y los que se posicionaban con Varok Colmillosaurio (legendario guerrero orco), quien fue uno de los generales de la Jefa de Guerra. Al no poder soportar más el reinado cruel y brutal de Sylvanas, le hizo frente a pesar de conocer de antemano que era una batalla que no podría ganar. Así fue, cuando la líder usó su magia oscura para acabar con la vida del orco rebelde.
Lo último que conocemos de las andadas de nuestra protagonista es lo visto en el recién estrenado tráiler de Shadowlands (la nueva expansión que llegará en 2020). En él, Sylvanas abre paso hacia la ultratumba después de que los defensores más valerosos de Azeroth hayan caído en una oscuridad que todo lo consume. Tras una intensa batalla contra el Rey Exánime (Bolvar Fordragon tras la muerte de Arthas), logra vencerlo y quitarle el yelmo:
Con estas palabras y haciendo alarde de una fuerza inconmensurable, la Reina Banshee, jefa de Guerra de la Horda, Dama Oscura y líder de los Renegados destruye el casco del Rey Exánime. Con ello, desata a incontables no-muertos, algo que conducirá al terrible holocausto del que Uther la advirtió tiempo atrás. Pero ya no importa, puesto que Sylvanas se ha convertido en una sombra de lo que una vez fue. Una oscura y poderosa sombra que quiere ver el mundo arder y a los muertos dominar las tierras de Azeroth. Y por lo que parece, nos invita a todos a tratar de detenerla…o bien unirnos a ella, una vez más.
Fuentes:
- RPG