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Wolfenstein: Cyberpilot

Wolfenstein: Cyberpilot

Traspiés virtual

Wolfenstein: Cyberpilot, análisis. Las mascotas de los nazis

Analizamos el último spin-off de la saga Wolfenstein, que parte de una propuesta inmejorable (matar nazis en realidad virtual), pero no está a la altura.

La saga Wolfenstein está de vacaciones. Ha hecho las maletas y se ha ido de viaje. Quiere tomarse un descanso entre el lanzamiento de Wolfenstein II: The New Colossus, que salió en 2017, y el de su tercera entrega, ya confirmada por Bethesda. Y claro, todos sabemos lo que significa irse de vacaciones. Destinos exóticos, camisas horteras, sangría, canciones que no reconoceremos haber bailado y, sobre todo, ganas de experimentar y probar cosas nuevas. En el caso de Wolfenstein, esto se traduce en un viaje de autodescubrimiento que no pasa por chiringuitos y caipiriñas, sino por el mundo cooperativo y la realidad virtual. Son dos ámbitos en los que quiere probar suerte y hacer fortuna antes de volver con lo que de verdad importa: el fin de la trilogía de Blazkowicz. Pertenecientes a las fiebres veraniegas de ese interrail nos llegan ahora Wolfenstein: Youngblood y Wolfenstein: Cyberpilot, propuestas muy distintas a lo habitual y amores de verano que, curiosamente, salen a la venta el mismo día.

No cabe duda de que la hermana que acapara los focos y baila en el escenario principal es Wolfenstein: Youngblood, spin-off cooperativo del que podéis leer un análisis aquí. Podría parecer un fallo que Bethesda publique ambos juegos en la misma fecha, pero no lo es. Lo cierto es que si Youngblood es una entrega menor dentro de la serie, Cyberpilot es un proyecto aún más pobre y austero. En nuestra ya lejana vida escolar, todos hemos presentado algún trabajo que hemos realizado deprisa y corriendo el día de antes porque nos habíamos olvidado de él. Por desgracia, eso es lo que parece Cyberpilot para su desarrolladora, un título hecho deprisa y corriendo que coincide con la salida de Youngblood porque, si es eclipsado por éste y nadie se acuerda de él, casi que mejor.

Todo el juego es solo un tutorial

Wolfenstein: Cyberpilot es un juego de realidad virtual que vale 19.99 euros, apenas dura dos o tres horas y ha sido desarrollado por los 27 miembros de Arkane Studios Lyon, el segundo equipo de los creadores de Prey y Dishonored. Por momentos parecen los castigados de la propia Arkane, aquellos a los se ha relegado a trabajar sin apenas presupuesto o herramientas. Porque eso es lo que caracteriza cuanto hemos probado, la falta de recursos y de ambición. El título nos pone en las manos de un agente anónimo, enemigo de los nazis, que hackea tres de las más letales creaciones alemanas (un panzerhund, un dron y un zitadelle) y las vuelve contra ellos. A grandes rasgos, la obra se compone de un tutorial para aprender a manejar cada uno de estos bichos y de una misión con los tres juntos... que se corta a la mitad y hace saltar los créditos. El juego es un tutorial gigante cuya lista de nombres y agradecimientos final (con Machine Games y Zenimax como autores del delito) dura más que las propias misiones.

Durante esas dos o tres horas, la estructura del juego es siempre la misma. Empezamos en una silla de ruedas ante un escritorio que hace las veces de base central. La realidad virtual sigue empeñada en que hagamos de Oráculo y no de Batman. Apretando botones y tirando de palancas nos vamos moviendo on rails por las distintas plantas de la base y se nos plantean un par de... ¿puzles?, ¿minijuegos? Es igual, pruebas muy rápidas e insustanciales que, aún inspiradas en las mecánicas de Job Simulator, resultan mucho más limitadas y torpes. En ellas se nos presenta a las mascotas de los nazis: los perros robóticos (panzerhund), drones y mechas (zitadelle). Después nos ponemos a sus mandos y, tras aprender sus controles en un tutorial (hay dos tipos de ataque y una habilidad especial), nos lanzamos a una misión con ellos. La mayor parte de estas misiones (cuatro en total) consisten en avanzar por un pasillo, hacer puntería y arrasar con todo cuanto lo que cruce en nuestro camino, como en Until Dawn: Rush of Blood. Wolfenstein: Cyberpilot quizás no sea un juego sobre raíles, pero por momentos lo parece.

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Una idea que prometía

La propuesta jugable no es mala y, de hecho, a veces resulta divertida. En parte porque matar nazis siempre es divertido y en parte porque las tres máquinas, muy diferenciadas entre sí, permiten acabar con ellos de formas muy variadas. Quemarlos, aplastarlos, desintegrarlos, convertirlos en un coladero... Especialmente destacables son las fases con el dron, que no solo son las más llamativas visualmente (quizás porque son interiores), sino que además añaden un ligero componente de sigilo y un curioso minijuego de pirateo. Los controles de cada bestia son accesibles a intuitivos. Siempre se nos va a hacer raro movernos pulsando botones y no usando un stick, que es mucho más cómodo, pero al margen de eso, el manejo es muy preciso.

Wolfenstein: Cyberpilot nos permite utilizar Dualshock 4 o PlayStation Move, no habiendo color entre lo primero y lo segundo. El mando clásico solo nos permite apuntar en una dirección y los controles de movimiento, al ser independientes, permiten atacar con el brazo derecho hacia un sitio y con el izquierdo hacia otro. Las dificultades más altas son directamente imposibles con el Dualshock. Hay tres, por cierto, normal, difícil y desafío. Recomendamos la segunda, porque normal es poco menos que un paseo y hace aún más efímero el juego. En cuanto al temido motion sickness, nosotros no hemos tenido ningún problema. Es un juego relativamente lento para ser un first person shooter (nada que ver con Doom VFR, por ejemplo) y los tiroteos se reducen a un tiro al plato con encuadre estable más que a movernos y girar la cámara.

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Ni como juego de VR, ni como Wolfenstein

Entonces, si a veces es divertido, las mecánicas tienen ideas curiosas y los controles no van mal... ¿qué es lo que falla? Lo que decíamos antes, la ambición y la falta de recursos. Los niveles son un pasillo (Wolfenstein siempre ha sido lineal, pero esto parece Final Fantasy XIII), sus escenarios están completamente vacíos, duran un suspiro, la inteligencia enemiga brilla por su ausencia y todo se siente y nota como un tutorial gigante, como el prólogo de un juego que nunca empieza. Excepto las fases del dron, todo es pulsar “hacia delante”, apuntar y disparar. Pero al contrario que juegos como Until Dawn: Rush of Blood, por ejemplo, aquí no hay factor sorpresa ni desafío alguno. Todo es simple, monótono y predecible; una mala recreativa. Parece una demo o un extra oculto de Youngblood antes que un juego en sí mismo. Fácilmente olvidable y nada rejugable. Quizás sus trofeos salven un poco esto último (por la campana).

El último nivel es el único que puede considerarse un nivel propiamente dicho. En él manejamos a las tres mascotas nazis y empieza a vislumbrarse por dónde podría ir el juego. Y pinta bien, de verdad, pero de pronto alguien cierra el grifo y le pone punto y final. Una pena. En su momento, Wolfenstein: Cyberpilot hubiera sido una primera incursión curiosa en el mundo de la realidad virtual, pero hoy día, cerca del tercer aniversario de PlayStation VR, su propuesta es demasiado parca. Existen muchas opciones más profundas y con más contenido dentro del género. Da aún más rabia que se desperdicie así el nombre de Wolfenstein y que no se aprovechen las puertas que éste abre. De hecho, el juego cierra con un amago de cómo sería un juego de la saga normal con VR, y son unos segundos, sí, pero ya pone los dientes largos. Como decíamos, una pena.

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Por último, lamentar también que la historia carece del punch habitual de la serie. El humor negro y la socarronería están reducidos al mínimo, y se echan de menos las situaciones tan alocadas y divertidas que encontramos a cada dos pasos en las entregas normales. Aquí éstas son inexistentes y la trama, anecdótica y vacía. A nivel audiovisual, Wolfenstein: Cyberpilot es discreto, sobre todo en lo sonoro. Los tiempos de carga y ese planteamiento tan lento tampoco ayudan a la inmersión. Visualmente los interiores sí que son algo más vistosos, y el fuego y algún efecto de partículas es capaz de llamar nuestra atención, pero no salvan el conjunto. Definitivamente, no es un título que tire cohetes en ninguno de sus apartados. Los robots los tiran por él.

*Análisis realizado con su versión de PS4 y PlayStation VR.

Conclusión

Wolfenstein: Cyberpilot es como estar ante el escaparate de una tienda que está cerrada y que ha sido traspasada. El escaparate está algo vacío y tiene un aspecto muy pobre, pero aún así hay cosas que nos gustan al otro lado del cristal. Por la decoración se intuye que alguien trabajó allí y que trató de ser original y distinto, quizás porque no contaba con muchos recursos. Por desgracia, al haber cerrado ya, nunca podremos comprar ninguna de las cosas que nos han llamado la atención. Nunca podremos entrar a verlas de cerca o a probárnoslas. Con Wolfenstein: Cyberpilot ocurre algo parecido. Las dos horas y pico que dura son el tutorial de un juego que nunca podremos comprar. Una sucesión de ideas y propuestas que, a veces más, a veces menos inspiradas, por momentos prometen y hasta divierten (matar nazis siempre lo hace). Sin embargo, no dejan de ser una exposición, un escaparate, y nos quedamos en la superficie, siendo la experiencia demasiado precaria y simplona. En cuanto parece arrancar va y se acaba. La puerta al juego completo, el de verdad, está cerrada. No existe. Solo su introducción; solo las escaleras de entrada. La sensación de que le faltan tiempo, recursos e interés siempre está ahí. Se le ven tanto las costuras que ni siquiera le quedan el humor, la personalidad y la irreverencia de los últimos Wolfenstein. Cyberpilot es una apuesta menor y desaprovechada. Hay muchas tiendas en el mundo de la realidad virtual con las puertas abiertas y más contenido en sus escaparates.

Lo mejor

  • Matar nazis.
  • Los controles funcionan bien y la idea no era mala. La última misión y las fases con drones prometían.

Lo peor

  • Dura menos de tres horas y todo el juego da la sensación de ser un mero tutorial.
  • Carece del humor, el atrevimiento y la capacidad de sorprender y divertir que se le presuponen a un Wolfenstein.
  • Sus propuestas son demasiado simples y monótonas. Todos sus apartados pecan de pobres.
5

Mejorable

Puede tener elementos aceptables y entretener, pero en general es una experiencia que no dejará huella. Sólo recomendable en caso de sequía de este género de juegos.