La historia (más conflictiva) del PC: Windows y el despido y retorno de Jobs a Apple
Nuestro PC de hoy es el resultado de la competencia, más o menos cruenta, entre distintos personajes, compañías y tecnologías. La máquina que ahora disfrutamos era la apuesta de los que mejor lo han hecho o menos escrúpulos han demostrado, dejando atrás a otras tecnologías que nos hubieran llevado por caminos bien distintos.
- Tercera parte: De cómo Gates se hizo con la idea de Windows, Jobs le acusó de traidor y resulta que nunca hubo tal traición. De cómo el PC con Windows dominaría el mundo. De cómo el mejor anuncio de la historia se ha emitido una sola vez. De cómo un director de Pepsi despediría a Jobs de su propia Apple. De cómo fuera de la empresa Jobs se forraría aún más gracias a Toy Story. De cómo Apple ruega el retorno de Jobs, que decide volver para acabar convertido en LEYENDA.
En la primera de las dos entregas anteriores os contamos cómo se conciben las primeras computadoras durante la segunda guerra mundial, con la disputa de la paternidad de este invento (y su patente) por parte de varios genios. En la segunda entrega os narramos cómo esas computadoras gigantescas y de coste millonario se fueron convirtiendo en los PC que ahora disfrutamos, y la determinante participación de un fabricante IBM, y génios contemporáneos como Bill Gates, Steve Jobs o Steve Wozniak. En esa parte os narramos de quién era orginalmente la idea de un interfaz gráfica; quién tuvo la idea matriz de Windows. En esta tercera entrega os contaremos qué ocurrió una vez que Gates "traicionara" a Apple e IBM y cómo los caminos de estos personajes se separaron y volvieron a cruzar en una historia que es tan perfecta para la ficción que cuesta creer que fuese cierta.
Volviendo a la década de los 80, Xerox y Jobs, el de la manzana propone comprar la tecnología que había visto en el Xerox Alto a cambio de una participación de acciones en su empresa. En Xerox aceptan encantados, dado que era un beneficio indiscutible a cambio de una tecnología con la que no habían sabido qué hacer en una década.
La primera crisis de Apple
Apple ya era una empresa monstruosa para la época y, como tal, difícil de conducir. Wozniak era un ingeniero, no un empresario y ¿qué decir de Jobs? que era un visionario capaz de sacar dinero de las piedras, pero al que no le gustaba gestionarlo. La dirección de Apple pasó por Mike Markkula, un bróker que tuvo el acierto de prestar dinero a los fundadores de Apple cuando más lo necesitaban, entrando con pleno derecho en la empresa en 1977, pero no contaba con el suficiente empaque para tal labor. Por esa razón Jobs buscó un CEO, un presidente para Apple, y se fue a por el que creía el mejor.
Jobs contactó con John Sculley, por aquel entonces CEO en Pepsi. Hay una frase ya histórica mediante la que Jobs habría ofrecido el puesto a Sculley: “¿Quieres vender agua azucarada el resto de tu vida, o quieres tener una oportunidad para cambiar el mundo?”. Aceptó la dirección de Apple, dejando las manos libres a Wozniak y Jobs para seguir con el desarrollo del sucesor del Apple II, el bautizado como Apple Macintosh.
Sin embargo, el desarrollo de esta máquina no iba todo lo bien que cabía esperar y, de nuevo, hemos de volver a hablar de Bill Gates.
Cuando Jobs decidió adoptar el entorno gráfico adquirido a Xerox, inmediatamente pensó en Bill Gates para implementarlo en su futura Apple. La relación con Gates era perfecta, dado que ambos se habían enriquecido mutuamente gracias a las tarjetas de software implementadas en el Apple II, además de que Gates se había hecho con gran parte del mercado con su “comprado” MS DOS.
Wozniak ha manifestado posteriormente que ya advirtió entonces a Jobs de que no debía fiarse de Gates, que en cierto modo ya se la había jugado a IBM con su sistema operativo y que era un trabajo que se tenía que desarrollar “en casa”. Jobs hizo caso omiso y acabó mostrando su prototipo de Macintosh y su interfaz gráfica de ventanas a Bill Gates.
Sin embargo, sí que hizo algo de caso a Wozniak y en el acuerdo con Gates obligaba a éste a no lanzar ningún tipo de entorno gráfico similar hasta después del lanzamiento del Apple Macintosh, previsto en enero de 1983. El desarrollo del software comenzó. Gates mostró a Jobs su procesador de texto, que bautizó como Word, su hoja de cálculo, Excel y su entorno BASIC. Por aquel entonces Andy Hertzfeld, miembro del equipo original de Macintosh, volvió a advertir a Jobs de que Gates estaba desarrollando paralelamente un entorno gráfico propio, dado el interés de los ingenieros de Microsoft por cuestiones que trascendían aquello para lo que habían sido contratados.
No sabemos lo que hubiera pasado si todo hubiese ido según lo previsto, pero pronto fue evidente que el Macintosh no estaría listo para enero de 1983. Según su propia interpretación del acuerdo que había firmado con Jobs, Gates entendía que tenía libertad para hacer lo que quisiera con la interfaz gráfica prevista para los Mac, independientemente de que estos aún no se hubiesen lanzado.
En noviembre de 1983 Bill Gates anuncia un acuerdo con IBM mediante el que dotaría a sus ordenadores de un sistema operativo, sucesor de MS DOS, completamente basado en un entorno gráfico, con ventanas, iconos, un procesador de texto llamado Word, una hoja de cálculo llamada Excel… El nuevo y revolucionario sistema operativo se llamaría Microsoft Windows.
Jobs recibió aquel anuncio como una puñalada de Gates. Entendía que él había traicionado su confianza personal, así como la profesional y, además, le había vendido su idea a su rival directo, IBM.
Es conocido que Jobs hizo llamar a Gates a la sede de Apple en Cupertino y que allí, delante de su consejo de administración, se hartó de llamarle ladrón y mentiroso. A las acusaciones Gates contestó que él también había viso el Xerox Alto, que Microsoft no había robado el concepto a Apple, sino que ambos se lo habían robado a Xerox.
Windows estaba muy lejos de estar terminado, pero Gates y Microsoft se habían apuntado el tanto, casi definitivo, de haberse atribuido la interfaz gráfica como propia. Por el contario, Jobs tenía algo más que un anuncio; tenía los Apple Macintosh perfectamente operativos y listos para la venta, con un sistema operativo del que Gates solo tenía el anuncio.
Las primeras Mac salieron al mercado en enero de 1984. Jobs volcó todo su carisma en aquella máquina, con una presentación que sería la primera en lo que Steve convertiría en arte.
Las primeras ventas de los Mac estuvieron a la altura, las ventas superaban a la producción, como ahora, pero pronto se detuvieron abruptamente. Esas computadoras no estaban a la altura en prestaciones con lo que ofrecían los ordenadores clónicos, además mucho más baratos que los Mac, una circunstancia que sin duda le sonará a todo el mundo.
Los Mac acabaron siendo un fracaso en ventas. Apenas se vendían unos cientos de unidades al mes. El paraíso que había sido Apple, donde todo eran amigos y “buen rollo”, de repente se convirtió en un infierno.
El primero en sufrirlo fue Wozniak. Según ha contado él mismo, Jobs se había vuelto extremadamente maniático, obsesivo. Se movía por Apple como un gurú incomprendido y culpaba de cualquier fracaso a cualquiera, sin reconocer nunca su responsabilidad. Woz se seguía considerando un ingeniero. Él quería seguir creando, no verse en este tipo de tempestades empresariales, con lo que dejó Apple. Tenía dinero suficiente y quería vivir, con lo que desde entonces se ha dedicado a diseñar y a enseñar, actividades con las que se encuentra en plenitud. Hoy día, con 68 años, Woz es profesor adjunto en la universidad de Sydney, donde imparte clase, cuando quiere, vía videoconferencia, aunque también ha sido profesor de niños de primaria en su California natal. En definitiva, Wozniak supo retirarse a tiempo y disfrutar de la vida, aunque ello haya supuesto que no se hagan películas sobre él y que no mantenga el reconocimiento debido por su invención de la computadora tal y como hoy la entendemos.
El segundo en salir de Apple, sorprendentemente, fue el propio Jobs.
En Apple Steve Jobs seguía apostando por sus Macintosh. Entendía que en un lado estaban todos esos clónicos mediocres, capitaneados por IBM, y que enfrente, como única alternativa a ese monopolio, estaba él.
Sobre esa premisa Jobs consiguió otro hito, esta vez en forma de anuncio publicitario. En 1984, en pleno descanso de la Super Bowl, en el momento de mayor audiencia televisiva del año, con unos cien millones de norteamericanos frente al televisor, Jobs presentó su anuncio del Macintosh. Este anuncio es historia de la televisión y, si no lo conocéis, no os lo perdáis aquí:
El anuncio, dirigido por un joven Ridley Scott, costó casi un millón de dólares para ser rodado y Apple tuvo que pagar cerca de otro millón por reproducirlo. Como habéis podido comprobar, la secuencia de un minuto reproduce la distopía del universo creado por George Orwell en su novela 1984, precisamente el año en curso en aquel momento. Recordemos que esta novela describe un mundo donde todo es controlado por “el GRAN HERMANO”, una autoridad que limita todo tipo de libertades o desarrollos personales, un mundo en el que todo es gris, plano, carente de personalidad, donde todos los ciudadanos viven subyugados. Sobre ese escenario, mientras el Gran Hermano reproduce sus consignas en una gran pantalla, es Apple la que aparece, representado por una mujer que, maza en mano, destroza su imagen.
Apple en un minuto había convertido a IBM a en el Gran Hermano, un ente que todo lo abarca y todo lo controla, mientras que ellos, Apple, eran el único foco de resistencia, la única esperanza para una humanidad que, de otro modo, estaría abocada a la sumisión.
La jugada fue maestra, como otras tantas de Apple. Pero es que no solo se limitaba a eso. Jobs contrató un único pase de ese anuncio. No se volvería a ver más en televisión y hablamos de un mundo donde por supuesto no existía Youtube y las posibilidades de verlo se limitaban a algunas grabaciones caseras en VHS. De ese modo el mundo se dividió en dos: los que habían visto el anuncio y los que lo conocían porque se lo habían contado. Un escenario ideal para que aquella proyección se magnificase hasta alcanzar el estatus que tiene hoy de mejor anuncio de la historia.
Si bien el anuncio fue un éxito, los Mac no remontaban vuelo y su espacio se limitaba ante el franco avance de IBM y los clónicos. El sistema operativo MS DOS se había convertido en estándar y faltaba por llegar la puntilla al entorno Macintosh.
El 20 de noviembre de 1985 Microsoft lanza Windows. La historia de Microsoft hasta hoy es de sobra conocida. Una compañía que ha sido acusada varias veces de monopolio y de abuso de posición dominante. Pero subyaciendo a todo eso está la historia; ésta que os hemos contado, como Bill Gates compró DOS a un tercero por unos miles de dólares para revendérselo a IBM por cientos de miles, o como no tuvo reparos en vender como propia, nuevamente, una tecnología que Jobs le había confiado. Esta sombra ha perseguido a Microsoft desde entonces, sin entorpecer, eso sí, su éxito empresarial. Hoy día nadie pone en duda y es aceptado que una compañía de su tamaño trate de comprar cualquier otro software que les pueda suponer competencia y, una vez que lo ha hecho, lo adapta como propio o sencillamente lo entierra.
Pero volvamos a Jobs y “su” Apple. Tras la marcha de Wozniak Steve es el alma de una compañía a la que el resto del cuerpo no acompaña. Jobs sigue empeñado en rescatar el concepto de Macintosh, mientras los números de Apple demuestran que es un proyecto deficitario y que lo que realmente da dinero son las sucesivas revisiones de su Apple II.
Jobs había trabajado en el Macintosh Office, que se lanzaría en ese mismo 1985. Estaba convencido de que sería un rival capaz de someter al IBM PC, pero para ello no podía ser tan caro como desde Apple le calculaban. Su estrategia habría sido bajar el precio del nuevo Mac restando presupuesto del desarrollo y márquetin de Apple II. Eso es lo que le trasladó al director Sculley, recibiendo la negativa de éste.
Jobs no aceptó que alguien a quien él mismo había contratado le dijese cómo debía dirigir “su” empresa, así que convocó al consejo de administración para exponerles lo que pretendía hacer en un momento en el que Sculley iba a estar de viaje. Mike Sculley, de un modo u otro, averiguó lo que se había previsto y anuló el viaje, presentándose en el consejo. Allí razonó que Mac no era deficitario por una simple cuestión de precio y que la estrategia de Jobs no solo no generaría beneficios con los nuevos Mac, sino que viciaría los de Apple II, que en ese momento sostenían la empresa, ganándose el apoyo de los oyentes.
El consejo de administración se posicionó al completo con Sculley, incluyendo a Markkula, dejando absolutamente solo a Jobs. En este punto hay dos versiones de la historia. La primera dice que Sculley pidió a Jobs que dejase Apple. Personalmente me cuesta creer que esto fuera así, por lo que me inclino por la segunda; que Jobs, frustrado e indignado, decidiese dar el portazo y dejar la compañía. En ese momento le sobraban dinero, prestigio e ideas y su cónyuge en la creación de Apple, Wozniak, también se había ido.
Jobs no solo dejó Apple, sino que vendió todas sus acciones de la compañía, excepto una. Este detalle, si bien suponía la desvinculación práctica con la empresa que había parido, le permitía acudir como accionista a las juntas.
Con Jobs fuera de la empresa, John Sculley tuvo las manos libres para convertir Apple en lo que él entendía que debía ser: una máquina de hacer dinero. En sus diez años como director de la compañía, Apple pasó de multiplicar por diez sus ingresos, de los 800 millones que generaba en 1983, a los 8.000 millones que generó en 1993. Para ello dejó morir Macintosh y potenció sucesivas generaciones sobre Apple II. Por otra parte hizo una “limpieza” en Apple que concluyó en 1986 con el despido de unos 1.200 empleados.
Mientras tanto el PC basado en Windows dominaba el mercado. Las computadoras Apple se limitaban a entornos profesionales y esa sería una de las razones por las que esta plataforma resurgiría. El PC que todo el mundo tenía en casa se veía como una herramienta común, doméstica, mientras que Apple se asociaba con entornos profesionales, principalmente en los del diseño y multimedia. Los Macintosh ganaron una cuota de mercado en esos ámbitos que aún se mantiene.
Por otra parte, aunque no con la transversalidad que caracterizó a Jobs, Apple seguía innovando. Durante la dirección de Sculley se lanzaron los primeros portátiles Apple, los Macintosh Portable, que serían rápidamente adaptados bajo la denominación PowerBook. Estos portátiles introdujeron el formato que ahora mantiene casi todos los nuevos, con teclado, ratón y monitor integrados.
También se crearon los Newton, iniciadores de la fiebre por las PDA que supusieron la base tanto de las tabletas digitales, como de los “Smart phones”. Sin embargo, Apple estaba estancada con su división informática. El PC se había normalizado, se había convertido en herramienta fundamental para tareas tanto profesionales, como lúdicas, pero los Mac no crecían a la misma velocidad. Se habían limitado a un pequeño nicho de mercado, una parte del profesional, y los clientes no ya no eran los suficientes para mantener un emporio. Sculley fue despedido, pero él tampoco era el problema. Se había ordeñado la vaca de los Apple II durante una década, demasiado tiempo sin ideas nuevas, mientras que alrededor los compatibles habían despegado.
Para colmo, tras la salida de Jobs, Apple apostó por procesadores desarrollados por su eterno rival, IBM. Apple e IBM montaban procesadores PowerPC desarrollados por estos últimos, junto con Motorola, mientras el resto del mundo apostaba por procesadores Intel y AMD. Esta decisión no hizo más que acelerar el aislamiento de los Mac, considerados cada vez más como un sistema exótico, raro, para el cual apenas había soporte, donde las aplicaciones no eran las comunes y conocidas y destinado a gente “rara”. Apple entró en clara recesión. Había que hacer algo…
Mientras tanto, Jobs una vez dejó Apple se encontraba libre para desarrollar sus proyectos, pero optó por una opción realmente conservadora. Inmediatamente después de dejar su compañía de toda la vida, levantó el teléfono y llamó a los ingenieros de Apple que consideraba más cercanos, de confianza, y con ellos creó NeXT Computers.
NeXT se dedicó, como no, a la fabricación de ordenadores. Fijó como clientes los ámbitos profesionales y universitarios, donde vendieron estaciones de trabajo. Lo revolucionario de las NeXT no sería su hardware, que de hecho adolecía de graves problemas de compatibilidad y rendimiento en comparación con los PC clónicos, sino su software.
Jobs adoptó las estrategias de IBM y junto con sus NeXT se incluía un sistema operativo y aplicaciones que conformaban un entorno prácticamente cerrado, pero muy eficiente. El sistema operativo NeXTSTEP, una combinación de C, con Unix, orientada a objetos, que daba auténtico sentido a una plataforma de NeXT. Como curiosidad, Jobs dejó su impronta en el diseño del NeXT más exitoso, el Cube, precisamente con una caja para el sistema perfectamente cúbica de 30x30x30 cm.
Además de NeXT, Jobs dirigió su atención a la animación por ordenador y adquirió una empresa de nombre “The Graphic Group”. Invirtió en la misma y le cambió el nombre por Pixar. Unos pocos años después era subsidiaria de Lucasfilm y hacía películas para Disney. En 1995 estrenó Toy Story y fue tal éxito que cambio definitivamente el cine de animación. Pero eso, precisamente, es otra historia.
El reencuentro de Jobs y Gates. ¿Paz entre caballeros?
Por todos es conocido que la solución que encontró Apple para sus males fue la de rogar a Jobs que volviera a coger sus mandos. Y así Jobs volvió por todo lo alto, en septiembre de 1997, afianzando su figura de mesías. Parece un argumento de película, como así lo ha sido varias veces, pero así es la realidad empresarial.
Jobs volvió a Apple y lo puso todo patas arriba. Obviamente lo primero que hizo fue adquirir su anterior empresa, NeXT, integrándola dentro de Apple y “pagándose a sí mismo” 400 millones de dólares por la compañía. Apple no contaba con relevancia, estaba prácticamente hundida con todos sus desarrollos anticuados y falta de un proyecto que pudiese sostenerle a futuro. En ese momento Jobs tomó otra de esas decisiones geniales que pasarían a la historia y que aún motivan reportajes como éste.
Poneos en situación; Jobs retoma sus artes de conferenciante en los denominados Macworld, ferias que cada año presentan las novedades de Apple y en las que Jobs ha sido referente de cómo hacerse con un auditorio y presentar un producto. En su primer Macworld, en Boston, en el mismo año 1997 en el que fue “recuperado” por Apple, ante una audiencia entregada, tras dos minutos de aplausos, Jobs comienza su intervención.
Comienza la introducción hablando del pasado, de las compañías, de la competitividad y del futuro. Comienza a presentar software para sus nuevas Mac; Microsoft Explorer, Microsoft Office, Java… y en un momento dado da paso a alguien en una pantalla gigante. Era Bill Gates en una videoconferencia desde Redmond.
Aquello era sencillamente increíble. Todo el mundo que seguía aquella conferencia conocía el pasado entre Jobs y Gates y consideraba a este último como un traidor egoísta que había impedido el dominio de Apple y había ocasionado con ello la salida de su querido Jobs de la compañía… y ahora era éste el que lo presentaba en pantalla en plena Macworld… La cara de Gates en pantalla mientras era abucheado durante unos interminables segundos en los que no podía ni iniciar su exposición, son uno de esos momentos clásicos de la historia de la informática que, aún hoy, inspira “memes” y virales.
Desde ese momento Microsoft y Apple colaborarían, software y hardware, hasta hoy. Gates y Jobs han coincidido en eventos y han sido entrevistados centenares de veces sobre su historia conjunta; todo han sido alabanzas al otro, “pelillos a la mar” y hablar de un futuro siempre prometedor.
Sin embargo, detrás de la historia siempre ha habido algo de leyenda. Jobs y Gates, desde su “affaire” con el primer interfaz gráfico, siempre habían hablado mal uno del otro. Gates describía a Jobs como un neurótico incapaz de controlar sus emociones y que volcaba su frustración en los demás, mientras que Jobs de Gates decía que tanto él, como la compañía que dirigía, eran totalmente carentes de imaginación. Pero en algún momento debió haber una llamada de Jobs a Gates y lo que esa leyenda cuenta es que Jobs le puso todas las cartas sobre la mesa a Gates en plan: “Bill, mi empresa está a punto de desaparecer y eso no va a ser nada bueno para la tuya. Están juzgando a Microsoft por competencia abusiva, por monopolio… lo que menos te interesa es que Apple desaparezca. Ambos necesitamos que Apple vuelva a ser fuerte de nuevo”. Y así, o de otro modo, quizá nunca se sepa, Microsoft rescató a Apple. Es la plasmación empresarial de la trama clásica de los superhéroes de los 80; Un superhéroe no tiene sentido si no tiene enfrente un archienemigo.
Gates continuaría con su exitosa carrera, con el dominio de Windows, de Office… pero, según cuenta otra de esas leyendas, quedó muy tocado emocionalmente tras verse abucheado por los fans de Apple. Jobs se había elevado hasta casi ser un semidios en la tierra, mientras que él era el villano, el vil demonio ladrón con el que debía competir. Esa podría ser una de las causas de que Gates creara la fundación benéfica “Bill & Melinda Gates Fundation”, que cada año dona decenas de millones de dólares como filántropos o para proyectos humanitarios.
Sea como fuere, con la dirección de Jobs y el apoyo de Gates, Apple resurgió. Llegó el iMac de Jobs, una computadora que de nuevo se mostraba revolucionaria por su concepción y diseño. Jobs contaba ya con Sir Jonathan Paul Ive, Jony Ive para los amigos, que consolidó su labor de diseñador en Apple con aquel iMac y que luego ha mantenido con iPod, iPhone, iPad... Personalmente me parece el diseño más espectacular que ha tenido un PC comercial. Las cifras de Apple empezaban a rebotar. Y eso no era más que el principio.
Un día Jobs llegó muy enfadado a su trabajo. Su reproductor MP3 se le antojaba pequeño, lento e ineficaz. Lo arrojó con fuerza encima de la mesa de los ingenieros de su empresa y les pidió que le hicieran un reproductor de MP3 en condiciones. En el siguiente Macworld Apple presentaba el iPod, y con él la leyenda se hacía más grande.
En cuestión de meses iPod era el reproductor MP3 por excelencia. No solo era el mejor, además aportaba algo que Apple había conseguido ir amasando con el tiempo: prestigio. Llevar un iPod no era lo mismo que llevar un Creative, por poner un ejemplo, aunque este último ofreciese mejores prestaciones. Estaba el prestigio de llevar un dispositivo con la manzana de Apple. Pero de esto no os vamos a hablar ahora, porque es algo que todos conocéis.
Aunque quizá no conozcáis la siguiente anécdota alrededor de Apple, la manzana y su iPod. Era tal el éxito de este dispositivo que desde Hewllet-Packard contactaron con Jobs tanteando el terreno por el que iría el siguiente movimiento de Apple en cuanto a reproductores MP3, dado que ellos pretendían sacar uno propio. HP siempre había mantenido contacto con Jobs, desde su infancia, como hemos visto en párrafos anteriores, y ahora le pedían sincera ayuda.
Jobs protagonizó otra de sus jugadas maestras y convenció a HP para que no desarrollasen su MP3. No tenía sentido que ambas compañías compitiesen sobre un mismo segmento, así que lo que Jobs propuso fue que HP vendiera los iPod de Apple, como productos HP. De este modo Jobs vendería más iPod y HP tendría en su catálogo el mejor y más prestigioso reproductor MP3. El acuerdo parecía redondo para HP, pero no supieron calcular su alcance.
Por una parte las ventas de “su” MP3 fueron un fracaso por algo tan simple como que nadie quería un iPod que no fuese de Apple. Sería el mismo producto, incluso un poco más barato, pero todos los compradores querían el original, el de la manzanita. ¿Alguno de vosotros ha llegado a ver un iPod de HP? Nosotros tampoco.
Y para Apple, la operación fue una obra maestra. Lo más obvio es que vendieron más iPod que nunca, mientras que habían evitado que HP les hiciera la más mínima competencia y, por encima de todo, consiguieron indirectamente que todos los productos HP incluyesen preinstalada la aplicación iTunes, dado que era necesaria para “sus” iPod, cerrando así el paso a su competencia de Windows Media Player. Simplemente genial.
Y podríamos seguir hablando de más genialidades de Jobs y Apple, pero nos estaríamos apartando de lo que debe ser el eje principal de esta serie de reportajes, las computadoras, los PC.
Solo un último apunte… Cuando Jobs disfrutaba del enorme éxito de sus iPod, volvió a la mesa de sus ingenieros y les dijo algo como “Hoy estamos triunfando con esto, pero mañana alguien conseguirá meter un reproductor MP3 en un teléfono y estaremos acabados. Vamos a meterlo nosotros. Quiero mi iPod y mi teléfono en uno”. En la Macworld siguiente Jobs presentaría el primer iPhone, el primer Smart Phone. De nuevo cambiaría nuestro mundo.
Y es tan admirable como triste que Jobs, mientras sacaba adelante sus iPhone, dejaba pasmado al mundo con sus conferencias y se iba asentado en su papel de gurú de la tecnología, de rey Midas, sabía que el cáncer le devoraba por dentro. Después de que le diagnosticaran el cáncer de páncreas que acabó con su vida en 2003, él siguió trabajando. Además lo hizo con más ansia que nunca, apremiado porque era consciente de que el tiempo se le acababa.
En este punto, y aunque pueda resultar cruel decirlo así, el carácter de Jobs le llevó a tomar una decisión que pudo acabar costándole, literalmente, la vida. Una vez los médicos le informaron de que tenía un cáncer en el páncreas y había que operarlo, Jobs decidió no hacerlo y confió su curación a una alimentación limpia y meditación. Aquello no funcionó y cuando finalmente dicidió pasar por quirófano el cáncer se había extendido demasiado. Esa demora fue determinante. Aunque en principio el resultado era óptimista, pronto se confirmó que el cáncer no le permitiría vivir. Poco antes de confirmar esa fatídica circunstancia, Jobs dió uno de sus discursos más recordados ya que, en lugar de hablar de tecnología, habla de la vida y la muerte. Muy recomendable. Os lo dejamos aquí:
En 2011 no pudo más y tuvo que dejar sus funciones en la dirección de Apple, aunque siguió trabajando hasta el día anterior a su fallecimiento. Tenía 56 años y una carrera detrás sencillamente asombrosa. Una de esas biografías que da gusto conocer y así poder admirar y dar justo valor a lo que esta persona ha sido capaz de conseguir, de lo que nos ha hecho avanzar, de cómo ha afectado las vidas de todos y cada uno de nosotros. Nos quedamos con una parte del comunicado con el que Apple anunció el fallecimiento: “La brillantez, pasión y energía de Steve fueron la fuente de incontables innovaciones que enriquecen y mejoran nuestras vidas. El mundo es mucho mejor debido a Steve.”
Parte 1: Una criatura con varios padres.
Parte 2: IBM, Apple y Microsoft