La historia (más conflictiva) del PC. Segunda Parte
Nuestro PC de hoy es el resultado de la competencia, más o menos cruenta, entre distintos personajes, compañías y tecnologías. La máquina que ahora disfrutamos era la apuesta de los que mejor lo han hecho o menos escrúpulos han demostrado, dejando atrás a otras tecnologías que nos hubieran llevado por caminos bien distintos.
Con la primera entrega de este reportaje intentamos describir cómo las computadoras primitivas se gestaron simultáneamente en distintos puntos del mundo gracias a auténticos visionarios que creyeron posible materializar el sueño que cambiaría el mundo. Vimos cómo estas personas aportaron su trabajo en una dirección común, a veces voluntariamente, otras desconociéndolo, y cómo el ejército fue decisivo en aquel desarrollo, concibiendo las primeras computadoras como un arma más que buscaba derrotar al fascismo en Europa.
En esta segunda parte narraremos un conflicto que, quizá no supera a aquel en cuanto a épica y trascendencia para la humanidad, pero sí es una de las historias empresariales más apasionantes de la era moderna. Hablaremos de genios, de sus ideas, de ordenadores personales, de mucho, mucho dinero y de una historia de confianza y traición. Hoy hablaremos de IBM, la Apple de Steve Jobs y la Microsoft de Bill Gates.
Habíamos dejado a IBM dominando a su antojo el mercado mundial de las computadoras. El concepto de PC, Ordenador Personal, estaba aún muy lejos de tener sentido ya que lo que IBM fabricaba eran enormes sistemas dedicados a las empresas. Un mercado exclusivo ya que, fundamentalmente, ningún otro mercado podría pagar lo que aquellas máquinas costaban.
IBM fabricaba las computadoras y no las vendía a las empresas, sino que alquilaba su servicio ¿os suena? Su modelo de negocio consistía en instalar la computadora en la empresa cliente y enviar sus técnicos para que la programaran y explotaran. Las salas donde se instalaba aquella costosa tecnología estaba vetada al resto de los humanos, que veían a los técnicos de IBM como una especie de chamanes místicos, únicos seres capaces de descifrar un oráculo inalcanzable para ellos. De este modo IBM amasó muchos millones de dólares y penetró en toda aquella institución, gobierno o empresa que pudiera pagar. Y ninguno de estos clientes sería tan imprudente como para invertir tal cantidad de dinero con una empresa que no ofreciese las garantías que les sugería IBM, con lo que la competencia era casi nula. Un monopolio casi absoluto al que solo la General Electric, la compañía de Thomas Alva Edison, podía hacer frente, pero para la que las computadoras solo eran una parte de su negocio y prefirieron dejar hacer a IBM.
Tal crecimiento acabó haciendo tambalear la estructura sobre la que IBM se levantaba. Mantenían siete modelos de IBM totalmente diferentes entre sí y los problemas que esto generaba crecían exponencialmente a medida que sumaban nuevos clientes. Cada máquina se programaba de un modo, tenía unas funciones limitadas y su hardware era exclusivo. Dicho de un modo simple, eran todo lo opuesto a “compatible”.
El primer intento de solucionarlo fueron los System/360, computadoras en las que se pasó de priorizar el hardware en sí, para centrarse en las aplicaciones. Así la empresa dejó de alquilar una máquina, para alquilar una serie de servicios y después elegir entre una gama de computadoras para ejecutarlas atendiendo a su potencia y precio.
El salto cualitativo fue tremendo, ya que desde System/360 todas las computadoras trabajaban sobre el mismo software y el hardware era ampliable e intercambiable entre ellas. La nueva arquitectura fue un éxito, suponiendo un importante paso en la penetración de las computadoras, si bien este avance aún se limitaba al mercado empresarial, universitario y gubernamental, lo que permitió a IBM disfrutar de una década muy placentera con su negocio de computadoras “mainframe” profesionales.
Pero llegaron los años 70 y la situación iba a cambiar. Mucho. Comenzaba la era de las Computadoras Personales, o PC.
Como casi siempre, son varias las aportaciones que van sumando hasta que alguien da con la tecla adecuada y la convierte en éxito. Antes de hablar de esa persona, citaremos la que fue la aportación más importante para ese desarrollo, una que sin duda a todos nos suena: el microprocesador de Intel.
Intel fue fundada en 1968 por dos físicos. Uno era Robert Noyce, quien ostenta el honor de haber inventado el circuito integrado, aunque es más conocido por haber establecido las bases de lo que hoy es Silicon Valley, en California. De hecho, casi dos décadas después de su muerte, se le sigue denominando cariñosamente como "el Alcalde" de aquella prolífica zona de la bahía de San Francisco.
El otro físico era un tal Gordon Moore, que ya en 1965 estableció la Ley que lleva su nombre y, según la cual, cada dos años de duplica el número de transistores en un microprocesador. Una Ley que ha permanecido vigente hasta ahora, precisamente un momento en el que comprobamos que se están alcanzando unos límites insuperables que pronto impedirán que se siga cumpliendo.
Ambos trabajaban en Fairchild Semiconductor, compañía californiana que, junto con Texas Instruments, comercializó los primeros circuitos integrados. Mientras que los tejanos patentaron circuitos integrados primero, su construcción basada en el germanio tenía los días contados frente a los circuitos de Fairchild, ya fabricados con la actual tecnología del silicio.
Noyce y Moore se sentían desaprovechados en Fairchild, centrada en calculadoras y electrónica básica, y decidieron crear su propia empresa, Integrated Electronics, Intel. Dos años después ponían en el mercado el primer microprocesador Intel, el Intel 4004, capaz de procesar 60.000 operaciones por segundo, si bien su destino seguía siendo las calculadoras electrónicas. Intel sabía que esa tecnología tan solo estaba dando sus primeros pasos y siguieron evolucionando sus micros. Al año siguiente, 1972, lanzaron su 8008, con posibilidades informáticas completas y, por fin en 1974, Intel lanza el 8080.
Se trataba de un microprocesador de 8 bit funcionando a 2 MHz capaz de ejecutar 200.000 instrucciones por segundo. Este procesador lo cambió todo. Por supuesto era seguido muy de cerca por IBM, que ya se había convertido en el principal cliente de Intel, y contaba con una característica determinante: su precio. Y es que la producción en silicio permitió un abaratamiento de la tecnología que por fin la acercaba al usuario doméstico.
El Intel 8080 fue integrado por distintas compañías en sus computadoras. Una de ellas fue MITS, empresa de Albuquerque, Nuevo Méjico. Su computadora, el Altair 8800, no destacaba especialmente en su tecnología, pero era pequeña y barata. Podríamos decir que fue la primera computadora realmente asequible con un precio que, en su lanzamiento, 1975, rondaba los 600$ (unos 2700 euros de hoy).
Sin embargo, el impacto de la Altair 8800 en la historia de la informática vendría por otra vía.
Gates
William Henry Gates III, Bill para los amigos, nació en Seattle en 1955 en una familia acomodada, lo que le permitió una educación de primer orden en centros dotados con las por aquel entonces incipientes computadoras. El primer contacto que tuvo de niño con una de estas máquinas fue con un teletipo procedente de la armada. Esta máquina se basaba en tiras de papel perforado y era de las primeras en utilizar el estándar ASCII.
Gates se obsesionó con esta máquina y sus posibilidades, fuera de las propias de un aparato de comunicaciones. Llegó a programar para ella una especie de juego de tres en raya, totalmente funcional, en la que una persona jugaba contra la máquina.
Por aquel entonces los estudiantes podían acceder a computadoras “mainframe”, como parte de su educación, unas horas a la semana. Gates, junto con tres amigos, llegó a localizar y explotar un bug de una de estas máquinas precisamente para aumentar el tiempo que podían estar trabajando en ella. Fueron descubiertos y expulsados de la universidad temporalmente. Por supuesto otro de los expulsados era Paul Allen. Lejos de desistir, Gates y Allen ofrecieron a la universidad seguir localizando los bugs de sus computadoras a cambio de disponer durante más tiempo de ellas.
Gates y Allen estudian en Harvard cuando la Altair 8800 llega al mercado. Acaban de cumplir 19 años. Inmediatamente ven el potencial de la máquina, pero también que adolece de accesibilidad dado que no cuenta con una vía para programarla. Ambos deciden crear un lenguaje de programación para la Altair y vendérselo a la MITS. Efectivamente consiguen impresionar a sus “clientes” y estas computadoras elevan exponencialmente su potencial con el sistema de Gates y Allen. Estos dos estudiantes habían vendido el primer software para una computadora doméstica, algo totalmente determinante para la historia del PC, como ya sabemos.
Gates toma la complicada decisión de dejar la universidad y viajar más de 3500 kilómetros hasta Albuquerque, lugar donde habían vendido su primer software, estableciendo allí una empresa junto a su inseparable Paul Hallen. La llamarían Microsoft.
Wozniak
La decisión de Gates por Albuquerque fue circunstancial. De otro modo habría acabado en la mucho más interesante San Francisco, alrededor de la cual no dejaban de agruparse las empresas tecnológicas más punteras del mundo.
Y ahí, en California, había nacido en 1950 un tal Stephen Gary Wozniak, de orígenes polacos, tenía un extraño hobby para un chico de su edad; los ordenadores. Lo explica él mismo en una de sus numerosas entrevistas: "Durante mi juventud, no había manera de que nadie tuviera su propio ordenador. Pensad que costaban como una casa. Nadie en mi entorno, salvo yo mismo, hacía nada sobre ordenadores. No existían las tiendas, no había libros, no se daban clases. Solo unos enormes ordenadores que ocupaban habitaciones enteras".
Estas condiciones dan auténtico mérito a lo que Wozniak hizo. Porque sí, él sí, fue el inventor del PC, de la computadora personal, tal y como hoy la concebimos.
Wozniak devoraba cualquier publicación sobre hardware e informática. Su ubicación en la bahía de San Francisco le permitía seguir muy de cerca a IBM, Intel, Texas Instruments, participando en los cursos de formación de HP y llegando a conseguir un trabajo en esta compañía como programador. Comprobaba con satisfacción cómo los productos de estas compañias eran cada vez más asequibles y en sus ratos libres, en un club de "frikis" como él, trasteaba con memorias, PCBs y procesadores. Al igual que Gates, Wozniak vio en la Altair 8800 un proyecto inacabado. Una máquina con un tremendo potencial, pero desaprovechada. Y también al igual que Gates, sabía que las carencias de la máquina pasaban por cómo se relacionaba con su usuario. Era hostil y limitada a expertos.
Como puro entretenimiento, Wozniak empezó a unir componentes comunes en otras computadoras, pero haciendo una aportación definitiva, la forma en la que los humanos y las computadoras se comunicarían a partir de entonces. El usuario introduce la información mediante un teclado y la computadora muestra la suya en un monitor.
Jobs
Nunca sabremos dónde habría acabado aquella idea. No sabemos si otra persona habría desarrollado otro interfaz, otro hardware de comunicación, otra relación humano/computadora. De hecho HP tenía un prototipo similar al de Wozniak, con monitor y teclado, pero nunca pretendió explotarlo. Y no lo sabremos porque Wozniak tenía un amigo con un excelente olfato para los negocios: Steven Paul Jobs.
Steve Jobs también nació también en San Francisco, si bien su infancia fue bien distinta a la de los personajes citados hasta ahora. Hijo de un inmigrante sirio y una estadounidense, fue entregado en adopción a un matrimonio que estableció su domicilio, precisamente, en Palo Alto, California, donde se estaban concentrando las principales empresas de electrónica e informática.
Jobs siempre habría estado interesado por la electrónica y la cercanía de su domicilio con la compañía Hewlett-Packard le permitió participar en programas divulgativos de esta empresa dirigidos a menores. Jobs estaba fascinado por las computadoras que allí veía y tuvo la suerte de poder contactar con una computadora con tan solo 11 años.
El mismo Jobs ha contado repetidas veces una anécdota sobre aquellos años. Jobs pretendía hacer un contador de frecuencias para un proyecto de electrónica en su escuela y necesitaba algunas piezas para acabarlo. Su decisión fue buscar el teléfono de William Hewlett, fundador y presidente de la empresa que lleva su nombre, y decirle algo así como: “Hola, usted no me conoce, me llamo Steve Jobs, tengo 12 años y me gustaría saber si podría darme algunos componentes que le sobren para mi proyecto de la escuela”. Hewlett no solo le ayudó en lo que le pedía sino que, tras hablar durante más de media hora, quedó tan impresionado con el joven Jobs que le garantizó un puesto de trabajo en HP en cuanto considerase adecuado ocuparlo.
Otra anécdota de la adolescencia lo sitúa ya junto con Wozniak, al que había conocido en los cursos veraniegos de HP, que le sacaba cinco años, y con el que congeniaba perfectamente dada la devoción de ambos por las computadoras. Habían oído hablar de una “vulnerabilidad” en las llamadas telefónicas que permitía que fuesen gratuitas. En cada llamada la computadora de AT&T emisora producía unos códigos acústicos que viajaban en la misma línea que la voz, hasta la computadora receptora, que los identificaba y tarificada en consonancia. Woz y Jobs construyeron unas cajas acústicas que reproducían aquellos códigos sonoros, engañando a las centralitas y consiguiendo hacer llamadas gratuitas desde cualquier cabina telefónica y a cualquier número del mundo. Es sabido que llegaron a llamar al Papa Juan Pablo II haciéndose pasar por el presidente Nixon…
Con tales antecedentes no es de extrañar que Jobs se aburriera de la universidad, para la que tampoco tenía dinero, y la abandonara. Fueron unos años confusos en los que coqueteó con la marihuana y el LSD, con un retiro espiritual en la India en busca de su identidad y convirtiéndose al budismo Zen.
De vuelta en EEUU es contratado por Atari y pronto se le encarga el diseño de un ambicioso proyecto: el sucesor de su exitoso videojuego PONG. Atari quería un juego para un solo jugador y encargó este diseño a Jobs. El juego sería BREAKOUT, un modo de juego del que la versión más conocida en España sería ARKANOID. Este encargo es muy indicativo de lo que siempre ha sido Steve Jobs. Atari le pagó por sacar adelante el proyecto 750 $, con un suplemento de 100 dólares por cada chip electrónico que fuese eliminado del prototipo inicial.
Jobs sabía que el verdadero experto en electrónica era su amigo Wozniak, con lo que acudió a él. Le comentó que Atari le pagaría 750$ por sacar adelante Breakout y que repartiría al 50% el dinero con él si conseguían pulir la electrónica. Wozniak se tiró cuatro días trabajando para conseguir eliminar 50 chips del prototipo y recibió por ello la mitad del encargo, 375$, mientras que Jobs, solo por gestionarlo, cobró la otra mitad, más 5000$ de la prima que, por supuesto, no compartió.
En aquel entonces ambos amigos pertenecían a un club de informática casera, donde Jobs por fin coincidió con el prototipo de Woz. La historia de que trabajaban en un garaje, por romántica que sea, ha sido repetidas veces negada por ambos. ¿Para qué estar en un frío garaje pudiendo estar en el salón de casa?
A Jobs hay que atribuirle el mérito de advertir desde el primer momento el potencial de la computadora de su amigo “Woz”. Se dio cuenta de que cualquiera, sin conocimiento alguno de informática, sería capaz de interactuar desde el primer momento con una computadora y eso era algo que, hasta entonces, había estado limitado a técnicos con una gran formación a sus espaldas. Había que vender aquello.
Wozniak siempre ha reconocido que el mayor talento que veía en Jobs era su olfato para todo lo que pudiera generar dinero. Con aquel prototipo se encendieron todas las alertas de Jobs y supo que aquello les podía hacer ricos. Sin embargo, les pudo la impaciencia y pusieron en venta el desarrollo de “Woz”, que no había sido precisamente concebido para la venta. Con un montaje artesanal utilizando láminas de madera y problemas para encontrar y rentabilizar los componentes, el precio al que se puso a la venta el bautizado como Apple I fue de 666,66 $ (unos 2800 € actuales). Las ventas fueron un desastre, no llegándose a sobrepasar las 200 unidades vendidas, principalmente entre amigos y familiares.
Jobs supo reconocer sus errores e inmediatamente quiso poner todo lo revolucionario de aquella tecnología de su amigo en un producto que sí estuviese diseñado para la venta. Tuvo el gran mérito de cambiarle la imagen a las computadoras de una forma definitiva. Junto con Wozniak diseñó un chasis que integraba el monitor, la computadora y el teclado, en un conjunto compacto e integrable tanto en un despacho, como en un salón.
Pero el detalle definitivo para cambiar la percepción hacia las computadoras fue el nombre de la compañía que construirían sobre ese primer prototipo: Apple. Son muchas las historias que rodean a este nombre y su logo. Tanto Wozniak como Jobs nunca han confirmado ninguna y solo desmentido algunas de ellas. Se ha contado que Jobs cultivaba manzanas, que eran su fruta favorita, que quería algo simple y que no tuviese nada que ver con ordenadores, o que simplemente buscaban un nombre que estuviese por delante de Atari en todos los listados alfabéticos y lo primero que se les ocurrió fue “Apple”.
En la primera parte de este artículo citamos la historia de Alan Turing y su suicidio mordiendo una manzana con cianuro. Encaja tanto con Apple que es la versión más extendida, dada su carga romántica y reivindicativa. Incluso el uso de los seis colores para pintar la manzana se asocia con la bandera del colectivo LGTB. Y se da por buena, dado que nunca Wozniak ha querido negarla.
Sin embargo, hay bastantes indicios que apuntan en otra dirección. El fundamental es que el primer logo de Apple mostraba a Isaac Newton en su reconocida imagen en la que una manzana caía sobre él mientras leía bajo un árbol. Una leyenda muy ilustrativa para su Ley de la Gravitación Universal y que podría haber servido de inspiración para Jobs. De hecho este primer logo de Apple incluye una cita referida a este científico: “Newton… a mind forever voyaging through strange seas of thought.”
Este logo tenía todo lo malo que puede tener un logo. No se veía apenas la manzana, no se entendía su significado, no se podía incluir en los objetos y si se reducía de tamaño era un manchón, así que Jobs buscó a un verdadero profesional de los logos… y dio con el mejor.
La conocida manzana de Apple la diseñó otro ilustre de la bahía de San Francisco. Como habréis podido comprobar, aquella zona de California generó un buen número de genios. Se trata de Rob Janoff, hoy famoso diseñador cuya carrera se disparó con aquella manzana, para después ser contratado por medio Silicon Valley para sus logos, incluidos Microsoft e IBM.
Janoff se caracteriza por sus diseños minimalistas así que cuando le pidieron un logo para una compañía que se llamaba “manzana”, eso es precisamente lo que dibujó. Una simétrica y perfectamente proporcionada manzana. La razón por la que le arrancó un mordisco la ha explicado él mismo en numerosas ocasiones. Sin el mordisco el logo podía parecer una cereza o un melocotón. El mordisco lo aclaraba. En cuanto al diseño arcoíris, también ha explicado que se trataba de destacar un logo que en blanco y negro ni hubiese sido tan visible, ni hubiera transmitido la frescura que pretendía la compañía.
Así que, sintiéndolo mucho, las posibilidades de que la manzana de Apple sean un homenaje a Alan Turing y que el diseño multicolor pretenda coincidir con la bandera LGTB es, casi con toda seguridad, tan solo un bonito cuento. Aun así, dado que oficialmente ni Wozniak, ni Jobs, la han negado nunca y, por el contrario, han permitido que la leyenda se mantenga, no seremos nosotros los que les contradigamos ahora.
En definitiva, Apple tenía logo y una máquina preparada para la venta con una tecnología revolucionaria. Tenían el Apple II y aquella máquina representa el comienzo de una leyenda.
En junio de 1977 se puso a la venta esta primera computadora que ya podríamos considerar, a todos los efectos, un PC comercial. Incluía todo el hardware requerido para interactuar con ella, contaba con un sistema operativo, entre 4 y 64 kb, disquetera de 5,25, altavoces y un revolucionario monitor con conexión NTSC en versiones que podían ser de 40x48 en 167 colores o llegar hasta los 280x192 en 6 colores. Wozniak había diseñado la computadora que él consideraba perfecta ("To me, a personal computer should be small, reliable, convenient to use and inexpensive") y Jobs le había dado forma y carisma. Tenía que ser un éxito de ventas y lo fue.
Pese a que el precio no era tan barato como afirmaba Woz, 1298 $ (unos 5200 € actuales), suponía que cualquiera podía comprar el aparato, llegar a su casa, enchufarlo y empezar a aprovecharlo. Se vendió al ritmo máximo que podía ser fabricada. Según las cifras de Apple, el primer año ganaron con Apple II unos 775.000 $, pero tan solo tres años después, en 1980, las ganancias superaban los 118 millones de dólares. Apple ya era un gigante.
Sin embargo, no todas las causas del éxito de Apple II residían en su fabricante. Si los de California llegaron a esas cimas fue por una colaboración de un joven que acababa de crear su empresa en Albuquerque.
Al igual que cuando conoció la Altair 8800, cuando Bill Gates tomó contacto con Apple II supo advertir sus carencias y, lo que es más importante, cómo solucionarlas. Una incipiente Microsoft desarrolló una “soft card”, un PCB con procesadores y software instalado que se podía conectar directamente a las Apple II y les añadía funciones como procesador de texto, hoja de cálculo o Base de Datos. Sí, aquello era en cierto modo el nacimiento de Office.
Pronto no se concebía la existencia de una Apple II sin que se le añadiera la placa de software de Microsoft, que mejoraba enormemente sus posibilidades. De este modo Apple y Microsoft crecieron exponencialmente, uno gracias al otro, en perfecta simbiosis.
Fue el momento en el que Gates conoció a Jobs. El inicio de una relación, conflictiva, pero siempre provechosa, entre dos de los grandes genios del siglo XX. Pero aún faltaba alguien, los terceros en discordia, IBM.
Mientras Jobs y Gates arrancaban su fortuna, el gigante IBM seguía a lo suyo. Sus grandes computadoras “mainframe” y las sucesivas generaciones de su System/360 copaban prácticamente todo el mercado empresarial. El negocio iba bien, los beneficios seguían llegando, pero la amenaza ya estaba ahí.
En IBM comprendieron que gran parte de las empresas podían operar perfectamente con máquinas más baratas que las suyas y sin asistencia técnica alguna. A Apple con su Apple II se habían unido HP, Commodore, con su VIC-20 (antecesor del exitoso Commodore 64) o Atari con sus series 440 y 800 y las expectativas eran que ese tipo de compañías no iban a dejar de aumentar, dado el progresivo abaratamiento de la tecnología y su mayor potencia gracias al Sr. Moore, que allá en Intel estaba demostrando lo acertada de su Ley. Por cada máquina de estas que compraba una empresa, era una menos que vendía IBM y eso habían de solucionarlo.
La respuesta fue el IMB PC, la máquina que realmente dispararía el mercado de los PC. Y el culpable de ello no fue precisamente IBM, sino otra vez el lampiño Bill Gates, en una acción que comenzaría, para bien o para mal, su leyenda.
IBM PC y la primera jugada maestra de Gates.
IBM quería una máquina para competir con la “gama baja” que representaban las PC. Hay que tener muy en cuenta que el verdadero negocio de IBM era, y sigue siendo, el servicio que presta alrededor de sus computadoras, no las computadoras en sí. Por esta razón ni se molestó en desarrollar hardware alguno. Se limitaron a coger componentes de distintos fabricantes y a montarlos a su medida. Sí, efectivamente, un PC clónico.
Era algo que podían hacer prácticamente de un día para otro, pero carecían de un elemento que particularizara sus máquinas. Un sistema operativo. ¿Y a quién llamaron para comprar uno? Efectivamente, a Gates.
Gates se reunió en Florida con la plana Mayor de IBM, muy satisfechos con el conocimiento que Gates tenía sobre Apple II y con el trabajo que había hecho sobre ella. Así que IBM pidió a Gates un Sistema Operativo para su inminente IBM PC. En aquel momento Gates podía haber dicho la verdad, que no tenían ningún sistema operativo, ni tiempo para diseñar uno. Pero no lo hizo, porque si bien Gates no tenía sistema alguno, sí que tenía conocidos y contactos suficientes para procurárselo.
Así el astuto Bill contactó con alguien, una pequeña empresa que podía haber pasado a la historia, o quizá tampoco, pero que en ese momento fue decisiva. Al menos lo fue para Gates. Una empresa y unos personajes que, como la gran mayoría, perdieron su oportunidad de alcanzar el éxito. Artículos como éste narran un proceso que ahora parece sencillo, una consecución de ideas que siempre salen bien, pero la realidad es que nunca se habla de todos aquellos que lo intentaron, pero fracasaron. Los creadores del primer sistema operativo realmente importante de Microsoft, son unos de estos olvidados.
Así que Gates había encontrado un sistema operativo y lo compró. Pagó por él 50.000 dólares. La empresa que lo vendió suponemos que quedó satisfecha con el precio. O al menos lo estuvo hasta que se percataron que Gates se lo había revendido a IBM en un acuerdo que le haría multimillonario. Hablamos del sistema operativo DOS que, gracias a esos 50.000, sería MicroSoft DOS.
Pero ahí no acababa la jugada maestra de Gates. Cuando mostró MS DOS a IBM y obtuvo su aprobación, cosa fácil ante la premura que tenían por poner en el mercado el IBM PC, Gates renunció a cobrar por él, no sabemos cuánto, si todo o solo una parte, pero renunció al dinero de IBM a cambio de una única condición: que él pudiera vender MS DOS a otros clientes a parte de IBM. Aceptaron, sin saber el alcance de esta decisión. Sin saber que era la segunda decisión equivocada alrededor de IBM PC, la que les llevaría a perder prácticamente toda la relevancia en el incipiente mercado de PC.
Y es que IBM efectivamente fue un éxito. Las empresas los compraron masivamente. Eran baratos, con posibilidades muy accesibles gracias al “sencillo” sistema operativo MS DOS y, sobre todo, porque tenían detrás a IBM. Y así fue al principio por el simple peso de la gran IBM, pero era un proyecto con problemas endémicos, como pronto se demostró.
Los dos errores que frustraron el éxito más absoluto del IBM PC, y que esta empresa no consiguiese el monopolio en los PC que sí tenía entre las grandes computadoras, fueron el usar componentes que cualquiera podía comprar de forma independiente, y el permitir que su Sistema Operativo fuera vendido por Microsoft fuera de IBM. Dicho de un modo simple; cualquiera podía montarse un IBM PC en su casa sin tener que pagar un dólar a IBM.
Aquello marcó otro paso definitivo hacia la normalización del PC. Hoy día la mayoría de nosotros montamos computadoras con componentes de distintos fabricantes y un sistema operativo sucesor de aquel MS DOS. Y esa mayoría de usuarios ya era evidente entonces. La configuración de “PC clónico” se extendió rapidísimamente. Los distintos fabricantes de computadoras adoptaron MS DOS y lo incluían en sus máquinas, no porque fuese un buen Sistema Operativo, sino porque IBM lo estaba estandarizando. El Sistema Operativo de Gates, con su tosco y poco intuitivo C:\>, permitió entrar a Microsoft, ya definitivamente, en la mayoría de los hogares y empresas del mundo. Solo unas máquinas permanecían ajenas a esta explosión. Al igual que ahora, Apple iba a lo suyo.
La paternidad de Windows
Y llegamos al conflicto más conocido en la historia de las computadoras. Una guerra sin cuartel de la que todos hemos oído hablar con mayor o menor profundidad. Preguntamos ¿Quién inventó el sistema operativo con ventanas, con un interfaz gráfico accionable mediante un ratón?
Hablamos de un sistema Windows, por lo que la respuesta obvia sería que Microsoft, pero los más versados sabrán que Gates “robó” aquella idea a Steve Jobs, iniciando una enemistad que se mantendría durante años… Quizá entre vosotros haya frikis como el que os escribe, a los que les apasiona este tipo de historias, y sabrá que el sistema operativo Windows parte de un desarrollo que no era de Jobs, ni de Apple, sino de Xerox… Pues bien, daremos una vuelta de tuerca más y os diremos que no, que tampoco fue Xerox.
La historia más conocida cuenta como Jobs buscaba ideas para seguir revolucionando su ya enorme y multimillonaria empresa. No le bastaba seguir aumentando la capacidad y número de transistores de sus Apple II, como hacía su competencia, sino que buscaba “algo más”. Y no tuvo que salir del mismo Silicon Valley para encontrarlo.
Xerox llevaba años desarrollando software y hardware en un “Think Tank” denominado Palo Alto Research Center que distaba escasos kilómetros de la central de Apple. Necesitaríamos un artículo a parte para contar todo lo bueno que Xerox hizo entre los 60 y los 90, pero nos basta decir, como lo malo, que no supieron sacar partido a gran parte de aquellos desarrollos.
Uno de estos desarrollos estériles fue, ni más ni menos, que el GUI (Graphical User Interface), o Interfaz Gráfica de Usuario, es decir, imágenes en pantalla, ventanas, iconos y un puntero manejado con un ratón para activarlos.
Ese interfaz se había desarrollado completamente en 1973, muchos años antes de que Apple reapara en él, en una computadora bautizada como Xerox Alto. El Alto era una computadora totalmente funcional que se manejaba con un teclado y un ratón de tres botones, moviendo un cursor por una pantalla en la que el usuario podía pulsar botones. Cuando Jobs vio está maquina inmediatamente entendió el alcance que podía tener esa tecnología, algo que, incomprensiblemente, no habían sabido calcular en Xerox, que ni siquiera había llegado a desarrollarla y mucho menos comercializarla.
Antes de seguir con Jobs y Gates, es merecido profundizar algo más de lo habitual en esta tecnología ya que, al contrario de lo que indican muchas fuentes, tampoco fue diseñada por Xerox. Se le atribuye a Charles Thacker, otro de esos pesos pesados en la historia de Silicon Valley al que se atribuye también la invención de la LAN Ethernet y de la impresora láser y que, curiosamente, acabó trabajando para Microsoft y desarrollando el sistema operativo de sus tabletas. Thacker habría desarrollado la conocida computadora Xerox Alto, pero él también obtuvo la idea de otro genio.
Y es que realmente la interfaz gráfica de usuario, el “entorno Windows”, era muy anterior. Data del comienzo de los años 60 y fue desarrollado en la Universidad de Stanford por un tal Doug Engelbart. Engelbart es hoy reconocido como el inventor del ratón, como efectivamente lo es. Lo que no es tan conocido es que desarrolló el ratón como medio de interactuar con la interfaz que había diseñado. Esta interfaz formaba parte de un proyecto universitario denominado como “Aumento del Intelecto Humano”. En este proyecto Engelbart, junto con otros colegas, investigaba algo tan fundamental como lo es la interacción del hombre con la máquina; la escala humana con la que se deben medir las máquinas.
Este concepto había sido pasado por alto por el resto de creadores. Las computadoras creadas hasta entonces no se adaptaban al humano, sino que era el humano el que tenía que adaptarse a ellas. Engelbart descendió a la base más primitiva de la comunicación humana: los gestos, el apuntar con un dedo, la coordinación ojo/mano. Sobre esa base diseñó un entorno que cualquier ser humano puede comprender, incluso un niño que no tenga ni idea de informática. Solo hay que ver lo que uno quiere y apuntar sobre ello. Engelbart no solo inventó un hardware para apuntar, el ratón, sino que además diseñó el entorno gráfico donde hacerlo, los iconos, el hipertexto, las ventanas…
Cuando en alguna discusión friki habléis sobre Gates, Jobs y de cómo tomaron la idea que les hizo mitos de un proyecto de Xerox, podréis dar la puntilla asegurando que Xerox a su vez había tomado todo el concepto de un proyecto sobre el intelecto humano desarrollado muchos años antes, en 1963.
En la siguiente entrega llegaremos a los años más calientes del conflicto Apple Vs Microsoft, con la apropiación de Gates del entorno Windows, el "despido" del propio Jobs de Apple por parte del director que él contrató, el monopolio "ilegal" de Microsoft, de cómo Jobs acabó creando Pixar y se forró aún más con Toy Story y de cómo finalmente todo ese dinero movió montañas.
Parte 1: Una criatura con varios padres.
Parte 2: IBM, Apple y Microsoft