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El espadazo definitivo

Hyper Light Drifter, análisis para Switch

Hyper Light Drifter: Special Edition llega a Nintendo Switch gracias al trabajo de Abylight Studios. Te contamos si merece la pena este port para la híbrida.

Actualizado a

Por: Israel Mallén @Mallendary

Tendemos a plantear la crítica de videojuegos más como una disección de sus partes que como una valoración del conjunto y su cohesión. No es casual que la sección que da cobijo a este y otros tantos textos de índole similar se llame “análisis”. La vocación inicial -todavía vigente- de piezas como esta es orientar la decisión de compra de los jugadores, para lo que se trocea al juego en cachos como si de un cerdo se tratara. La obra se deconstruye en apartados asépticos en los que se describen sus mecánicas, sus méritos audiovisuales y su argumento. Todavía hay, de hecho, quien puntúa cada uno de esos aspectos por separado. Lo que no abunda y aún constituye una rareza son escritos que tratan de encajar todas las piezas del puzle ludoficcional para dotarlas de un sentido unitario e intentar comprender de qué forma contribuyen a una causa mayor. De nada sirve identificar el sujeto, el verbo y el predicado de una oración si no comprendemos el mensaje. En obras como la que nos atañe, eso implicaría perderse un ejercicio superlativo de coherencia, uno en el que todo contribuye a trasladar una misma idea.

Hyper Light Drifter aprovecha todas las características del medio videolúdico para reflexionar acerca de la vida de un enfermo. En concreto, de la de Alex Preston, su creador. La ambientación, lo audiovisual, el guion, su combate e incluso su dificultad son una suerte de ladrillos, robustos y contundentes per se, pero mucho más valiosos cuando ayudan a construir un edificio sólido. Ese aprovechamiento de las capacidades del medio para narrar el relato personal de Preston sigue siendo el mayor mérito de la obra de Heart Machine. Resulta significativo que hasta el análisis de su port para Nintendo Switch, dos años después de su lanzamiento en el resto de plataformas, aspire a seguir extrayendo lecturas y trascender los aspectos técnicos.

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El drifter da la estocada en Switch

No nos malinterpretéis; el trabajo de Abylight Studios en esta versión para la híbrida es soberbio y deviene en la mejor experiencia posible con Hyper Light Drifter. El equipo barcelonés ha emulado su gesta con Maldita Castilla EX en 3DS y ha trasladado a Switch una experiencia calcada a la que brindan otras plataformas. La consola de Nintendo puede presumir de 60 fps constantes y de lucir increíblemente bien tanto en portátil como en el televisor. Hay excepciones, como algunos momentos en los que los proyectiles inundan la pantalla, si bien en ningún caso dañan la experiencia y son óbices totalmente puntuales. Salpimentada con la adición de una nueva zona y algunas armas inéditas, esta versión constituye un trabajo prolijo y artesanal. Una grata noticia para quienes prefieran este tipo de juegos en consolas portátiles, puesto que la enfermedad de Preston impidió que PlayStation Vita -amén de la olvidada Wii U- contara con su respectiva versión. Ahora, Abylight posibilita que Hyper Light Drifter pueda disfrutarse en cualquier momento y lugar.

Una de las mayores virtudes de su trabajo es que sirve para recordar los méritos del indie de Heart Machine. Como anticipábamos líneas ha, Hyper Light Drifter permite diversos análisis. Paradigma de ello son textos magníficos como el de Carlos Gurpegui para los compañeros de Anait Games, en el que el juego de Preston se interpreta como el retrato de un extranjero para el que todo, incluso el mismísimo respirar, es harto complicado. Sin embargo, la lectura más evidente y poderosa de este título es aquella que lo comprende como una autobiografía de su creador y de su lucha contra una grave enfermedad. No solo porque todos los elementos lúdicos refuercen dicha concepción, como abordaremos en los párrafos venideros, sino porque sucede lo mismo a nivel extradiegético.

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Más que un videojuego, una autobiografía

Es más que probable que Hyper Light Drifter jamás hubiera existido sin la dolencia que atormentó a Alex Preston desde que era un neonato. “Me operaron a corazón abierto cuando tenía un año. Había un par de agujeros en mi corazón y hubo que taparlos. Hace un par de años -en 2011, ya que las declaraciones son de 2013-, me pusieron un marcapasos. El nombre de la compañía, Heart Machine, también sale de ahí”. Como explicitan estas declaraciones, el origen de Hyper Light Drifter está estrechamente conectado con la enfermedad cardiaca de su autor. También sus elementos jugables y narrativos, desde la sangre que emana de la boca del protagonista cada vez que tose hasta la búsqueda de una cura, pasando por su retante dificultad. El port de Nintendo Switch devuelve a la primera plana a una obra íntima, la confesión de Preston sobre sus miedos y anhelos. No hay detalle intrascendente; cada píxel sirve al mismo propósito.

Catalogar a Hyper Light Drifter como una autobiografía ejemplar no tendría sentido si no pudiera establecerse un paralelismo obvio y perpendicular entre su creador y el protagonista. El conocido como drifter también padece una grave patología cuyos efectos le carcomen paulatinamente. No hay reparo en mostrarle vulnerable, escupiendo sangre y apurando sus últimos latidos en pos de hallar una cura. Está completamente desubicado, perdido en un mundo inmenso y tan decadente como él, repleto de cadáveres y restos de una tecnología añeja. Cada paso y cada punzada en el corazón le recuerdan que no está tan lejos de correr la misma suerte. Y por si vomitar su líquido vital y deambular por una suerte de cementerio fuera demasiado sutil, la sombra que le acosa tras derrotar a cada jefe final disipa cualquier duda.

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La figura del drifter encarna todos los miedos y traumas de Preston, que se hiperbolizan merced a una ambientación tan minimalista en la ornamentación como poderosa en lo simbólico. El de Hyper Light Drifter es un escenario vasto donde no hay un camino concreto a seguir y es muy fácil perderse. Sus grandes dimensiones contribuyen a generar una sensación de desasosiego y pequeñez. Heredero natural de la exploración de The Legend of Zelda, con el que comparte otros muchos rasgos, extraviarse indagando en sus cuatro áreas pasa de ser un óbice ocasional a una rutina inclemente. Ante los peligros de un mundo inabarcable y tormentoso, en el que sobrevivir no es necesariamente una recompensa, el drifter está solo. Ni siquiera goza de la compañía de una banda sonora portentosa, de las que amenizan cualquier travesía, sino de las sutiles piezas compuestas por Disasterpeace -similares a las de Breath of the Wild, que tanto revuelo causaron-. Todo ello refuerza un sentimiento de soledad comparable, en cierto modo,al que experimenta quien sufre una enfermedad como la de Preston. Escasean los personajes con los que entablar “conversación”, término que entrecomillamos en tanto que las pocas charlas del juego apenas constan de un trío de imágenes.

Quizá se intuya un relato pesimista por lo descrito hasta ahora, un festín de amargura que culmina con el postre de la derrota. Profundizar un poco más sirve para comprender que Hyper Light Drifter no es tanto una narración sobre el miedo a la muerte sino sobre cómo sobreponerse a él. La de Preston y la del protagonista son historias de superación en las que ambos pugnan por su vida contra un enemigo tan temible como la parca. No edulcora la crueldad y reconoce su capacidad para arrodillarte contra el suelo, pero siempre brinda oportunidades para que te levantes. En contraposición al vacío mapeado, hay una ciudad que une todos los caminos y en la que uno encuentra el consuelo de la compañía. Siempre hay una pared falsa o un puente invisible que premie la curiosidad con un valioso botiquín o una de las preciadas piezas con las que se desbloquean habilidades. Frente a lo decrépito de algunos entornos, la paz que rezuma de otros. Por atroz que sea en momentos puntuales, Hyper Light Drifter siempre deja margen para la esperanza. Unas veces deudor del más fiero SoulsBorne, otras del más apacible third person walker.

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Unas batallas para el recuerdo

El sistema de combate es lo que mejor representa la idea de que Heart Machine aprieta sin llegar a ahogar para transmitir su mensaje con eficacia. Los paseos por el mundo imaginado por Preston, amén de regalar estampas pixeladas preciosas, acaba enfrentándonos con un crisol de engendros. Ya sea un hechicero emplumado o un ninja anfibio con ancas; pronto aparecerá algo que nos ponga en absoluta tensión. Estos encuentros son ágiles y taquicárdicos, lides contra una aglomeración de abominaciones en espacios ínfimos. Constituyen un continuo intercambio de tajos y disparos que se complementan con el dash de forma superlativa. Las batallas son tensas y amenas de jugar gracias a un sistema de control que presume de una precisión quirúrgica y de unas animaciones arrebatadoras. Ganarlos genera una alegría desbordante; especialmente porque lo habitual es perderlos. El acoso rival es incesante, acorralando al protagonista con la misma tenacidad que su enfermedad. La respuesta del drifter, como la de Preston desde que le operaron del corazón con apenas un año de vida, es siempre la misma: luchar por su vida. Conseguirlo, empero, es bastante más complejo que escribirlo.

El drifter cae -literalmente- cada vez que perece, pero se levanta cuando la partida arranca de nuevo. La muerte pronto torna rutina, aunque el jugador halla consuelo en que, al no haber vidas y abundar los puntos de guardado, los reintentos son inmediatos. La intencionalidad de Heart Machine con su planteamiento de la dificultad es tan evidente como brillante es el resultado. Su mensaje sobre superación del miedo a la muerte no calaría tanto sin su elevado grado de desafío, su preciso control y su normalización de la defunción. Un ejemplo clarificador es el de la forma en la que se recarga la pistola. Tras un número limitado de disparos, conseguir más balas pasa por golpear a los enemigos. Es decir, de nada sirve ocultarse y plantear los combates con cobardía, sino que Hyper Light Drifter exige que superemos ese miedo a fallar para contar con una ventaja tan diferencial como es el ataque a distancia. Pocos juegos aplican de forma más eficaz la dinámica de riesgo y recompensa, sobre todo valorando que el título pretende emular la valentía con la que el autor ha encarado su dolencia.

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Preston ha creado un conjunto de píxeles despiadado, mas otorga múltiples herramientas para que el jugador se imponga. El protagonista se levanta constantemente y nunca cesa en su empeño porque sabe que solo perderá cuando se rinda. Aquí no hay pequeñas derrotas, sino tan solo una irremediable: la que se produce al dejar el mando. Hyper Light Drifter necesita abrazar la dificultad para hablar de algo tan complejo como la muerte y que su invitación a combatirla cale en el receptor. Es la visión sincera de quien ha lidiado con el fin de sus días desde tachó la primera casilla del calendario. Con la autoridad que le otorga su vivencia, Preston usa la dificultad como recurso narrativo para emitir un mensaje de superación harto positivo. Hyper Light Drifter es desafiante porque es honesto como metáfora de la enfermedad, pero justo y gratificante como canto a la esperanza.

Todo lo expuesto evidencia la solidez del trabajo de Heart Machine. Las piezas de su mosaico siempre encajan, sin importar si uno aprecia en él un relato íntimo sobre la dolencia de Preston o una reflexión sobre la soledad del extranjero en territorio hostil. Precisamente por la trascendencia de cada detalle, echamos en falta un mayor peso de ciertos elementos jugables en el diseño de niveles. Los explosivos rodantes y la devolución de proyectiles, entre otras mecánicas opcionales de combate, animan las batallas sin llegar a repercutir en la interacción con el escenario. Facilitan el progreso, y es probable que fueran concebidas con ese único propósito en mente, si bien es inevitable fantasear con un Hyper Light Drifter en el que hiciera falta algo más que el espadazo, el disparo y el dash. Aprovechando sus similitudes con las aventuras del Héroe del Tiempo, así como lo aprendido tras su último periplo en Switch, no hay adjetivo para describir qué sería el título de Heart Machine de haber planteado este tipo de mecánicas adicionales de un modo similar a cómo Breath of the Wild entiende los módulos de la piedra sheikah. Dicha decisión hubiera trufado el diseño de niveles, dotando al jugador de muchos más trucos para avanzar y hacer frente a los monstruos. Tal y como están planteadas en Hyper Light Drifter, estas habilidades opcionales desperdician su potencial y son más bien anecdóticas.

El trabajo de Abylight Studios

Esta versión no acomete una tarea tan ambiciosa, aunque tampoco se conforma con llevar el trabajo de Heart Machine a Switch sin más. La labor de Abylight Studios llega a la híbrida con un “Special Edition” acompañando a su título por algo, ya que añade algunas sorpresas muy gratas. Dos armas, el Blade Caster y el Crystal Shot, enriquecen y diversifican el combate sobre el que se asentó el juego en su lanzamiento. La primera de ellas consiste en un par de espadas que pueden lanzarse para marcar mejor las distancias, algo diferencial en una obra que apuesta tanto por la proximidad en sus viscerales batallas. La segunda, por su parte, sigue una premisa similar y sirve para congelar a los contrincantes y finiquitarlos con un eficiente tajo. Obtenerlas pasa por afrontar el nuevo desafío Tower Climb, una zona accesible desde la ciudad que, lejos de constituir un mero relleno con el que prolongar la duración artificialmente, brinda escenarios tan maravillosos como los del resto del juego y algunos de los jefes finales más complicados de la aventura.

Detectamos mucho mimo y respeto por el trabajo de Heart Machine en el port de Abylight. El estudio catalán aporta algunos detalles interesantes como los ya descritos, amén de un nuevo traje para solventar otra de las pocas pegas que tenía Hyper Light Drifter en su lanzamiento. En un juego que podía completarse en apenas media docena de horas, pero que invitaba al completismo y a explorar cada rincón, era una lástima que encontrar el contenido oculto fuera tan punitivo. Hallar las llaves con las que abrir las puertas de varios candados, demasiado escondidas, era más un castigo que un premio a la perseverancia. Conscientes de que no todo el mundo conectó con esa forma de abordar la tarea de completar el juego totalmente, desde Abylight se ha optado por solucionarlo del modo más orgánico posible. Hay un nuevo traje que ayuda a encontrar dichos ítems, con lo que mejorar al personaje es más asequible. Ayuda a los menos duchos en los videojuegos de esta índole, en los que la exploración es inherente al progreso, pero jamás resulta intrusivo. Es un traje, así que puede sustituirse por la vestimenta habitual del drifter y disfrutar de la experiencia tal y como fue concebida hace dos años. Incluso puede optarse por el término medio, reservándolo para cuando haya que completar el juego y cueste en exceso dar con las llaves mencionadas previamente. El esfuerzo de Abylight, en definitiva, deviene en la mejor experiencia posible con Hyper Light Drifter al tiempo que sirve para reivindicar todos los méritos del que, para el autor de estas líneas, fue el GOTY de 2016.

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Conclusión

Hyper Light Drifter: Special Edition es la versión definitiva de la obra de Heart Machine. Totalmente fiel a la idea de Alex Preston y con la misma fuerza simbólica en cada uno de sus preciosos píxeles, cumple con todo lo que se esperaba de este port. Abylight Studios ha garantizado los 60 fps en la práctica totalidad del juego, algo de agradecer en un título que combina paseos apacibles con combates viscerales. Hay algo romántico en que una obra tan inspirada en el legado de los The Legend of Zelda bidimensionales llegue a una consola de Nintendo, especialmente tras el intento fallido de trasladar la propuesta al tabletomando de Wii U. Los añadidos implementados por el estudio barcelonés salpimentan con mucho tino un plato que conserva el sabor del primer día. Encandilará a los fans del pixel-art y del minimalismo sonoro con un apartado audiovisual inapelable. Maravillará a los acérrimos de los SoulsBorne merced a un combate retante y un mapeado vasto y plagado de secretos. Deleitará a quienes aprecien los relatos profundos y abstractos. Empero, sin duda alguna, el verdadero vencedor por la llegada de Hyper Light Drifter a Nintendo Switch es su catálogo indie, cada vez más repleto de joyas.

Lo mejor

  • Sistema de combate ágil y divertido
  • Apartado audiovisual para el recuerdo
  • El port de Abylight luce espectacular en Switch
  • La nueva zona, el traje y el par de armas enriquecen la experiencia

Lo peor

  • No usa ciertas armas y habilidades en su diseño de niveles
  • Algunas bajadas de frames muy puntuales