Moss
Moss, Análisis
La realidad virtual de Sony suma y sigue. Va ampliando catálogo poquito a poco y sin hacer demasiado ruido. Pero que esté lejos de los focos no quita para que haya empezado a brindarnos ya auténticas joyitas. Es el caso de Moss, título que aterriza hoy en PS4 dispuesto a convertirse en uno de los juegos más bellos e interesantes de todos los de PS VR.
Moss, Análisis PS VR
Hoy tenemos que empezar por el final. Sin spoilers, pero por el final. Por esa inesperada sonrisa que nos ha generado saber, ya en los créditos finales del juego, que la joya que tenemos entre manos la han hecho solo 15 personas. En estos tiempos en los que hasta la más humilde producción nos somete a media hora de scroll en la que cita a todo su equipo (lo que está muy bien, pues es de bien nacidos ser agradecidos), al estudio detrás de Moss, así se llama este delicioso título, le basta con unos segundos y le cabe todo en pantalla sin movimiento alguno. Polyarc es su nombre y el motivo de esto es, como decíamos, que son un pequeñísimo grupo conformado por apenas 15 personas y ubicado en Seattle. ¿No os suenan de nada? Normal, estamos ante la ópera prima de la desarrolladora, recién fundada en 2015. Ahora bien, que sea el estreno de Polyarc no quiere decir que también lo sea el de sus integrantes, muchos de los cuales ya poseen más de una década de experiencia en el sector. Solo así se explica un debut tan brillante y prometedor. De hecho ni siquiera así se entiende el resultado, pero eso es lo divertido de la magia, no saberse el truco.
Moss llega a PS4 y PlayStation VR en una época de bonanza para la realidad virtual de Sony. Podríamos hablar de la tecnología y de los juegos entre los cuales se enmarca su salida. Que si el mes pasado The Inpatient, que si estas últimas semanas Spint Vector y Apex Constructor, que si en marzo ya estarán con nosotros lanzamientos del calibre de Bravo Team... etcétera. Sin embargo, creemos que no debemos posponer ni una sola línea más el hablar de todas las virtudes de Moss, más que problablemente el nacimiento de una nueva franquicia; más que probablemente uno de los mejores juegos hechos en exclusiva para PlayStation VR, sino el mejor.
El juego se ambienta en el mundo de Moss, que bien pudiera estar sacado del imaginario de Las Crónicas de Narnia. En él, ayudaremos a Quill, una joven y valiente ratoncilla que descubre un misterioso objeto que la pondrá en contacto con nosotros y animará a emprender una peligrosa aventura para salvar a su tío, secuestrado a su vez por un anciano mal. Narrado como si de un libro se tratara, con sus páginas y una misma voz que cambia para interpretar a los distintos personajes, se trata de una fábula llena de criaturas y lugares fascinantes, que parecen tener mucho más para ofrecer de lo que finalmente, por tiempo, hace. En cualquier caso, teniendo en cuenta que el propio juego se refiere a Moss como el Tomo 1 de aquellos que narran las aventuras de su mundo, estamos seguros de que volveremos a tan rico universo en el futuro para seguir conociendo más acerca del mismo.
Max: The Curse of Brotherhood, Ori and the Blind Forest, los juegos de PlayDead (Limbo e Inside), The Last Guardian, Unravel, Brothers: A Tale of Two Sons... A veces nos hemos acordado de ellos por un detalle, a veces por una nimiedad, en ocasiones por ciertas mecánicas, parajes y desafíos. En cualquier caso, todas las referencias a las que evoca el juego son buenas y ya hablan, como veréis, de los estándares de calidad a los que apunta.
La fórmula de semejante ópera prima
Moss es un juego de puzles y plataformas con ligeros y acertadísimos toques de acción. Apenas usa tres botones y el stick. Saltamos con la equis, golpeamos con cuadrado y agarramos objetos con los gatillos. La sencillez y el minimalismo como preceptos. El concepto es siempre el mismo. Quill, nuestra protagonista, entra por una puerta situada en uno de los lados de la pantalla y su objetivo es salir por la puerta contraria a base de saltos, combates y rompecabezas. Nosotros, que lo veremos todo desde una posición fija, habitualmente en el centro, podremos ayudarle moviendo cosas y tirando de palancas con los sensores de movimiento del mando. Una combinación entre los controles clásicos y los más recientes, de movimiento, que convencerá a los adalides de uno u otro estilo.
A nadie le sorprenderá si hablamos de lo increíblemente accesible que resulta. Lo que sí sorprende es lo satisfactoria y entretenida que llega a hacerse la propuesta a pesar de lo simple de la misma. Tiene una curva de progresión y dificultad magistral. No llegará a sacar de sus casillas a nadie ni a plantear excesivo desafío o reto, pero ni mucho menos insulta a nuestra inteligencia, obligándonos a pensar, concentrarnos y ser hábiles a los mandos al llegar determinadas pruebas. Es ingenioso y genuino. Siempre va a más. Capaz de sorprender, el tedio y el aburrimiento ni siquiera se otean en el horizonte. Cuenta con secciones dignas de mención, como cierta recta plataformera del final del juego.
Muchas veces sucede, en los juegos y las propuestas de realidad virtual, que la ambientación y la inmersión priman sobre lo jugable. Que, si nos quitáramos las gafas y despojáramos de dicha tecnología, el título cumpliría justito y aprobaría raspado. Entendemos que la gracia de PlayStation VR reside precisamente en eso, en cómo nos sumerge dentro de la aventura, pero varias veces esto se ha usado como excusa para hacer experiencias muy pobres en otros ámbitos. Meros walking simulators de historia mediocre y jugabilidad inexistente. Por fortuna, no es el caso de Moss. Sería un juego notable aún sin el periférico de Sony. Ese es el punto del que debieran partir, en nuestra humilde opinión, todas las obras. Si desde dicha posición ya sumamos las ventajas y posibilidades de las gafas de Sony, la experiencia empieza a ganar enteros y se vuelve redonda.
Pero la grandeza de Moss no se queda solo ahí. Polyarc no ha hecho un juego notable por un lado y después sumado por otro la realidad virtual. Ha hecho un juego único, indivisible, en el que las partes, sobresalientes en sí mismas, se entrelazan de modo que no se entiendan la una sin la otra. Parte de su mérito está en cómo han integrado a la perfección al jugador en el universo del título. Cualquiera diría que el único modo de hacerlo es metiéndonos en la piel del personaje principal, ponernos en primera persona y tirar. Es el modo en el que lo han venido resolviendo la inmensa mayoría de obras del catálogo de RV de PS4. Aquí se nos descubren nuevas vías. Sin entrar en destripes, tiene sentido que estemos en el mundo del juego. Tiene sentido que nuestra cámara esté donde está y que, además de manejar a Quill, también podremos manejarnos a nosotros mismos. Es un conjunto coherente y orgánico. Brillante. Muy bien pensado y resuelto. No llega al nivel de simbiosis de Brothers: A Tale of Two Sons, pero es un primer acercamiento que evoca al juego de StarBreeze. Todo un soplo de aire fresco y futuro. Y por supuesto, queda erradicada cualquier posibilidad de mareos y motion sickness.
Tan precioso como efímero
Estamos sin duda alguna ante el juego más bonito del catálogo actual de PlayStation VR. Moss es precioso de mil y dos formas distintas. Por la cantidad de animaciones de sus personajes (y la fluidez y simpatía de las mismas), por los reflejos en el agua, los juegos de luces, la nitidez general, el diseño y la ambientación de los escenarios, la viveza de sus colores, el método narrativo empleado, la textura de todas y cada una de sus formas, semejante banda sonora, la posición de la cámara en el escenario, por Quill, The Reader y tamaño adversario final... y así podríamos seguir. Es delicado y está increíblemente cuidado. Armonía; amor a primera vista.
El sonido acompaña, por supuesto. Ya no solo por los estupendos efectos o esa melosa voz de cuentacuentos que nos lee/narra la historia, cambiando la entonación y el timbre según el personaje y el momento de la acción. Las emotivas melodías son perfectas para la ocasión, y quedan coronadas por la canción final de los créditos. A nivel audiovisual no tiene pega alguna, es sobresaliente.
A grandes rasgos, el juego solo tiene dos problemas: su idioma y su duración total. Cuenta con voces en inglés, francés y alemán; y con textos en inglés, francés, alemán, japonés y (¡!) coreano, pero ni rastro del castellano en ambos campos. No es necesario un gran dominio en dichas lenguas para seguir la historia, ni mucho menos, pero es una pena que se produzca semejante desconexión con algunos jugadores, que se quedarán sin conocer una fábula, si bien sencilla, muy bonita. Habrá quien pueda sentir que se rompen el hechizo y la inmersión. Crucemos los dedos, esperemos una pronta actualización que al menos añada subtítulos en nuestro idioma.
En cuanto a su vida útil, ésta se sitúa entre las 2 y las 4 horas de juego. A nosotros nos ha durado poco menos de 3 (2:51, para ser exactos). Hemos encontrado todos los coleccionables, contemplado embobados más de un escenario y disfrutado del viaje sin prisa alguna. Más allá de su platino, que se antoja a mano, no hay muchos motivos por los que rejugar el título, que no esconde demasiado. Bueno, muy en el fondo sí que hay una razón: volver a disfrutar de tan deliciosa experiencia. Es una razón más poderosa de lo que uno podría llegar a pensar en un primer momento. Pero si repetimos, lo haremos una vez pasado algún tiempo. Y en cualquier caso, estamos seguros de que en un futuro regresaremos al mundo de Moss con un segundo tomo de historias.
Muy Bueno
Juego de notable acabado que disfrutaremos y recordaremos. Una buena compra, muy recomendable para amantes del género. Está bien cuidado a todos los niveles. Cómpralo.