Con Braid, Jonathan Blow pasó de ser un desconocido a estar en primera plana, y Braid a convertirse en una muestra de lo que el sector indie era capaz, habiendo costado 200.000 dólares y haciendo millonario a su creador. Un autor que no mentía al decir en 2012 que había puesto su fortuna en juego para hacer The Witness. Con un desarrollo iniciado en 2009 y un proyecto que se ha triplicado en tamaño con el paso de los años, The Witness ha pasado de durar 8 horas a casi 40, de tener 9 desarrolladores a jornada completa y 8 adicionales. Y todo eso cuesta un dinero que, según Blow, ha sido más de lo que el éxito de Braid le ha reportado, razón por la que ha tenido que pedir dinero prestado, "así que espero que cuando esté terminado, unos cuantos compren el juego". Por descontado seguimos sin una fecha exacta de salida, aunque al menos tenemos el dato de que el pasado mes de enero, Blow y su equipo terminaron todos los puzles del juego, un total de 677 divididos en 11 áreas temáticas de las que tendremos que resolver al menos "siete u ocho" para terminarlo.