Ha sido una larga generación y aunque hemos vistos grandes títulos, también hemos visto una considerable colección de mediocridades o títulos directamente malos
Esta generación se acaba y aunque lo normal es celebrar sus virtudes, grandes momentos y los títulos más destacables que ha aportado, también es de recibo repasar algunos de los peores juegos que hemos visto durante estos largos años de generación, todos recordatorios importantes de que hacer un buen juego no es algo que esté nunca garantizado y que a lo largo del tiempo es normal encontrarnos muchos proyectos que se quedan muy por debajo de las expectativas. Hemos reunidos 25 títulos de entre los peores con los que nos hemos cruzado durante este tiempo, pero no son ni mucho menos todos los que son. Por ello queremos conocer también vuestras propias experiencias con ese título infumable con el que habéis tenido el "placer" de cruzaros y del que no os podéis olvidar por el mal rato que os hizo pasar, así que nuestra sección de comentarios y a través de twitter con el hashtag #meritruño, podéis compartir y exponer vuestros criterios.
Thor es un arquetipo perfecto del motivo por el que los juegos basados en películas se han visto empujados al exilio y al descrédito definitivo. Y es curioso porque son años, décadas, en los que hemos visto intento de lo más zafio de colarnos auténticos bodrios con la promesa de extender el disfrute que hemos tenido de ver una película de éxito. Pero ha sido esta generación, con el aumento de exigencia e inversión a la hora de producir juegos, cuando el fenómeno ha tenido que batirse en retirada del mercado tradicional -desplazándose, eso sí, a móviles y Facebook, más económicos-. Thor es realmente un juego sin alma, sin interés por sí mismo, sin capacidad de hacer algo interesante con el mítico personaje de Marvel, con su historia o con sus habilidades. Es corto, soso y aburrido, un juego hecho porque tenía que hacerse en el plazo que tenía que hacerse, sin una chispa que lo eleve de la mediocridad y que no es ni siquiera técnicamente competente. Un completo desastre.
The Expendables y su secuela, como películas, son una celebración del cine de acción de los 80, de sus héroes, de sus chascarrillos, de su capacidad para divertir a base de explosiones y acción rica en testosterona. El videojuego de la segunda parte quería también ser también un homenaje a tantos juegos inspirados por esas películas y personajes, a esos Contra, Commandos, Mercs y tantos otros Run & Gun de la época. Ciertamente, la intención parecía ser esa, ofreciendo un juego de perspectiva aérea y esencia arcade que reflejara el espíritu de la película y sus personajes, pero cuando tienes un juego de moverte y disparar en el que falla el movimiento y el disparo no es satisfactorio, poca esperanza hay. Completamente falto de ritmo, lento, tosco, con unas animaciones que dan risa y para colmo de males ni siquiera cumple su misión como servicio de fan, contando con sólo cuatro protagonistas -Lungdren, Terry, Stallone y Li- y sólo Lungdren y Terry pusieron sus voces para el doblaje original. Un juego bastante mediocre, con buena intención pero una pésima ejecución.
La escena independiente se ha convertido en una fuente constante de satisfacciones durante estos últimos años, ofreciendo títulos fantásticos, originales e interesantes que llenan huecos que las super producciones no pueden llenar. Pero ser indie no es garantía de calidad y son muchos los casos un proyecto interesante decepciona, aunque pocos lo han hecho tanto como Amy. En plena desintegración del concepto puro de los Survival Horror, Amy prometía un regreso a las esencias, un juego en el que la supervivencia era cuestión de inteligencia y cautela, en donde las protagonistas eran frágiles y vulnerables ante una amenaza imposible de afrontar, con una interesante relación entre ellas además, necesitándose mutuamente para sobrevivir. Pese a sus buenas ideas e intenciones, el resultado final es bastante decepcionante, especialmente en aspectos técnicos en donde el juego fue un auténtico desastre, muy inacabado, con bugs graves y evidentes, además de problemas más generales de ritmo y mecánicas que no permitían el pleno disfrute del título.
Uno de los grandes problemas de la industria japonesa durante los últimos años ha sido el fijarse demasiado en lo que hacía occidente, pensando que tenían que imitar ciertas tendencias para alcanzar un necesitado éxito internacional. Quantum Theory es la quintaesencia de esa mentalidad, ni más ni menos que un intento de crear un Gears of War "a la japonesa" siguiendo las convenciones propias de los títulos de acción en tercera persona que hemos visto bastante en esta generación. Con un guión casi incomprensible y la novedad de tener a dos personajes protagonistas capaces de compenetrarse entre sí, el problema principal de Quantum Theory es un desconocimiento general de cómo crear enemigos y situaciones interesantes para esta clase de títulos, además de ser un juego visualmente feo e incapaz de ofrecer nada remotamente interesante en ninguno de sus apartados. Es una mala copia de los juegos que pretenden imitar y por tanto su interés resulta más que limitado.
Haze fue otro de los grandes chascos de la generación, particularmente por su condición de exclusividad y por estar a manos de Free Radical Design, los creadores de TimeSplitters, con una contrastada trayectoria en el género. Además llegó en un periodo en que PS3 perdía bastantes exclusivas de la época de PS2 a manos de una 360 mejor posicionada, así que muchos aficionados vieron en Haze la posibilidad de tener un juego exclusivo que aprovechara las todavía poco explotadas cualidades de la máquina. También se generó bastante expectación por una historia que se prometía original, con connotaciones morales y giros inesperados. Pero el tiempo pasaba, el proyecto acumulaba retrasos, las demostraciones que se veían distaban de ser convincentes y finalmente llegaría la confirmación en forma de un juego incluso por debajo de las ya bajas expectativas después de ver las señales. Bugs a diestro y siniestro, IA tremendamente pobre, un motor físico de pena, gráficos muy lejos del nivel esperado y toda una serie de imperfecciones que hacen que un FPS no pueda resultar divertido de ninguna de las maneras. Una gran decepción y una condena de muerte para el estudio británico, que acabaría comprado por Crytek.
Otro de los juegos de Kinect que demuestra que la tecnología no está madura para según qué tipo de cosas. La idea es crear un conflicto armado precuela del título original de Xbox, pero cambiando el enorme y fantástico panel de control de tu mecha gigante por los controles gestuales capturados por la cámara. Los gestos controlan diferentes funciones de tu máquina de guerra, pero el problema principal es que muchas veces los gestos se confunden y acabas haciendo cosas sin sentido en medio de la batalla. Ya es bastante ridículo que para pulsar una palanca imaginaria tengas que hacer el gesto delante del televisor, hay que echarle bastante imaginación al asunto para que eso sustituya a un control sólido, físico y tangible. Pero si encima el gesto es detectado como otra cosa que además te acaba costando la partida, no se puede hablar de otra cosa que no sea “fracaso”. Si en un futuro Microsoft consigue una reproducción 100% perfecta de nuestros movimientos, puede que esta experiencia pueda alcanzar su verdadero potencial pero, de momento, nadie que tenga el monumental mando de 200 dólares del juego original de Xbox querrá cambiarlo por lo que ofrece Heavy Armor.
Las licencias suelen estar entre los peores juegos posibles que puedes encontrar -no siempre, pero como media está ahí-, esa es una realidad aceptada por cualquiera con unos años en esto del videojuego. Justo ahora que hemos visto uno de los momentos de gloria de Seth MacFarlane presentando los Oscars, este juego recuerda que no hay nada a salvo del cínico intento de explotar a los fans, ni siquiera Padre de Familia. La serie es irreverente, gamberra y no sabe lo que es una “línea que no puede cruzar”, pero este videojuego convierte a los célebres personajes en tristes parodias de sí mismos, soltando frases que buscan desesperadamente la aprobación del fan mientras lo llevan por una aventura insustancial, corta y repetitiva, sin ninguna gracias, sin nada fresco o que indique que se ha hecho un verdadero esfuerzo de captar la esencia de la serie. Habrá que confiar en que el futuro juego de South Park marque el camino a seguir.
El último de la lista es también de los más recientes y otro juego que ha supuesto una gran decepción porque se esperaba mucho más de él. No se esperaba que fuera un clásico, claro, pero con el 50 aniversario de la saga del espía de su majestad y la promesa de que íbamos a poder revivir algunos de los mejores momentos de la película en forma de videojuego, había cierta expectación para el fan de que iba a poder disfrutar de al menos una experiencia satisfactoria. Pero el resultado final no consigue ofrecer nada interesante o ameno como FPS. Es una experiencia genérica, con grandes torpezas como su sistema de sigilo, técnicamente muy por debajo del nivel que debería tener viendo la competencia. Pero lo peor de todo es la sensación de que podría ser un juego de cualquier cosa de tan genérico que es, se supone que un juego que celebre el aniversario de algo tan icónico como James Bond se podría permitir una gran personalidad propia y aportar ideas interesantes para hacernos sentir dentro de las aventuras de 007, pero lo que tenemos aquí es un FPS genérico que lo mismo valdría para cualquier película de acción y tiros que se nos ocurriese. Una pena que un estudio con tanta historia como Eurocom se despidiera para siempre con esta obra.