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Fragile, Impresiones

Wii amplía su catálogo en Japón con Fragile, el último trabajo de los creadores de Eternal Sonata, un trabajo largamente esperado que combina el RPG tradicional con el terror psicológico. Tras su lanzamiento en el país del sol naciente hemos querido echarle un vistazo a un título realmente innovador que toma la fórmula de Silent Hill y la adapta según las convenciones del género, sin perder por el camino un ápice del carácter fantástico que tri-Crescendo imprime a sus creaciones.

Wii amplía su catálogo en Japón con Fragile, el último trabajo de los creadores de Eternal Sonata, un trabajo largamente esperado que combina el RPG tradicional con el terror psicológico. Tras su lanzamiento en el país del sol naciente hemos querido echarle un vistazo a un título realmente innovador que toma la fórmula de Silent Hill y la adapta según las convenciones del género sin perder por el camino un ápice del carácter fantástico que tri-Crescendo imprime a sus creaciones.

tri-Crescendo es una compañía relativamente joven en el desarrollo de videojuegos que se ha labrado un lugar en la memoria de los aficionados principalmente gracias a su trabajo en el plano musical de diversos RPGs de peso, léase el caso de Valkyrie Profile o de Star Ocean: Till the End of Time. En 2001 comenzaría su primer desarrollo, que años más tarde resultaría en la serie Baten Kaitos, pasando por Eternal Sonata hasta llegar a este título que hoy presentamos, una de las promesas de 2009 y sin lugar a dudas uno de los RPGs más esperados de Wii desde que fuese anunciado hace poco más de dos años.

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Lo que en un principio se conocía como Project Fragile pasó a ser Fragile: Sayonara Tsuki no Haiky (Farewell Ruins of the Moon en la traducción literal), un proyecto ambicioso respaldado por Namco en el que se volcaría parte del equipo de desarrollo de la compañía además de tri-Crescendo al completo. La intención de sendas compañías se centraba en crear un producto original, que sin revolucionar el género lograse ir un paso más allá de lo que hasta el momento se ha podido ver en Wii. Para ello primaba decidir un motor gráfico, un aspecto técnico capacitado para sorprender y explotar el hardware de la consola que finalmente va a caballo entre Silent Hill y Eternal Sonata, que obviamente ha servido de referencia para el diseño de los personajes y del mundo en el que se basa Fragile.

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Oscuridad, soledad; factor humano
Seto es el héroe de la aventura, un joven muchacho que recorre en soledad los parajes de un mundo post-apocalíptico, en el que todo rastro de civilización ha sido literalmente arrasado décadas atrás en el tiempo. La presentación del personaje pone en liza la importancia artística del título, la preocupación de tri-Crescendo por transmitir la sensación de estar aislados de cualquier rastro de vida: el primer contacto con el sistema de juego se tiene tras una vaga introducción que refleja la situación en la que se encuentra Seto, en un recinto de madera sumido en la oscuridad. La luz de la luna es la única fuente de luz de la que disponemos en los compases iniciales, donde también descubrimos los fundamentos del sistema de control y del manejo del protagonista.

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La oscuridad es un factor constante en los primeros minutos. Seto descubre un pequeño panel desde el que logra abrir una compuerta que permite el acceso de tenues rayos lunares. Es en este preciso instante cuando podemos echar un vistazo a lo que nos rodea, siendo menester desplazarnos con el objetivo de encontrar algún objeto de relevancia con el que escapar del lugar, o que al menos facilite la iluminación. En cuestión de minutos descubrimos una linterna en el piso superior: esta inseparable compañera de aventuras abre un amplísimo abanico de posibilidades de iluminación durante la partida, aunque no todo transcurre en la penumbra.

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El mundo actual carece de una fuente de luz propia para garantizar la vida humana. La temperatura del planeta ha descendido, propiciando la aparición de extraños monstruos, y la consiguiente necesidad de encontrar a otros supervivientes que nos ayuden en las tareas diarias y mundanas. Este es el único objetivo de Seto; localizar y salvar a cualquier ser vivo que necesite de su ayuda o con el que pasar los días. Para abrir un halo de misterio sobre el personaje, Namco nos priva de conocer cualquier dato relevante sobre su historia hasta que entra en relación con la coprotagonista del título, una muchacha delgada, de pelo rubio, con un rostro tan llamativo que Seto se descubre mirando embobado sin pestañear.

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Ren es un personaje si cabe aún más extraño que el propio Seto, más allá de su peculiar forma de vestir y desparpajo a la hora de afrontar determinadas situaciones. Siempre acompañada por su inseparable gato (una figura emblemática en la tradición japonesa que aquí aparece por doquier para prestar algo de ayuda), Ren logra llamar la atención de nuestro héroe desde el primer momento en el que se cruza en su camino. La figura de la joven destaca en la espesura de la noche, con su regazo apoyado en una columna derruida y la mirada perdida en el vasto infinito. Los hechos se suceden de forma inconexa, como si se tratara de un sueño, de una memoria que el joven Seto trata de recordar a medida que avanza y recorre nuevos escenarios. 

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No es tarea fácil descubrir el factor humano de Fragile. Desde el primer minuto de juego resulta evidente que estamos ante un proyecto muy ambicioso, en el que se ha cuidado hasta el detalle un argumento que parte como elemento primordial de cuantos componen el juego. La primera sensación que acude a la cabeza es una similitud indiscutible con Silent Hill, un símil que el presidente de tri-Crescendo reconoce y del que aconseja a los jugadores olvidarse. Hiroya Hatsushiba ha hecho hincapié en múltiples ocasiones en que, pese a la primera impresión que transmite al juego, Fragile no es en absoluto un Survival Horror ni un juego de terror, tan sólo recurre a la oscuridad como trasfondo para hacer mella en la mente del jugador, para cautivarlos desde el comienzo.

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Lógicamente también forma parte íntegra del sistema de juego, pero sin duda alguno lo más llamativo de las declaraciones de Hatsushiba llegaría tras admitir que en Fragile todo está orientado hacia la personalidad de los personajes principales, hacia la evolución que sufre el carácter de los mismos desde los primeros compases de la aventura hasta el final de la misma, un factor que a duras se puede comprobar sin una correcta comprensión del japonés. En Fragile tienen lugar tanto las conversaciones que se alargan durante minutos como los silencios; ese interminable espacio entre sentencia y sentencia en el que los personajes expresan sus sentimientos siempre en relación con los hechos que suceden a nuestro alrededor.

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La ambientación, como siempre fundamental
Un escalofrío recorre la espina dorsal de Seto al comprobar cómo surgen de la nada un grupo de monstruos al que el héroe ataque con una caña de madera. Los enemigos caen lentamente, a medida que el personaje se fortalece y gana más experiencia para afrontar futuros encontronazos. La ambientación es un todo, nada puede fallar para hacer llegar al jugador la empatía necesaria para sentirnos inmersos en la trama. La oscuridad es un factor tan práctico a la hora de lograr el efecto deseado como los efectos sonoros que surgen de cualquier caja de madera, o detrás de cada puerta. La música toma un protagonismo indiscutible que se hace evidente desde la verdadera introducción CGi del título, que tiene lugar tras el breve prólogo anteriormente descrito.

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En ella no sólo podemos admirar la calidad del vídeo (que supera ampliamente a la de Tales of Symphonia: Dawn of the New World o al propio Eternal Sonata), sino también la magnífica representación de Aoi Teshima a la batuta del tema principal de la aventura. Poco a poco nos vamos acostumbrando a que los desarrolladores pongan especial énfasis en esta clase de aspectos, que realmente logra mejorar la sensación general que transmite el juego. Por curioso que pueda resultar, durante la mayor parte de la aventura no escuchamos ninguna clase de sonido aparte de los monstruosos aullidos enemigos.

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Apunta y descubre
La mecánica de Fragile va directa al grano y se deja entrever desde los primeros compases de juego. Nuestro objetivo es el de avanzar por diversas localizaciones conectadas entre sí donde nos encontramos con diferentes personajes secundarios a los que tenemos que salvar de un modo u otro, bien sea facilitándoles el viaje a la otra vida o sencillamente liberándolos de una muerte segura. Seto no es un personaje particularmente ágil o fuerte, pero sí inteligente y bastante habilidoso a la hora de solucionar acertijos y otra clase de problemas, lo que en otras palabras se traduce en una importancia secundaria de los combates, en un puesto muy distante al de la exploración.

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Nos pasamos horas investigando cualquier superficie, manejando a Seto con el wiimote y el nunchuk, este último destinado exclusivamente al desplazamiento del personaje. La cámara en tercera persona dificulta ver alguna sorpresa en este aspecto; con el wiimote hace las veces de puntero, o lo que es lo mismo, con él variamos la inclinación y posición de la linterna, y en un grado algo más amplio también el sentido rotatorio de la cámara. Con la A realizamos todas las acciones básicas, y con la B pasamos a una vista en primera persona con la que descubriremos distintos objetos necesarios para avanzar en la trama; nuevo armamento (nada de armas de fuego, siempre al nivel de un adolescente), llaves ocultas, alimento, etcétera.

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Si el puntero detecta algún objeto de interés, el pad comienza a vibrar avisándonos de ello sin la menor dilación. Esta es sólo una de las múltiples funciones de las que hace gala el wiimote en esta ocasión, ya que también entra en escena el pequeño micrófono al que debemos prestar atención para localizar a determinados personajes o sencillamente a los enemigos que permanezcan ocultos entre las sombras. La acción transcurre sin dilación: tan pronto detectamos a un enemigo nos acercamos a él para asestarle varios golpes con nuestra caña de bambú, siendo aconsejable manejar al personaje directamente desde el nunchuk, prescindiendo del puntero del wiimote, que no facilita en absoluto las transiciones rápidas durante los combates.

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La hoguera, reflejo de salvación
La luz se ha convertido en un buen escaso, una situación compleja que obliga a Seto a elaborar hogueras con las que entrar en calor y resguardarse del gélido sereno. Los primeros escenarios están plagados de hogueras por doquier que nos permiten manejar los objetos del menú, guardar la partida e incluso asistir a una pequeña tienda regida por un extraño personaje que luce una deficiente cabeza de pollo, una situación cuento menos surrealista que resultará tremendamente útil en el futuro. No obstante, Seto se comporta con la mayor naturalidad del mundo sin perder por un instante la compostura, un hecho al que nos acabamos acostumbrado a medida que el héroe descubre nuevos personajes secundarios a cada cual más enigmático y misterioso.

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Al cabo de unas horas nos vemos totalmente inmersos en este mundo dual entre la oscuridad y la luz, entre edificios laberínticos y naturaleza en estado puro. Hay un elemento que destaca negativamente y ese es el sistema de control, que curiosamente hilo más fino cuando el wiimote no entra en escena, tal y como explicábamos anteriormente. Fragile no es en absoluto una experiencia de unas horas, un producto que se pueda juzgar a primera vista, del que se pueda concretar un estilo de juego sin recurrir a extrañas combinaciones entre géneros y estilos de juego. Si hay algún aspecto que destaque por encima de los demás, ésa es la obsesión de tri-Crescendo por dar a conocer a los personajes secundarios, como en el caso de nuestra inseparable compañera robótica PF.

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La primera función real que descubrimos del altavoz del wiimote nos sirve para descubrir a un pequeño aparato tecnológico similar a un transistor que pide auxilio y que rápidamente se siente encantada de descubrir alguna presencia que la acompañe en la soledad reinante. Las siglas P.F. se corresponden con Personal Frame, una forma un tanto cruel de presentar a un personaje carismático como pocos (su personalidad recuerda por momentos a la inocencia de Wall-e) que se pasa la aventura hablando y comentando todo cuanto sucede. Sato y PF forman una extraña pareja que se comprende y se ayuda mutuamente, una triste relación entre dos seres que pone de relieve esa ambientación densa y pesada de Fragile: dura, muchas veces incluso inhóspita.

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Lo mismo sucede con Sai, una niña que ha perdido a su madre y que encontramos vagando en un establo, consumida por el tedio y el aburrimiento. En cuanto nos ve, y a cambio de su tesoro más valioso, nos propone jugar al escondite durante unos minutos, una tarea que Sato acepta sin pensárselo dos veces y que se ve recompensada de la mejor de las maneras; con la niña ascendiendo hacia el cielo de la mano de su desaparecida madre, en una escena impactante, genialmente hilada y que sirve perfectamente de ejemplo para demostrar la grandeza de este título.

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Fragile no es un RPG, tampoco un Survival Horror ni una aventura de acción tradicional. Es un juego que toma lo mejor de diversos géneros y lo aplica de una forma resultista, muy visual, que se preocupa en aprovechar las virtudes de Wii (hay que recordar que se trata de una de las exclusivas más sonadas de la consola) y en llevar el género un escalón más alto de lo que lo habían hecho otros, al menos de una forma directa y drástica; tan poco sutil, por decirlo de alguna manera. Después de disfrutar durante largo tiempo con los entresijos de este título no queda otro remedio que dar una vez más la razón al público japonés, que el primer fin de semana aupó el juego entre los más vendidos con 20.000 unidades vendidas, una cifra ligeramente inferior a la obtenido con Eternal Sonada en 360 y PS3.

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Un lanzamiento difícil
Existe un hándicap enorme de cara a considerar el lanzamiento de Fragile en occidente, que está directamente relacionado con la empresa que distribuye el juego, que no es otra que Namco Bandai. Nunca se sabe cuáles son los planes de una compañía hasta que haya transcurrido un tiempo de seguridad para protegerse de un poco probable fracaso en Japón, más aún en el caso de la distribuidora de Tales of Symphonia: Dawn of the New World, entre otros, que como bien es conocido no ha logrado traspasar la barrera estadounidense.

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Con un poco de suerte debería ser suficiente para que, en el peor de los casos, los amantes del género no se pierdan esta notable pieza de una compañía que en cuestión de dos años cumplirá una década desarrollando títulos de indiscutible calidad. Fragile es uno de los juegos más atractivos del año y posiblemente uno de los más cuidados del catálogo de Wii hasta la fecha. Un triple A del que nadie debería perder la vista. 

Fragile Dreams: Farewell Ruins of the Moon

  • Wii
  • Acción
  • RPG
Nuevo RPG de Tri Crescendo, padres del videojuego Eternal Sonatal, para Wii. El título nos trasladará a un futuro próximo en el controlaremos a un joven llamado Seto.
Carátula de Fragile Dreams: Farewell Ruins of the Moon
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