El efecto Doom III

Con Doom III, el nuevo juego de id Software mostrado recientemente en un pase privado durante el último E3, tenemos ante nosotros un nuevo tema de conversación para muchos meses. No hay más que darse una vuelta por los foros de medio mundo para constatar que la criatura de Carmack y compañía se ha llevado la palma en esta feria del videojuego y ha levantado una ola de comentarios, dimes y diretes, al estilo de las que sólo levantan las empresas emblemáticas del sector, especialmente cuando se deciden a continuar una saga mítica, quizá una de las más importantes para muchos jugadores.

Presente. Reacciones en los Foros.

¿Cómo es posible que se produzcan reacciones tan exacerbadas, tan viscerales, tan... tan... ¡y tantas!, ante el lanzamiento de un juego de ordenador? Demonios, pocas horas tras poder ver la demostración de Doom III el nivel de mensajes en los foros de todo el mundo era realmente impresionante, y la sensación predominante es que nadie se ha quedado indiferente.

El hecho es que ahora mismo tenemos a un rosario de gente preguntándose qué tarjeta gráfica se van a comprar, más aún, cuál. Otros tantos haciendo cábalas para elegir el mejor momento de ampliar el ordenador; aquellos que estaban a punto de hacerlo con un nudo en el estómago ("¿estaré haciendo el primo?"); un número indeterminado de jugadores profundamente cabreados porque no quieren comprarse una nueva tarjeta sólo porque vaya a salir al mercado un nuevo juego, y unos cuantos que rezan para que su equipo pueda mover al "monstruo" aunque sea a pedales.

Al otro lado de la balanza, nos encontramos a un grupo también numeroso encantado de la vida, sin importarle lo que haya que hacer, pero con la seguridad de que lo van a jugar, sea como sea. Son felices y están tranquilos. En mitad de ambos bandos, está el grupo de los "filósofos", aquellos que ya han empezado a elucubrar teorías, presagios, prever lo que acontecerá de aquí a uno o dos años como mínimo, en un afán desinteresado por ayudar a la comunidad de jugadores que tan perdida se halla en "estas tribulaciones".

Existe un fenómeno muy complicado de entender en tanto en cuanto afecta a una comunidad de personas de edades muy diversas, que pueden ir desde los 12 hasta los 50 años, con mentalidades muy diferentes y posibilidades económicas distintas que, en la práctica, les lleva a emitir juicios que incluso llegan a ser contradictorios.

Estamos hablando de juegos de ordenador, no lo olvidemos, pero no ya sólo de partidillas, sino de una auténtica forma de ocio, substitutiva en muchas ocasiones de otras mucho más extendidas como la televisión. Como tal, su importancia va creciendo a pasos agigantados, al mismo tiempo que la exigencia de los propios jugadores, los cuales ya no se conforman con cualquier cosa. Hoy en día, un juego que quiera aspirar al trono de los elegidos ha de contar como premisa cuasi fundamental, un nivel gráfico de primer orden. Esto, que no es malo en sí, acaba por serlo cuando afecta al resultado final del juego.

Gráficos o jugabilidad

Se abre de nuevo el debate más que conocido de la pérdida de originalidad y jugabilidad a favor de la espectacularidad visual. Entrar en él es demasiado peligroso por las múltiples ramificaciones del tema, y no lo haré, pero sí me quedo con el dato que me interesa: si el anuncio de un juego como éste provoca estas reacciones es porque cuando un jugador ve un despliegue gráfico de esa magnitud, siente la necesidad apremiante de pensar que irán acompañadas de un nivel al menos igual de jugabilidad real.

Lo malo es que muchos jugadores de hoy, que han crecido disparando a todo lo que se ponía ante su pantalla han pasado, mentalmente, a un nivel diferente. Demasiados productos parecidos, demasiadas estrategias de marketing, muchas ilusiones resueltas en realidades escocidas cuando el juego ha llegado a sus manos... Se puede decir que en los "jugones" curtidos existe no una hartura de juegos pero sí de fórmulas conocidas, las sensaciones no son como las de aquellos "maravillosos años".

Pero las empresas piensan justo lo contrario: mejor lo malo conocido que lo bueno por conocer, es decir, el dinero seguro no sale de las apuestas arriesgadas. Por eso cuando suceden hechos como el que nos ocupa, no podemos evitar dudar e incluso ironizar con una de las frases más repetidas: "¿más de lo mismo con mejores gráficos?". Esa reacción, totalmente lógica desde su punto de vista, choca de frente justo con la de aquellos noveles en el mundillo, los que no abren la CPU por miedo a que explote, que están experimentando sus primeras sensaciones, o simplemente con la de aquellos de gustos menos exigentes y que se conforman con menos. Por supuesto estoy hablando de extremos, porque los matices son incontables, pero así se entiende mejor. Visto así se pueden comprender algunas polémicas de las que desatan páginas y páginas de respuestas y contra-respuestas en esos foros de Dios. Lo que a mi me queda claro es que cuando Doom III salga, se volverá a producir el mismo fenómeno de siempre, una vez más: gente encantada, gente desencantada, gente cabreada, gente feliz.

Futuro. ¿Evolución o revolución?

El hecho es que todo el mundo se ha dado cuenta de que se va a producir un salto tecnológico importante, porque la llegada de este Doom III en realidad lo que anuncia es una nueva generación de juegos, justo los que vendrán después, mucho más potentes gráficamente y que harán uso exhaustivo de las nuevas capacidades desarrolladas en el hardware. Esto supondrá un revulsivo para la industria, porque todo el mundo evidentemente no querrá quedarse atrás, y eso implica nuevamente un impulso generalizado en el desarrollo de otros motores gráficos, otros juegos y muchas más ideas que con un poco de suerte contribuirán a enriquecer nuestro ocio con ofertas mucho más atractivas e inmersivas.

Tampoco deberíamos dejarnos llevar totalmente por la ola de escepticismo tan de moda hoy en día. Tenemos motivos para ello, pero si los jugadores caemos en el error de pensar que absolutamente todo está enfocado a sacarnos el dinero y tomarnos el pelo, perderemos la ilusión. Ocurre a veces, claro que si, del mismo modo que nos timan con la comida, la ropa, la música, el cine, etc, pero debemos hacer un esfuerzo por no perder la perspectiva, saber que nos movemos en una sociedad consumista basada justo en eso, el mercantilismo, por lo que hay que mantener la cabeza fría y tener claro que con un poco de razonamiento, todo tiene un mínimo sentido. Hemos de convivir a medias con el negocio y el arte, sin olvidar que detrás de toda esa capa de dinero existe todavía una llama de creatividad, que es la que consigue que de vez en cuando sigan surgiendo algunos de esas maravillas capaces de tenernos enganchados disfrutando como enanos, olvidándonos por un rato de todo tipo de problemas.

La situación a la que responden motores como el que nos ocupa (y otros como el de Unreal y demás en un futuro más cercano) es ofrecer justo lo que los jugadores queremos: más y más en interactividad, potencia e inmersión. Al mismo tiempo, los propios desarrolladores buscan no tener cortapisas a su creatividad, con lo cual es lógico que el crecimiento venga dado primero por una potenciación de la tecnología y la unión de diferentes disciplinas para conseguir los resultados espectaculares e impactantes. El riesgo ya conocido es el de un excesivo énfasis en la forma sobre el contenido, pero sabemos también que el proceso es imparable. Id por ejemplo ha contratado a Fred Nilsson para realizar las animaciones de Doom III, un experto infografista con experiencia en títulos como "Antz" y "Shrek". Otras tantas compañías van por el mismo camino, y esto no ha hecho más que empezar.

¿Evolución o revolución entonces? Me decanto por la primera opción sin dudarlo. No creo que esto sea ninguna revolución todavía. Estamos siguiendo el camino de la lógica dentro de lo que cabe, y lo cierto es que no hemos visto todavía las posibilidades reales de lo que las futuras tecnologías serán capaces de ofrecernos. Además, siempre que se investiga se opta primero por la espectacularidad, para más adelante madurar y ofrecer contenidos más densos. Creo que ocurrirá lo mismo con los futuros juegos. La revolución llegará, por ejemplo, el día en que me siente delante de mi ordenador, me coloque todos los dispositivos y sea capaz de vivir un videojuego de forma tan real e inmersiva que crea que yo mismo estoy dentro de él. ¿Te imaginas un sistema de realidad virtual que te hiciera vivir un Doom desde dentro? Claro que si, lo hemos hecho todos en algún momento...

Por ahora, creo que podemos conformarnos con asistir a estas fases de la evolución de los videojuegos, saborear las sensaciones, intentar no perder completamente el sentido, no dejar de jugar nunca y comentar todo lo que queramos en los foros, que para eso están.

Disfruta.