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Alone in the Dark

Alone in the Dark

Alone in the Dark (1992) - El Hombre Oscuro

¿ Sientes la sangre correr por tus venas? Tienes frio? Eso es "Miedo", pero tranquilo, no estás sólo.

EL HOMBRE OSCURO

Finalmente se dirigió a las escaleras, pero estas habían sido bloqueadas por dos gárgolas inmunes a todos los disparos y golpes. Inspirándose en el libro de Perseus colocó los espejos en las estatuas que había junto a ellas, lo que las hizo desaparecer. Bajó por fin las escaleras y observó como una fuerza desconocida cerraba la doble puerta de enfrente.

A estas alturas, y sin entender como, la curiosidad podía más que el miedo, y decidió no abandonar aquel lugar de pesadilla hasta comprender que ocurría. Había una armadura que no le inspiraba nada bueno, por lo que giró a su izquierda pasando lo más alejado posible de ella y siguió hasta una puerta que había enfrente. Llegó a un tenebroso pasillo con varias puertas, la primera de las cuales daba a un dormitorio en el que encontró un cuaderno, cuando lo cogió apareció de la nada un demonio alado al que fulminó con el rifle.

Después, con tranquilidad, leyó el cuaderno, que se trataba del diario de Hartwood. Era largo y confuso, no había duda de que había enloquecido, y Carnby solo sacó en claro que detrás de todo el horror de Derceto se encontraba alguien llamado "el hombre oscuro".

Al parecer bajo la casa había unas catacumbas y en los libros de la biblioteca podía haber más respuestas. Salió al pasillo y siguió. La segunda puerta daba a un cuarto de baño en cuyo lavabo había un monstruo aparentemente inmortal. Tuvo que entrar corriendo, coger una jarra del suelo, un botiquín del armario y salir inmediatamente. En el botiquín había otro frasco que se bebió para acumular fuerzas. Siguiendo por aquel pasillo llegó a otra habitación en la que no había luz. Su valor no alcanzaba a tantear en la oscuridad. Quien sabía que se ocultaba en las sombras.

Volvió al lugar de la armadura y, sin acercarse a ella, pasó y llegó a la puerta de enfrente. Se le heló la sangre cuando vio aquel ser incorpóreo sentado frente a la chimenea. Solo podía ser el hombre oscuro. Carnby sabía que si le molestaba solo tendría tiempo de desear una muerte rápida. Sin aproximarse a él y perturbar su descanso, cogió un gramófono y un disco de la mesa, una caja de cerillas y un atizador de la chimenea y una caja de cartuchos del armario, con la que recargó el rifle.

Con las cerillas encendió la lámpara de aceite y descubrió que esta solo se gastaba mientras la llevaba en la mano, por lo que decidió economizarla al máximo. Aligeró los bolsillos soltando llaves usadas, documentos ya leídos y frascos y botiquines vacíos. Volvió a la habitación oscura y en ella encontró una pesada estatua y un libro con el extraordinario relato de Lord Boleskine. Siguiendo por ese pasillo llegó a la galería de cuadros. El primero de ellos le causó pavor, por lo que lo tapó con la alfombra india.

Todas las pinturas eran el producto de una mente enferma y sintió que no estaba preparado para seguir por allí. Regresó a la armadura y, en un impulso de rabia, le lanzó la estatua con todas sus fuerzas, lo que la hizo desaparecer y Carnby consiguió así su espada. Allí le quedaban tres puertas por cruzar, la doble estaba cerrada, las otras dos llevaban al piso de abajo, que fue a donde se dirigió.

A su derecha había dos puertas. Entro por la de la derecha, que daba a la cocina. Cogió una repugnante olla de carne humana. Había dos pequeñas puertas oscuras. Tras la primera encontró una llave y una caja de galletas que consumió. Al cruzar la segunda le atacó un zombie. Ya había matado a uno, por lo que no le costó demasiado liquidar a este a golpes. Llenó la jarra en un barril de agua y en un montón de carbón encontró una caja de zapatos en la que había un revolver.

Soltó las cajas y la lata vacía y abandonó la cocina por la última puerta que le quedaba. Estaba en un pequeño corredor, la puerta de enfrente le condujo al comedor. Se encontraba infestado de zombies, por suerte Carnby pudo mantener la mente clara y comprender que llevaba su plato favorito: carne humana.

Dejo la olla sobre la mesa y los monstruos le ignoraron. Frente a la chimenea había otra puerta, detrás de la cual salía un humo maligno del interior de un cenicero. Lo extinguió con la jarra de agua. Cogió un mechero, y de un mueble, un libro y un disco. El libro recogía las inconclusas memorias de Lord Boleskine, que había muerto presa de la locura. Había dos puertas, una estaba cerrada, la otra le condujo a dos puertas más en el recibidor de la casa. La de la derecha era la salida, pero Carnby estaba ya convencido de que las fuerzas diabólicas que dominaban Derceto no le dejarían escapar con vida. Tenía que acabar con ellas si quería salir de allí. Por tanto entro por la de enfrente.