Rahm y Sergio: una de cal y otra de arena en el British
Ambos españoles entierran sus opciones en un tercer día anodino en St. Andrews. Hovland y McIlroy saldrán en el partido estelar el domingo.
El 150º British Open no figurará, salvo milagro este domingo, en el panteón del golf español. La Armada se quedó sin esperanza a la que aferrarse porque Jon Rahm y Sergio García, tras disparar fuegos artificiales el viernes, tuvieron un tercer día raro, anodino. Vizcaíno y castellonense se quedaron en -5 y -3, respectivamente, tras dos vueltas de -1 y par. Ninguna da para soñar con un triunfo nacional en el Old Course de St. Andrews, y eso que en las tres primeras vueltas no ha habido prácticamente ni un momento en el que la Catedral se haya puesto peliaguda.
Rahmbo y ‘El Niño’ salieron con apenas cuarenta minutos de diferencia, con un sol agradable en el cielo escocés y viento escaso. En ese momento la mayoría de pares 4 estaban alcanzables desde el tee y era habitual ver a jugadores pateando para eagle, aunque las condiciones se irían endureciendo respecto al turno de mañana.
Rahm, seguido este sábado por muchos españoles (entre ellos Pau Gasol, que el viernes estuvo con Sergio García) al grito de “¡Vamos Jon!” o “¡Aúpa Jon!”, completó una ronda montaña rusa. Empezó fallando desde tres metros para birdie y en el 2 llegó el primer bogey, condicionado por un segundo tiro que fue al bunker. Su salida y approach en el 6, malos, le costaron otro golpe. El primer birdie cayó tarde, en el 9. Hiló dos en el 14 y el 15, dejándose en el camino alguna oportunidad como la del 12, en el que tuvo opción remota de eagle y tripateó para par. El bogey al 16, aunque contrarrestado en el 18, sentenció otra jornada de sufrimiento con el putter que no da para pensar en la victoria. “Es duro cuando estás jugando bien de tee a green y no metes un putt. Intento mantenerme ahý y seguir luchando, pero es complicado”, se lamentó Jon.
Tampoco estaba para celebraciones Sergio García. El de Borriol salió como un tiro (birdies al 2 y al 3), pero naufragó en el quinto, doble bogey especialmente dañino porque pegó un estacazo tremendo y tuvo la mala fortuna de encontrar un lie muy malo con el segundo impacto, que le obligó a invertir tres golpes en sacarla del bunker. Después, tres bogeys y tres birdies. “Cuando creo que un putt es lento, es rápido y cuando creo que es rápido, es lento. En estos momentos no soy capaz de ver bien las cosas. Una pena”, comentó compungido, especialmente porque cree que “está pegando bien” a la bola. “Si hago una buena última vuelta estaré bien. A ver si sigo pegándole bien, con buenas sensaciones”, se animó para el domingo.
Tampoco carburó el madrugador Adri Arnaus, el primero en salir al campo de la delegación española. Acabó en +1 tras pegar 73 golpes (uno sobre par) con dos birdies y tres bogeys. No consiguió el objetivo que se ponía tras pasar el corte, intentar colocarse por debajo del par. Todavía le queda una bala, como a Rahm y García, pero ninguno apunta ya a la Jarra de Clarete.
Batalla de gallos
Lástima la ausencia de españoles en la pelea por el triunfo porque el torneo está realmente bonito. Este sábado se batieron en la parte alta de la tabla pistoleros con muchas muescas en el revólver. Al final compartieron cúspide con -16 el noruego Viktor Hovland y el norirlandés Rory McIlroy, con Cam Smith (líder el viernes, descafeinado esta vez con +1 para-12), Dustin Johnson (-10) o el vigente chaqueta verde Scottie Scheffler (-11), que sigue en un trance divino. Todos algo lejos pero al acecho, por si St. Andrews muerde en el desenlace.
Hovland, un chaval (24 años) de sonrisa perenne que rompe el estereotipo nórdico, va en busca del primer major para su país (la lata escandinava, a nivel masculino, la abrió el sueco Stenson, campeón del British de 2016 en Royal Troon). Es un peleón capaz de salir airoso de las situaciones más complejas. Abrochó cuatro birdies del 3 al 6 y cerró con un -16 que le pone en el partido estelar junto a Rory, con el que también compartió el tercer recorrido.
Rors, seguramente el jugador más aclamado en este Open, hizo de alambrada de espino el jueves (y todo el año en sala de prensa), contra los hombres del LIV que intentaban auparse al trono. Dejó joyas como un eagle desde el bunker en el 10 y se dio un baño de masas en el 18. Solo el bogey en el 17 le apartó del liderato en solitario. Su primer major desde 2014 está a tiro. El que relanzaría una carrera nunca truncada, pero desde hace ocho años sí estancada.