Las cuatro vidas de Roser Tarragó

A grandes males, grandes remedios. Lamentaba el presidente del Club Natació Sabadell, Claudi Martí, el pasado día 8 en AS la “lectura muy restrictiva” que la Real Federación Española de Natación (RFEN) hace en su opinión del reglamento, lo que no le permitía cubrir las bajas capitales de las embarazadas Maica García y Judith Forca con jugadoras extranjeras -tenían ya cuatro y habían fichado a Maggie Steffens y Tara Prentice, que sí pueden disputar la Champions- ni a españolas en activo. La solución encontrada por el equipo vallesano no puede ser más virtuosa.

Porque, en la necesidad de fichar a jugadoras nacionales sin equipo con el objetivo de reconquistar un título de División de Honor que ha ganado en 20 de las 25 últimas ediciones, el CN Sabadell va a contar con la mejor opción. Con una leyenda del waterpolo español, que este martes precisamente cumple 32 años y que protagonizará su cuarta vida en este deporte al que tanto ha dado. Se trata de Roser Tarragó, quien -tal como avanzó Ràdio Sabadell y puede confirmar AS- está a solo unas horas de regresar oficialmente al agua, y de qué manera, tras su retirada del 28 de mayo del año pasado.

Un palmarés espectacular

Se confirmará el carácter excepcional de una carrera increíble. Por sus logros con la Selección española, naturalmente: campeona del mundo en Barcelona 2013, MVP de los Mundiales de Gwangju 2019, campeona europea en Budapest 2014 y 2020, y subcampeona olímpica en Londres 2012 y Tokio 2020, entre otras medallas. Y es en estos últimos hitos donde se explica esta trayectoria por capítulos.

Porque Tarragó, que había crecido en el CN Mataró de su localidad natal -en el que conquistó la Copa LEN y la Copa de la Reina-, con un paréntesis en la Universidad de Berkeley (Estados Unidos), los Cal Bears, de 2013 a 2015, decidió salir del agua después de Rio 2016 para proteger su salud mental. “No me gustaba jugar, me costaba tirarme al agua, no tenía motivación ni alicientes. Es algo que no pasa de golpe, pero sí que hay un día que dices basta”, explicaba en 2019 a este diario.

“Me costaba tirarme al agua, no tenía motivación ni alicientes”

Roser Tarragó, en 2019

Fue un parón de dos años, pero regresó. Firmó con el CE Mediterrani, se marchó medio año a las Drummoyne Devils de Sídney (Australia), conquistó la plata y ese trofeo a mejor jugadora en Gwangju 2019 y se preparó para Tokio 2020. Pero el atraso de un año por culpa de la pandemia se le hizo largo. E, inmediatamente después de subir a su segundo podio olímpico (que se dice pronto) el 7 de agosto de 2021, anunció su retirada.

Tampoco esa vez fue la definitiva, ya que entre el insigne exinternacional Albert Español y algunas jugadoras la convencieron para unirse al Tenerife Echeyde, en cuyo ascenso a División de Honor participó entre diciembre de 2021 y junio de 2022. Y de allí, a otro proyecto emergente, el del equipo femenino del CN Atlètic Barceloneta. Durante dos temporadas, de 2022 a 2024, no solo colaboró en su permanencia en la máxima categoría, sino que también en el crecimiento de una plantilla joven.

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Hasta alcanzar el 28 de mayo del año pasado, en que de nuevo colgaba el gorro. Quién le iba a decir a Roser Tarragó, que había elegido esas aventuras por estar alejadas del protagonismo, que acabaría regresando por cuarta vez, para cubrir las bajas de dos compañeras de hitos históricos, como lo son Maica García y Judith Forca, y que aspiraría a ganar la Liga, ya que no podrá jugar en Champions. De momento, ya figura como inscrita en las bases de datos de la RFEN y de la LEW (la Liga). Lo siguiente será el anuncio y, sobre todo, saltar al agua y jugar. Vuelve la leyenda.

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