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RUGBY | MUNDIAL

La hora de Francia en el Mundial

Los anfitriones abren ante Nueva Zelanda, en Saint Denis, un Mundial de rugby con pocas certezas, en el que aspiran a ser el segundo campeón europeo.

Actualizado a
La hora de Francia en el Mundial
ANNE-CHRISTINE POUJOULATAFP

A un año de los Juegos Olímpicos de París, comienza el ensayo general con el Mundial de rugby. Es la hora de Francia, tanto en un sentido logístico como en el deportivo, ante una oportunidad histórica en este último aspecto.

Seguramente nunca antes el XV del Gallo ha estado tan cerca sobre el papel de alzar la Copa Webb Ellis. Una posición resultado de años de trabajo para enterrar la oscura etapa que siguió al Mundial de 2007, aquel fiasco en semifinales ante Inglaterra cuando habían apeado en cuartos a los All Blacks y se veían campeones.

Precisamente los oceánicos serán los rivales este viernes en la puesta de largo, en el colosal Saint Denis (21:00, Movistar Deportes 2), de un equipo que Fabien Galthié, en el que la FFR encontró en 2019 al timonel idóneo tras varios bandazos, ha ido esculpiendo siempre con esta cita en el horizonte, comandado en el campo por el mejor jugador libra por libra del momento, el medio melé Antoine Dupont, cuya silueta adorna estos días edificios emblemáticos de París, que estará esta vez escoltado en la bisagra por Jalibert, quien sale de la sombra de Ntamack tras la lesión de este último y resuelve así el gran interrogante, el del 10, que ha planeado sobre este equipo.

Si para Francia este Mundial es un asunto de estado, la ocasión perfecta para convertirse en el segundo campeón del hemisferio norte (la Inglaterra de 2003 sigue ostentando en solitario esa condición) en diez ediciones del torneo, también tiene una cuota de presión importante sobre sus hombros la Irlanda de Andy Farrell, espoleada por una hoja de resultados inmaculada en el último año que actúa como arma de doble filo. Su Grand Slam en el Seis Naciones, las victorias contra Sudáfrica, las dos seguidas contra Nueva Zelanda... Su combustible es a la vez su ‘kryptonita’, el baremo que establece una hipotética nueva derrota antes de semifinales como un fracaso para un equipo que sigue comandando desde el 10 Sexton y que luce, junto a Francia, la única delantera a priori capaz de plantar cara a sus homólogas de los All Blacks y de los Springboks sudafricanos.

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Precisamente esos, los dos equipos más laureados de esta competición, tres entorchados por cabeza, vigentes campeones los segundos, son las dos grandes fuerzas que opone el hemisferio sur a la pujanza del eje franco-irlandés. Más tapados que nunca los neozelandeses, laminados recientemente (7-35) por Sudáfrica en Londres, con relevo ya designado (Scott Robertson) para Ian Foster y una generación, la de los Whitelock, Aaron Smith y cía, en retirada ante una nueva hornada también repleta de talento. Las quinielas no apuntan tan insistentemente a ellos como en otras ocasiones... y quizá por eso sean más peligrosos que nunca.

Más focos concentra Sudáfrica y su rugby ultrafísico, un equipo que puede permitirse el lujo de dejar a hombres como Mbonambi, Nyakane o Vermeulen en una segunda unidad destinada a arramplar en las segundas partes, cuando escasean el oxígeno y las piernas en el rival. Solo dos de este cuarteto de grandes candidatos, con permiso de una Escocia que será juez y parte del grupo B con Sudáfrica e Irlanda, conseguirán una plaza en semifinales, porque el cuadro dicta que los grupos A y B, en los que se encuadran todos los citados, se crucen en cuartos.

Eso abre caminos a la final por la otra vertiente, la más débil, por la que transitarán un compendio de almas en pena y ‘animadores’. En el primer grupo se podría encuadrar a una Gales algo revitalizada en la ventana veraniega, y a la que ni en la etapa más anémica de su historia reciente conviene subestimar; la Australia de Eddie Jones, con nombres interesantes (Petaia, McReight...) y un entrenador propenso a los milagros que todavía no han cuajado en un grupo ganador; y la Inglaterra en sempiterna crisis de Borthwick, que en un grupo D con Japón y Argentina está a una pájara inoportuna de quedarse fuera en grupos por segunda vez en tres ediciones, y que no podrá contar con Owen Farrell, sancionado por su enésimo placaje temerario, en los dos primeros partidos.

Precisamente japoneses y argentinos (un peldaño por encima los segundos, que pueden ganar a cualquiera) deberían dar juego, como Fiyi, que viene de ganar en Twickenham, o la granítica Georgia en este Mundial con pocas certezas y muchas incógnitas que se irán despejando desde este viernes hasta el próximo 28 de octubre, cuando un nuevo campeón se coronará en París.