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BÁDMINTON

Cronología de un milagro

Carolina Marín, con su cuarta medalla mundial, se asienta en la élite tras su segunda lesión de rodilla. “Vuelvo a estar a mi nivel”, dice.

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Cronología de un milagro
Mads Claus RasmussenEFE

“He vuelto a creer en mí. Creo que he demostrado que vuelvo a estar en lo más alto de mi nivel, tanto en lo físico como en lo mental”, decía este domingo Carolina Marín, después de colgarse una plata de sabor agridulce, en Copenhague. Era su cuarta medalla mundial, pero quería subirse a lo más alto del podio, porque ya se siente preparada para ello. “Seguimos luchando, esto no acaba aquí. Me hace seguir creciendo, aprendiendo de este camino. Todavía nos queda muchísimo por recorrer. Aquí tenéis la medalla de plata, que espero que pronto se convierta en un oro”, añadía tras su derrota frente a la número uno del mundo, la coreana An Se Young. En sus palabras, se podían intuir los Juegos Olímpicos de París, su gran objetivo desde que su segunda lesión de rodilla, a dos meses de la cita, le dejara sin Tokio 2021.

Mayo de 2021: segunda lesión grave

Tras un mal gesto durante el entrenamiento, en el CAR de Madrid, Carolina Marín se fue inmediatamente al hospital. Se confirmaron los peores presagios: tenía afectado el ligamento cruzado de la rodilla izquierda. Era el 28 de mayo de 2021. Los Juegos de Tokio empezaban el 23 de julio. Imposible. La campeona olímpica, en gran estado de forma, se quedaba sin la opción de perseguir su segundo oro. El diagnóstico final fue una rotura del ligamento cruzado y de los meniscos interno y externo. Se produjo en medio de un ejercicio guiado, persiguiendo un lob (globo defensivo) cruzado. Era su segunda lesión grave en muy poco tiempo: en enero de 2019, Carolina se rompió el cruzado de la otra rodilla, la derecha.

Complicaciones y recuperación

A los dos días de ser operada, el 3 de junio de 2021, en la Clínica CEMTRO de Madrid, Carolina Marín ya empezó la rehabilitación. No fue sencilla. Por el camino hubo complicaciones. Además del coronavirus, que interfirió en el proceso de recuperación y paró los progresos durante un mes, apareció un quiste en el menisco externo que obligó a inyectar ácido hialurónico. No se tuvo prisa. En la primera fase, durante el mes de agosto, Carolina guardó la raqueta y se centró de lleno en la rehabilitación, además de aprovechar los fines de semana para desconectar con los amigos, algo no tan habitual dentro de la élite deportiva. El inicio fue muy duro: “Me harté de llorar, me vine muy abajo. Toqué muy hondo”, llegó a decir la campeona olímpica en AS.

Vuelta por todo lo alto

337 días después de aquel 28 de mayo, Carolina volvió a sonreír. En su primera competición tras la lesión, en abril de 2022, la española se proclamó campeona de Europa por sexta vez seguida, en Madrid. “Quiero escuchar el himno en lo más alto de París”, dijo tras colgarse el oro, liberando todo lo que llevaba dentro. En ese primer torneo, sin embargo, el dolor no se había marchado de la rodilla. “Nadie sabe que jugó con la rodilla inflamada, que no podía estirarla del todo”, revelaba uno de los fisioterapeutas de Carolina, Carlos de Santos, a AS en marzo de este año. “Durante los Europeos, los meses anteriores y los posteriores, sentí bastante dolor. Nunca paré de entrenar, pero sí lo hacía con mucha incomodidad por esa inflamación”, confirmaba la propia Marín a este periódico.

Carolina Marín, con su plata en el Super 1.000 de Indonesia.
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Carolina Marín, con su plata en el Super 1.000 de Indonesia. ADEK BERRYAFP

El punto de inflexión: diciembre, adiós al dolor

La solución llegó en diciembre. Además de infiltraciones y de quitar líquido, en el camino hacia la ausencia de dolor fue clave un cambio de las plantillas para los pies. En el proceso, fue vital Manoli, médico del Consejo Superior de Deportes, al lado de la onubense desde que esta tenía 15 años. Junto a ella y las plantillas, un punto de inflexión, también fueron claves en el proceso los fisios, el preparador físico, Guillermo Sánchez, la psicóloga deportiva, María Martínez, y, por supuesto, el entrenador de Carolina, Fernando Rivas. Tras los Europeos de Madrid, Rivas aseguró que su pupila estaba a un 60 o 70%. A principios de este año, ya la situó en el 90%.

Un 2023 a pleno rendimiento

En 2022, Carolina no pudo pasar del título logrado en Madrid. En 2023, ya sin dolor, los registros se han disparado. En lo que va de año, la campeona olímpica ya ha alcanzado cinco finales y dos títulos, además de dos platas de mucho mérito, la mencionada en los Mundiales y en el Masters de Indonesia, de categoría Super 1.000 (como un Grand Slam en tenis). En total, acumula 39 victorias y siete derrotas, con cuatro triunfos frente a jugadoras del top-10. “Ganó a las que tenía que ganar y perdió con las que podía perder, entendiendo esto como que eran las que ahora están más fuertes. A nivel competitivo, estamos donde hay que estar. A detalles de esas jugadoras”, decía Rivas en marzo, tras concluir una gira asiática muy positiva. En Copenhague, con el resultado más importante desde su regreso, Carolina lo ha ratificado.