Capital del crossfit
La 2ª edición de las Madrid Challenger Series refuerza el auge de un deporte emergente en España. Ray Zapata o Alexander Anasagasti hablan con AS del fenómeno.
Ana Alquezar empezó a practicar crossfit por recomendación de su profesor de biología. “Era un armario gigante, siempre se lo decía y me reveló el secreto”, explica sentada en las gradas del Centro Deportivo Municipal Gallur, donde este fin de semana (del 25 al 27 de noviembre) tiene lugar la segunda edición de las Madrid Challenger Series. Ana, fisioterapeuta y entrenadora, participará. También Isa, su pareja, a la que conoció entre carreras, saltos y levantamientos de peso. “Empecé porque jugaba a rugby, me venía muy bien como complemento. Luego, me lesioné y me ayudó mucho en la rehabilitación”, explica. Es algo común. El crossfit, cuyo origen se sitúa en Estados Unidos, combina disciplinas como la halterofilia, la gimnasia o el atletismo. En 1974, un joven estudiante universitario, Greg Glassman, creó un programa de entrenamiento que, posteriormente, sería ampliamente adoptado por policías, bomberos o militares. Hoy en día, ya es un deporte de competición. En Madrid, se repartirán 70.000€ en premios.
Unas Madrid Challenger Series de lujo |
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- Más de 350 participantes |
- 70.000 € en premios |
- Estrellas mundiales: Elena Carratalá, Adrian Mundwiler, Giorgos Kravis... |
- Annie Thorisdottir, doble campeona de los CrossFit Games, y Ray Zapata, plata olímpica, como embajadores |
- Evento de crossfit con mayor cobertura televisiva del mundo |
- Exhibición en la calle única en el mundo, delante del Palacio Real |
“El crossfit es la mejor forma de entrenar”, no duda en asegurar Alexander Anasagasti, ganador de la pasada edición y uno de los embajadores de la presente. Campeón de España en dos ocasiones, el vasco, con presencia en los CrossFit Games, la élite mundial, es el máximo exponente nacional alrededor del globo. “Me gustaba verme bien, tener un buen físico, pero también estar en forma. No quería tener un buen físico y que no me sirviera para nada”, desgrana a AS. Antes de probar el crossfit (”necesitaba cambiar mi entrenamiento, me aburría un poco”), practicó kickboxing durante nueve años. En su primera competición, ganó. “Ahí me motivé y lo tuve claro”, recuerda con gracia.
Actualmente, hay más de 15.000 gimnasios específicos (conocidos como boxes) en 155 países distintos afiliados a la marca registrada CrossFit. En España, la cifra se acerca a 700. “No es una moda, es un deporte joven. En Madrid, le das una patada a una piedra y encuentras un box. Es una locura. Se está quitando ese miedo y la gente se da cuenta de que lo puede hacer cualquiera”, celebra Anasagasti. Ana e Isa lo comparten. “Aquí es un deporte muy nuevo. Fuera sí que se conocía, pero lleva dos o tres años en los que se mueve mucho. Tras la pandemia, hubo un subidón. En sus casas, la gente practicaba crossfit sin saberlo. Al salir, lo descubrieron”, añaden. Sentado junto a ellas, se une a la conversación Matteo, afincado en Barcelona desde hace tres años, donde ejerce como entrenador. “España está más avanzada que Italia. Tanto en organización como en el tamaño de las competiciones. Ha crecido tanto a nivel de aficionados como de torneos”, compara con su país de origen. En Madrid, donde también compite, habrá hasta 350 participantes.
“¿Deporte olímpico? ¿Por qué no?”
El crossfit se puede plantear como deporte en sí mismo o como una herramienta de trabajo. Así lo entienden tanto Anasagasti como el subcampeón olímpico Ray Zapata, otro de los padrinos de las Series. “Muchos deportistas de muchas disciplinas hacen crossfit como complemento. Igual no de forma tan específica, pero sí utilizan metodologías propias”, analiza el primero, que también ejerce de entrenador con su propio programa de entrenamiento, Training Culture. “El crossfit y la gimnasia tienen cosas parecidas. Se mezclan y se potencian entre sí. Es muy bueno a nivel fisiológico. Yo siempre digo que los atletas de crossfit están como una cabra, porque no paran de hacer preparación física, que es lo que los gimnastas odiamos”, remarca Zapata a este periódico, con su contagioso carisma. Ambos atisban un posible futuro olímpico para la disciplina. Su duración (corta), dinamismo y espectacularidad, muy en la línea de las demandas actuales, conforman una buena candidatura. “¿Por qué no? Son monstruos. Mira el caso del breakdance. La innovación y traer la ilusión de nuevos atletas son cosas positivas”, augura la medalla de plata en Tokio. Sabe de lo que habla.