Scheffler agiganta su leyenda
El número uno del mundo, con una apoteósica ronda final, se convierte en el primer jugador que gana The Players dos veces seguidas tras una trágica corbata de Clark.
Ha tenido que cumplir The Players sus bodas de oro para que, por primera vez en 50 ediciones, el vigente campeón del torneo retenga su corona en el que es considerado como el quinto major. Lo logró Scottie Scheffler, un golfista llamado a ser historia de este deporte y la principal estrella del PGA Tour en esta nueva era, que agiganta una carrera de leyenda. Lo hizo, además, como la bestia que es: con una ronda final de 64 golpes, ocho bajo el par del Stadium Course del TPC Sawgrass, para remontar los cinco golpes de desventaja con los que partía en un domingo que será recordado durante mucho tiempo por el nivel que hubo en Ponte Vedra (Florida, EE UU). Porque la batalla que Scheffler tuvo contra estrellas como Brian Harman, Wyndham Clark y Xander Schauffele, los tres empatados en segunda posición a un golpe de Scottie, fue puro caviar.
Ya no hay ni rastro de los problemas que tuvo Scheffler al principio de año en los greenes, donde acostumbró a tener fallos dramáticos desde cortas distancias. La semana pasada, el estadounidense apareció en el Arnold Palmer Invitational con un mallet, un tipo de putt que tiene una cabeza más grande para ganar estabilidad en el golpeo, y el estreno no pudo salir mejor: victoria con buenísimas sensaciones en el green. El cambio, por cierto, se lo recomendó previamente Rory McIlroy. “No voy a darle más consejos, eso seguro”, bromeó el norirlandés. La sensación era que si Scottie afinaba con este palo, sumado a que es el mejor ball striker del planeta, batir al número uno del mundo iba a ser tarea más que complicada. Y así ha pasado en este The Players.
Ni siquiera los problemas de cuello han frenado al norteamericano, que el viernes fue atendido durante la segunda jornada por serios dolores en la zona, los cuales apenas le permitían realizar el swing. Con un par de tapes, las cintas que usan los fisios, que asomaban por debajo de su polo compitió el fin de semana y, si estaba afectado, poco se le notó. El sábado se distanció ligeramente y vio la cabeza algo lejos, pero la remontada que protagonizó Scheffler este domingo fue magistral: un eagle (al 4 embocando desde la calle), seis birdies y ningún bogey para quitarle las pegatinas al trío de hombres que, sobre el papel, estaban llamados a pelear por levantar este prestigioso torneo. Su triunfo fue en diferido, porque al llegar desde detrás tuvo que esperar en casa club, donde entregó un total de -20, a lo que hicieran los tres jugadores con los que se había ido alternando el liderato durante el domingo.
Schauffele y Harman fueron los primeros en tropezar, aunque el segundo se recompuso con un brillante tramo de cuatro birdies entre el hoyo 7 y el 11. Clark, más discreto este fin de semana tras un prodigioso comienzo de torneo, pareció despedirse de sus opciones con dos bogeys. El -20 que había que igualar generó mucha tensión a estos jugadores, que no aprovecharon las oportunidades que tuvieron. Schauffele falló en el 17 un putt de dos metros que le hubiera empatado con Scheffler, y Harman falló la calle en el complicadísimo hoyo 18. Al final, quien más tuvo lo cerca fue un Wyndham Clark que a punto estuvo de dar la machada: birdie al 16 (el putt de eagle no entró por milímetros) y birdie también al 17. Necesitaba el mismo resultado en el último para forzar el desempate con Scottie, pero los dioses del golf decidieron que no iba a ser así. El putt del ganador de un major, de unos cinco metros, tuvo una línea perfecta, pero la fuerza excesiva hizo que una mezcla de corbata y rebote en el agujero, donde prácticamente estuvo dentro, escupiese la bola de la forma más dolorosa posible.
Se llevó las manos a la cabeza Clark, no podía ser de otra manera. La gloria, y los 4,5 millones de dólares para el campeón (más que en un torneo de LIV, por cierto), fue para un inmenso Scheffler, que logró algo que no habían conseguido ni Jack Nicklaus, Tiger Woods, Rory McIlroy o cualquier otro gran campeón de The Players: ganar dos veces seguidas el quinto major. Dos semanas consecutivas mordiendo chapa para el número uno del mundo, que ya tiene ocho títulos del PGA Tour, todos pata negra, y los cimientos para forjar una carrera de época. Y, por si fuera poco, se acerca la temporada de majors, con Augusta (del 11 al 14 de abril) a la vuelta de la esquina...
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