Rose Zhang: la perla de Stanford que destroza récords
Con tan solo 20 años, la estadounidense Rose Zhang jugará su primera Solheim Cup. Antes de ello, atiende a AS para hablar sobre su irrupción en el golf profesional.
Existe unanimidad en el mundo del golf a la hora de señalar a la jugadora con un futuro más brillante: Rose Zhang (Arcadia, Estados Unidos, 20 años). Hace cuatro meses, la californiana todavía era amateur. Ahora, ya como profesional, debutará mañana en la Solheim Cup. Tiene el récord de más semanas como número uno del ranking de aficionadas (141), y es la única golfista en la historia que conquista dos veces el campeonato nacional universitario. Una semana después de abandonar Stanford, donde también se forjó Tiger Woods, jugó el Mizuho Americas Open, y lo ganó. Así se convirtió en la primera que ganaba el torneo de su debut en el LPGA desde Beverly Hanson en 1951. Con solo ocho eventos disputados en el circuito norteamericano, Zhang ya es más presente que futuro. Sobre todo ello charla con AS en Finca Cortesín.
Pregunta: Es el gran torneo que le faltaba por jugar a pesar de tener 20 años. ¿Está nerviosa por ello?
Respuesta: Es cierto, creo que este torneo es muy diferente a los otros que he jugado hasta ahora como profesional. Pero, de lejos, es uno de los eventos más grandes de mi carrera. Ser parte del equipo estadounidense para la Solheim Cup es una bendición, y estoy muy agradecida por estar con las mejores jugadoras del mundo y por competir por mi país. Son nuevas experiencias, estoy con ganas de ver qué sucede durante la semana. Obviamente habrá nervios iniciales porque no he estado en un ambiente así como profesional. Todo será una primera vez para mí.
Los últimos meses ha vivido muchos cambios. ¿Se ha dado cuenta de todo o va demasiado deprisa?
Las cosas están pasando muy rápido, creo que necesito un poco más de tiempo para ajustarme a todo. Todavía estoy en una fase de aprender todo lo que puedo en el circuito. Estoy segura de que en los próximos torneos que pondré a prueba mi año como novata. Pero sí, están pasándome muchas cosas. Estoy muy agradecida por la gente que me rodea y me mantiene los pies en el suelo, pero ha sido una especie de tiempo de adaptación.
Su llegada al profesionalismo es una de las que más expectativas ha levantado en la historia. ¿Siente esa presión?
No pienso mucho en eso porque todo el mundo está en igualdad en el campo, todas hacemos las mismas cosas y competimos por lo mismo. Soy una rookie que sí, ha levantado un poco más de expectación porque soy como la cara nueva del golf, pero sigo mi propio camino. Eso es lo más importante que he ganado con estas experiencias.
Es la jugadora con menos experiencia profesional, pero tiene muy reciente la competición por equipos. ¿Es una ventaja para usted?
Mis compañeras me están ayudando mucho. Hay veteranas que llevan jugando mucho tiempo, y es muy bonito que me den consejos y me ayuden dentro del campo. Sí que tengo mucha experiencia en campeonatos por equipos, pero la gran mayoría de mis compañeras han ido a la universidad y entienden la dinámica. Así que me gustaría aportar energía joven. Lo estamos pasando muy bien todas juntas.
¿Se sintió invencible en la universidad?
Creo que nunca me he sentido invencible. En cada torneo que he terminado de jugar, he tenido que volver y hacer los deberes de la universidad, entrenar de nuevo. Todo el mundo hace lo mismo, y he seguido trabajando muy duro incluso cuando los resultados han demostrado que estoy jugando bien. Así que, aunque sobre el papel parezca que soy invencible, hay un largo entre cada torneo que juego.
¿Cómo fue esa decisión de convertirse en profesional?
Fue un proceso muy rápido. Jugué la final de la NCAA y, a la semana siguiente, ya estaba en el Mizuho. Quería pasarme a profesional en mi segundo año, así que todo lo que jugué después fue para disfrutar del momento y de la experiencia. Eso me permitió tener una gran mentalidad al jugar a golf. Pero había muchas gestiones detrás del salto a profesional.
Salió de la prestigiosa Stanford, universidad en la que está la española Paula Martín y a la que el año que viene irá Andrea Revuelta. ¿Qué ofrece este programa?
Stanford me ha dado muchísimo. Para empezar, ser parte de un equipo de golf es diferente. Después, en el circuito profesional, eso no es posible cada semana. Así que ser parte de ese ecosistema y ver a todo el mundo crecer a tu lado es una de las mejoras cosas que me llevo. Y, a la vez, he crecido mucho como persona y jugadora en la universidad. Conoces a gente increíble en todo tipo de aspectos. Que esas personas me inspiren me han permitido ganar una identidad.
Ha competido con promesas españolas como Cayetana Fernández. ¿Cómo ve el futuro del golf español?
Ellas tienen un enorme futuro por delante. Jugué con Cayetana y ella es increíble. Paula (Martín) ahora está en mi equipo favorito, y podré verla durante el invierno. Veo mucho potencial en las jugadoras españolas que vienen. Trabajan muy duro y tienen el esfuerzo y la lucha dentro de ellas. Creo que habrá muchas más jugadoras españolas en el LPGA.
Majors, número uno, Solheim, Juegos Olímpicos... ¿Cuál es su gran objetivo?
Hay muchos, muchísimos (se ríe). Diría que todavía no tengo ninguno de esos en un primer plano, obviamente todos son unas experiencias increíbles que deseo tener. Pero no tengo ninguna meta inherente que necesito perseguir sí o sí. De momento lo que quiero es ganar toda la experiencia que pueda.
Ahora es una gran inspiración para mucha gente.
Como golfista profesional, me encantaría tener un impacto en distintas comunidades. Creo que nosotras, como jugadoras, tenemos una plataforma para influir positivamente y dar algo bueno al mundo. Ser un ejemplo a seguir es algo que siempre he querido alcanzar. Pretendo construir todo lo bueno que pueda.