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Béisbol

El precio de un anillo: Soto, los Mets y 765 millones de récord

El dominicano cambia los Yankees de Nueva York por sus vecinos con el contrato más grande de la historia del deporte profesional.

Juan Soto, socio perfecto de Aaron Judge y Giancarlo Stanton en Yankees
DAVID MAXWELLEFE

En tiempos en los que la NFL manda en el mercado interior y la NBA en el internacional, la MLB, durante tanto tiempo el ‘pasatiempo de América', ha encontrado un nuevo nicho en el esquema deportivo profesional estadounidense, el de los contratos récord. A lomos de dos talentos generacionales como Shohei Ohtani y Juan Soto, la liga ha picado alto los dos últimos inviernos en el mercado de la atención del público estadounidense. El año pasado fueron Ohtani y sus 700 millones a 10 años con Los Angeles Dodgers, entonces el mayor contrato firmado jamás en la historia del deporte; este el culebrón lo protagonizo Juan Soto, jardinero dominicano que desde este lunes ostenta ese lucrativo honor tras llegar a un acuerdo con los Mets de Nueva York por 15 años y 765 millones de dólares (722 de euros). Una operación que supera el PIB de varios países pequeños del mundo, que tiene enormes implicaciones en lo que resta de agencia libre (y una letra pequeña que se desgranará más adelante), que azuza la rivalidad metropolitana entre los Mets y Yankees, su última casa, y que convierte a los primeros instantáneamente en perennes candidatos al anillo durante una década.

Porque un bateador como Juan Soto no se ve todos los días. Ni siquiera todas las décadas. Es talento generacional. La clase de jugador sobre el que se construye una franquicia ganadora, algo en lo que Steve Cohen lleva intentando convertir a los Mets desde que en 2020 desembolsó 2.400 millones por una estructura querida y carismática, pero ramplona en términos deportivos, que desde 1962, cuando entró en la Liga Nacional (una de las dos conferencias que componen la MLB) como equipo de expansión para cubrir la marcha de los Dodgers de Brooklyn a Los Ángeles, solo ha ganado dos Series Mundiales, la última en 1986.

Cohen, magnate de los fondos de inversión con un pasado profesional turbulento y una fortuna valorada en más de 21.000 millones, accedió a la propiedad con su dinero por bandera y una promesa: hacer un equipo campeón. Es el responsable de los 341 ‘kilos’ a diez años que tiene firmados Francisco Lindor, de los 162x8 de Brandon Nimmo, de los 78x4 de Starling Marte o de los 75x5 de Kodai Senga. También de los 130x3 de Max Scherzer que ahora pagan los Rangers y de los 86x2 a Justin Verlander en la nómina de los Astros. Precisamente los traspasos de ambos en el verano de 2023, una vez demostrado que la vía de invertir en lanzadores estrella veteranos no conducía al anillo, dieron carpetazo al primer megaproyecto de la franquicia, que se dio una ventana de tres años para reconstruir en torno a un sistema formativo en el que se curtían nombres interesantes, esperando a que apareciera en la agencia libre uno de esos tipos por los que merece la pena apretar el gatillo de la chequera.

Cohen lo encontró antes de tiempo en Soto (precoz en todo), un producto que, por edad y números, todas las proyecciones situaban cerca de los 700 millones de Ohtani. Nunca por encima, principalmente porque el japonés representa una doble amenaza, igual de peligroso en el montículo que al bate, y Soto en cambio es un fuerza imparable en ataque, pero tiene lagunas importantes en defensa y corriendo las bases. Fue ahí cuando se juntaron el hambre y las ganas de comer. El caribeño viene de firmar 41 jonrones y 109 carreras impulsadas en unos Yankees que alcanzaron las Series Mundiales. Desde su debut, con 19 años en los Washington Nationals, a los que condujo a su único anillo hasta la fecha en 2019, promedia 33 cuadrangulares y 130 bases por bolas por temporada. Su agente es Scott Boras, el mismo que lleva a Ohtani, el más implacable del mercado. La competencia por él era nutrida y poderosa: los Dodgers, que de haberle convencido habrían rematado un equipo prácticamente imparable (en ese sentido esto son buenas noticias para la liga), los Yankees, los Red Sox... Franquicias con mucho dinero y carisma, con capacidad de convicción. Cohen no podía venderle las mieles de jugar junto a Ohtani, ni las de batear en el idílico Fenway Park, así que jugó su carta, la que lleva el rostro de Benjamin Franklin impreso. Ahí los Mets tenían la sartén por el mango, con un dueño que al que nunca le ha importado vivir por encima del impuesto de lujo, y llevaron la puja a unas cifras inasequibles incluso para los Yankees, el equipo que hasta hace no mucho siempre ganaba las batallas que se reducían a un cero más aquí o allá.

La letra pequeña

Aunque el contrato de Soto será uno más al uso que el de Ohtani, que tiene diferidos 680 millones al periodo 2034-2044 para garantizar la flexibilidad de los Dodgers en la construcción de su plantilla, también lleva letra pequeña. En este caso, a la inversa, pues no solo no perdona dinero en el presente, sino que, de cumplirlo íntegro, acabará garantizándole más dinero del inicialmente estipulado.

Incluye una prima de fichaje de 75 millones y una cláusula de ruptura a los cinco años, que los Mets podrían evitar en la temporada 2029 aumentando el valor anual de 51 a 55 millones para los últimos 10 años del acuerdo. En ese caso, en total serían 805 millones por las 15 temporadas pactadas, 53,66 por cada una. Más o menos lo que cobrará este año Stephen Curry, el jugador mejor pagado de la NBA, y muy lejos en valor anual del de Dak Prescott con los Cowboys de la NFL, algo más de 80 millones al año, pero el suyo es durante cuatro campañas, pues la dureza del fútbol americano impide contemplar matrimonios como los que sí alumbra el béisbol. Una oferta en cualquier caso irrechazable, que ha dejado en la cuneta, según la prensa estadounidense, los 760 millones por 16 años que le ofrecían los Yankees.

La primera ficha de un dominó

Aunque Hal Steinbrenner, hijo del mítico George Steinbrenner y actual mandamás de los ‘Bombarderos del Bronx’, ya aseguró semanas atrás que no estaba dispuesto a alcanzar cualquier cifra con tal de retener a Soto en la margen izquierda del East River, lo cierto es que la noticia es un torpedo a la planificación para la próxima temporada del equipo más laureado del béisbol, que tendrá que reordenar prioridades y centrar el tiro en otros agentes libres.

La primera ficha del dominó ha caído y en próximos días deberían seguirle las demás. Los Yankees tienen ahora un hueco que ocupar en el jardín derecho y tienen que reemplazar una treintenta de jonrones y más de 100 carreras impulsadas, con bates de enjundia como Willy Adames, Teóscar Hernández o Pete Alonso aún disponibles. Los Dodgers, que ya hicieron una jugada importante incorporando a su rotación a un Cy Young como Blake Snell (182x5), siguen necesitando brazos; los Red Sox, que se quedan cortos un año más intentando atraer a Boston a un agente libre top, podrían mover talento joven, algo que les sobra, en algún traspaso para adquirirlo; los Blue Jays pierden una oportunidad histórica de aprovechar a Vladimir Guerrero Jr. y Bo Bichette antes de que salgan al mercado al final de la próxima campaña.

Una NL temible

Con los Dodgers de Ohtani, Betts y Freeman, los Phillies de Harper y Turner, los Braves de Acuña, Albies, Riley, Olson y compañía, y ahora los Mets de Soto y Lindor, a falta de ver cómo se mueven en el mercado los Padres de Tatis y Machado, la próxima temporada habrá al menos cuatro candidatos claros al anillo en una Liga Nacional hormonada en años recientes a base de talonario.

En el caso de los Mets, suponiendo que no ricen el rizo trayendo de vuelta a Pete Alonso, junto a Lindor el rostro de la franquicia en lo que va de década, o firmen una estrella como Corbin Burnes o Max Fried para la rotación, el capítulo de grandes adquisiciones parece cerrado, y les dejaría un orden de bateo que abriría Lindor, seguido de Soto, Mark Vientos (que jugará primera base si Alonso se muda definitivamente, movimiento que podría ser en la dirección opuesta a Soto, y es de esperar que los Yankees, con un hueco en su posición, intenten seducirle), Brandon Nimmo, Starling Marte, Francisco Alvárez, Jeff McNeil, el también adquirido recientemente José Siri (que junto a Marte ayudará a tapar las carencias de Soto en el jardín) y Brett Baty. Una alineación en la que hay juventud, experiencia, potencia y contacto, con promesas en la recámara como Ronny Mauricio o Luisangel Acuña (el hermanísimo de Ronald), que pueden aportar sobre todo en los aspectos más mejorables, defensa y baserunning. Un equipo con necesidades obvias en la rotación, pese a las incorporaciones de Frankie Montas y Clay Holmes en ese capítulo, y el bullpen. Un equipo que tiene que madurar, pero que ya protagonizó una historia memorable en la parte final de la pasada temporada, y que tiene lo más importante para ganar: una megaestrella con muchos años de prime por delante y un dueño que valora mucho más el anillo que su dinero. Tanto como para aflojar 765 millones de dólares un buen lunes de diciembre.

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