84º DESCENSO INTERNACIONAL DEL SELLA
El Descenso del Sella vuelve con sabor internacional: triunfo francés
La pareja francesa formada por Urban y Candy se impone en el sprint a Bouzán y Fiuza, y acaban con la sequía de 25 sin ganadores foráneos en la fiesta de las piraguas.
Al emotivo “Asturias, patria querida” que ondeó en la previa por un coro que emocionaba le siguió una salida estruendosa. Una estampida. Había, en ese amalgama de embarcaciones que corren en busca de la mejor posición, tensión, nervios y, sobre todo, ilusión. Volvía el Sella a teñir sus aguas con piraguas tres años después de la última edición y la salida confirmaba la bendita vuelta a la normalidad con una de las pruebas con más solera en el verano asturiano. El regreso del Descenso Internacional del Sella, prueba de la que es medio oficial el diario AS, sirvió, a su vez, para encumbrar a los franceses Quentin Urban y Jeremy Candy en un competido K-2 que se decidió al sprint en el punte de Ribadesella.
La 84.ª edición, que será recordada por poner fin al paréntesis del Covid-19, recuperó su esencia más internacional. Hacía 25 años que no ganaba el K-2 una embarcación foránea, desde que en 1997 se impusieran Conradie y Wilson. Urban y Candy toman ahora el testigo en una exhibición al sprint con un final de infarto. Se preveía una prueba igualada y así fue. A la incertidumbre por los tres años sin Descenso, se unió, en las horas previas, la certeza de que esta vez sería especialmente técnico. Para los expertos, el más duro de la última década. La razón hay que buscarla en el bajo caudal del Sella.
El toque internacional se dejó ver desde el inicio. Tras una salida sin incidentes, los sudafricanos Lovemore y Cook tomaron la cabeza. Tras ellos, la pareja gala y los hermanos Balboa, argentinos. Las principales opciones nacionales, Bouzán y Fiuza (8 veces ganadores del Sella y que regresaban tras un parón de cinco años) y Becerro y Castañón (anteriores vencedores) les seguían de cerca.
A la altura de Cueves pudo saberse algunas cosas ya definitivas. Que el triunfo estaría entre cuatro embarcaciones, por ejemplo. Urban y Candy lideraban el rombo, siempre primeros, y les acompañaban Bouzán y Fiuza, Llorens y Plaza y el incombustible Julio Martínez (nadie tiene tantos títulos en el Sella como él) y Llamedo. Los argentinos y los sudafricanos habían perdido comba. También Becerro y Castañón, confirmando que el Sella encumbraría a un nuevo campeón.
No sería hasta Ribadesella cuando se decidiría la carrera entre los cuatro primeros. Bouzán y Fiuza encararon primeros la última recta, con la esperanza de hacer bueno aquello de que el primero en ver el puente sería el ganador. Pero a los galos aún les quedaba algo en el depósito. Un plus. A base de palazos poderosos superaron a la pareja más laureada y ya nadie les pudo seguir. Ni Bouzán y Fiuza, que les vieron levantar los brazos bajo el puente desde muy cerca. Ni Martínez-Llamedo y Llorens-Plaza, que completaron el póker de cabeza.
Sorpresa en el K-1
En cuanto al K-1, todos señalaban a Mads Petersen, vencedor en 2019, como la candidatura más sólida. Y así pareció durante gran parte de la carrera, en la que compartió liderato con Javi López. Pero a mitad de prueba, el danés no pudo con el avance imparable de López, que navegó en solitario ya hasta el puente de Ribadesella.
En las féminas, Eva Barrios y Amaia Osaba cumplieron con los pronósticos y lograron el tercer triunfo consecutivo en el Sella en el K-2, imponiendo desde las primeras paladas un ritmo inalcanzable para sus rivales. El K-1 fue para Irene Gana.