'Jesús Rollán eterno': el libro sobre el portero de leyenda que no supo vivir fuera del agua
El 19 de mayo sale a la venta la biografía del mejor portero de la historia. Un campeón de todo que no manejó el abismo de la retirada. Se suicidó con 37 años.
El 11 de marzo de 2006, en el Centro Blancafort de La Garriga (Barcelona), Jesús Rollán decidió suicidarse. La vida fuera del agua le pesaba demasiado. Nadie le preparó para afrontarla. Apenas tenía 37 años. Veinte meses antes se había retirado en los Juegos de Atenas lastrado por unas lesiones que le fueron acompañando a lo largo de su exitosa carrera deportiva, con más de 600 partidos internacionales y una ristra de medallas histórica. Rollán fue campeón (1996) y subcampeón (1992) olímpico, doble campeón (1998 y 2001) y subcampeón (1991 y 1994) mundial, doble campeón de Europa de clubes (1996 y 2003) e icono de la selección legendaria que lo ganó todo durante una década. Sobre todo, fue un tipo que recogió todo el cariño que fue regalando. Una generosidad sin límites que a veces no fue correspondida.
Este jueves 19 de mayo sale a la venta ‘Jesús Rollán eterno’, el primer libro que repasa su vida y explica su muerte, escrito por los periodistas Francisco Ávila (Agencia EFE) y Alberto Martínez (Diario AS) y editado por Córner (16,90 €). Los autores han realizado más de 50 entrevistas para reconstruir una vida de película, de éxitos deportivos y tragedias personales, de encuentros y algún desencuentro, donde todo gira en torno al considerado mejor portero del mundo e “indispensable” para conseguir todos los éxitos deportivos de aquel equipo capitaneado por Manel Estiarte. Pero más allá del retrato de Rollán, el libro es una radiografía del deporte de la época. De una generación a la que se le perdonó todo fuera de la piscina si llegaban los resultados. No importaba nada más que las medallas con el horizonte de los Juegos de Barcelona 1992 delante. Y algunos, Rollán entre ellos, lo pagaron demasiado caro.
UN CARÁCTER GANADOR, UN SUPERDOTADO DEL DEPORTE
La infancia de Jesús se desarrolló en Aravaca (Madrid). De pequeño practicó varios deportes y en todos ellos destacó, incluso llegó a recibir una invitación para entrar en la cantera del Real Madrid de fútbol (luego tendría un loro que recibía a las visitas con el grito de "¡Hala Madrid!". Pero por aquel entonces el madrileño ya tenía claro que quería ser portero de waterpolo, deporte que descubrió gracias a un primo. Allí, en el Centro de Tecnificación de la Federación Madrileña de Natación, conoció a Miki Oca, Chava Gómez o Pedro García Aguado, quienes después fueron sus compañeros en la Selección. También sus colegas de correrías. Su entrenador, Mariano García, un técnico que los llevaba al Valle de los Caídos y que les hacía cortar troncos con un hacha, fue clave en su formación deportiva y personal.
Con apenas 18 años fichó por el CN Catalunya y residió en la Blume. El alojamiento para deportistas en Barcelona que se convirtió en una fiesta continua. Solo fue a clase en el instituto el primer día y vivió una juventud en la que compaginaban los duros entrenamientos con el libertinaje del centro, donde no había ningún control. Con la llegada de Dragan Matutinovic al equipo nacional, España empezó a subirse a los podios. Sus entrenamientos eran salvajes e hizo de pegamento en una selección que empezó a carburar. Plata mundial (1991) y olímpica (1993). Joan Jané cogió el testigo e inició la época dorada. Rollán se convirtió en el mejor del mundo y se colgó el oro en los Juegos de Atlanta con una actuación magnífica.
LA BONDAD, LAS DROGAS Y LA INFANTA
“Jesús Rollán lo daba todo por los demás”, explican sus compañeros en el libro. Uno de los ejemplos ocurrió en diciembre de 1996 cuando el portero donó su medalla de oro en un Telemaratón de Antena 3. Se recaudaron dos millones de pesetas (12.000 euros), en una decisión inusual en aquel momento y que sorprendió a todos menos a sus conocidos, que ya sabían de la personalidad de Jesús. Justamente en aquel otoño también se producen sus encuentros con la Infanta Cristina de Borbón, una amistad divertida que finalmente desembocó en el futuro enlace entre la Infanta e Iñaki Urdangarín.
Después de aquel éxito deportivo, el de Atlanta, Jesús Rollán empezó un consumo de cocaína que le generó una adicción que pudo controlar durante su carrera deportiva, donde siguió consiguiendo éxitos como el campeonato del mundo de 1998 y 2001. Los controles antidopaje de la época no ayudaban a la detección de la benzoilecgonina, la sustancia que genera esta droga. El portero no fue el único miembro de aquella selección que tuvo problemas fuera de la piscina. Pero quien quiera buscar morbo en las páginas del libro, no las encontrará. Un acierto.
RETIRADA Y DEPRESIÓN
Después de vivir dos años mágicos deportivamente en Recco (Italia), donde Rollán fue escogido mejor jugador de Europa, de la liga italiana y fue campeón de Europa, vivió una última temporada muy complicada en el CN Sabadell, donde las lesiones y sus problemas ya le empezaron a apartar de la piscina. Todo se agrava tras la retirada. El portero vivió 20 meses de terapias y distintos tratamientos, lejos ya del waterpolo, hasta que tuvo que ser internado en La Garriga, donde decidió acabar con su vida justamente el día que le daba el alta del centro.