Vall, punto y seguido en Kazán
La nadadora del CN Sant Andreu, que regresa a la ciudad en la que se colgó el bronce mundial, intentará formar una familia en 2022. Lidera este Europeo.
Dos días antes de que Jessica Vall se colgara el bronce en el Mundial de Kazán de 2015, quedó última en la serie de semifinales de los 100 braza. Subió furiosa las escaleras del estadio del Rubin, donde se acopló la piscina, y golpeó con fuerza uno de los asientos. “Creo que lo rompió”, recuerda Jordi Jou. “No me veo preparada”, dijo la barcelonesa.
El director técnico de la RFEN por aquel entonces, José Antonio del Castillo, calmó los ánimos y le transmitió confianza. Al día siguiente, Vall se metió en la final de los 200 braza. Esa noche fue larga. Casti se reunió con Jou y con el biomecánico Andreu Roig y todos llegaron a una conclusión: “Hay opciones, la final está muy abierta”. Tejieron un plan que la nadadora del CN Sant Andreu, “nerviosa” al pelear por primera vez por unas medallas mundiales, ejecutó mejor incluso que en la pizarra.
Vall fue octava en el último 50 pero no estaba lejos de las medallas. Fue cuando apretó los dientes, aumentó el ritmo y poco a poco empezó a colocarse en posiciones delanteras. Tocó pared y en el marcador se vio como la japonesa Kanaoka Watanabe era oro (2:21.15), la estadounidense Micah Lawrence se colgaba la plata (2:22.44) y tres nadadoras compartían el bronce. Lo nunca visto. 2:22.76 (récord de España) para Jessica Vall, que se llevó las manos a la cabeza, y la danesa Rikkie Peddersen y la china Shi Jinglin.
Aquella fue la historia soñada por Vall, la nadadora que primero se licenció y luego se tomó la natación como una profesión, la Benjamín Button española. Y ahora, seis años después, con dos semifinales olímpicas a su espalda, regresa capitaneando un equipo español joven, con únicamente Lidón Muñoz como representante que estuvo en Tokio, que compite desde este martes en el Europeo de piscina corta.
Para la barcelonesa, este 2021 es un punto de inflexión en su vida y en su carrera. Vall quiere ser madre en 2022. Pero no quiere dejar de nadar, rompiendo los clichés de que la maternidad no tiene que ser un obstáculo para una nadadora. “Después de Tokio he competido en la ISL, ahora en Kazán y tengo más campeonatos. El año que viene buscaré ser madre, pero no voy a dejarlo de golpe, seguiré entrenándome y nadando hasta que pueda”, declaró la nadadora del CN Sant Andreu, el club con más olímpicos en natación en el último ciclo.
Vall tiene un reto mayúsculo. “Quiero volver después de ser madre. Sé que quizás ya no estaré para poder acudir a los Juegos Olímpicos de París, pero sí que me gustaría volver al equipo nacional, ir a un Europeo, competir en los Nacionales y que las nadadoras tengan a alguien que decidió ser madre y que sigue al máximo nivel”, comentó Vall. Lo que intentará la barcelonesa es una excepcionalidad. No hay casos de madres que hayan logrado entrar en el equipo nacional debido a la exigencia de la natación y a la erosión de los años. Vall cumplirá este noviembre ya 33.
Kazán puede suponer un punto final en su carrera, que en el alto nivel comprende desde 2013 a 2021, ocho años en los que la biomédica se ha colgado una medalla mundial y cinco en Europeos, ha participado en dos Juegos Olímpicos y posee los récords de España de 50, 100 y 200 braza. Y ahora le queda, quizás, el reto más ilusionante y complicado de su carrera.