Europa busca nuevas 'Mireias'
De las 51 medallas que se repartieron en natación, solamente cuatro fueron para nadadoras europeas, lejos de las 17 de Río. La natación, ante un cambio generacional.
La húngara Katinka Hosszu fue la reina, con permiso de Katie Ledecky, de Río 2016. La sueca Sarah Sjostrom copó podios, como Mireia Belmonte, mientras que la británica Jazmin Carlin aportó dos platas. La natación danesa subió al cajón en relevos y Pernille Blume fue la más rápida en el 50 libre. Europa logró 17 de las 51 medallas en juego en categoría femenina. La caída de Tokio es histórica: solamente se colgó cuatro.
Sjöstrom y Blume acompañaron a la australiana Emma McKeon en el podio de los 50 libre. La italiana Simone Quadarella fue bronce en el 800 libre y la alemana Sarah Koler también acabó tercera en el 1.500. No hubo más noticias. Ni de la braza, la espalda, la mariposa, los relevos y las pruebas de estilos, donde curiosamente Mireia Belmonte, incombustible, fue la que más se acercó: rozó ese bronce (fue cuarta en los 400). Katinka Hosszu evidenció que su puesta a punto no fue la mejor después de un ciclo abrupto.
Después de Tokio, la natación femenina europea se queda falta de referentes internacionales, a la espera de un cambio de ciclo de aquellas nadadoras que han dominado las especialidades en la última década. Estilo por estilo, Europa se ha ido quedando sin la mejor versión de la rusa Yuliya Efimova en la braza, de Mireia Belmonte en la mariposa o de Federica Pellegrini en el estilo libre. Hosszu, de 32 años, también ha sucumbido al paso del tiempo y ha dejado de ser medallista en la espalda o en los estilos, mientras que a Sjöstrom le llegó la lesión (se rompió un codo en febrero) en mal momento y viajó a Tokio mermada.
Estados Unidos y Australia, a la cabeza: asoman nuevos valores
En pruebas, como los 200 espalda, no hubo representantes europeas en las finales. Estados Unidos, Australia, China, Japón y Canadá se consolidaron como las referencias de la natación femenina, como ya ocurriera en los relevos, donde se repartieron las medallas. Se prudujeron, eso sí, pequeños brotes verdes de nadadoras aún en edad júnior que consiguieron meterse en finales olímpicas y están llamadas a revertir esa situación en París 2024.
Si Rusia sueña con tener otra Efimova, lo mismo ocurre en Hungría con encontrar la nueva Hosszu. Y este cartel lo lleva ahora la jovencísima Viktoria Mihaylivari, que con 17 años fue sexta en los 400 estilos nadando en 4:37. Ya fue plata en el Europeo de mayo en los 200 estilos. También la alemana Isabel Marie Gose, de 19 años, nadó las finales de 400 y 800 libre, con Katie Ledecky y Ariarne Titmus en sus particulares combates. Son la esperanza de una natación europea que en Tokio quedó minimizada en categoría femenina.