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TRAIL RUNNING

Ragna Debats y la pasión por unir el trail y la naturaleza

La ultrafondista española, ganadora de algunas de las pruebas más destacadas del mundo, habló con AS para repasar sus logros y sobre su gran proyecto Rolling Mountains.

La atleta de trail running Ragna Debats.

Hablar de trail es hacerlo de Ragna Debats. Esta corredora nacida en Países Bajos pero afincada en España junto a su marido, el también corredor Pere Aurell y su hija Onna, es una de las grandes referencias en el mundo del trail running, donde ha conseguido algunos de los títulos más importantes como ser campeona del mundo de Skyrunning, campeona del mundo de trail de la IAAF en 2018, campeona de la Copa del Mundo de Ultras en 2017 y campeona del mundo de raquetas de nieve ese mismo año, además de ganar la Marathon des Sables, una de las carreras más duras del mundo, en 2019.

Después de competir en la Transgrancanaria, donde tuvo que abandonar a causa de problemas físicos, Ragna Debats habló con AS sobre sus nuevos desafíos, su proyecto Rolling Mountains con el que pretende dar a conocer el trail running y también algunos de los paisajes más remotos del mundo y también sobre la peculiar cuarentena que vivió en Costa Rica junto a su familia, toda una auténtica experiencia que también contamos en este diario.

- Hace poco ha competido en la Transgrancanaria, donde finalmente tuvo que abandonar. ¿Qué sucedió?

- Estaba repasando cosas sobre qué fue mal y por qué abandoné. Es una cosa que no es nada habitual en mí, ya que nunca he abandonado en las carreras. He ido al fisio y también he analizado los puntos sobre lo que no ha ido bien. Creo que fue por el frío. Corrí a un ritmo muy moderado y reservarme para la segunda parte de la carrera. Iba con Azara, me sentía bien y mi cuerpo mantenía la temperatura corporal pero luego bajó y me afectó sobre todo a la musculatura. Fue un problema a nivel físico pero creo que la mente tampoco estaba lo suficientemente fuerte para superar ese problema e intentar reaccionar. Intenté comer y ponerme más ropa pero al final la mente me falló y no me dejó tomar las decisiones correctas y reaccionar de forma correcta para intentar superar este momento.

- De pequeña ha mostrado mucha ilusión por todo lo que ha hecho. ¿Cómo se mantiene esa energía y vitalidad?

- Creo que es algo de mi personalidad. Soy una persona que siempre busca superarse, mejorar como persona y superar dificultades. Desde pequeña siempre he buscado dificultades para superar (ríe). Nunca me lo he puesto fácil en muchos aspectos de la vida. He ido buscando las dificultades y me gusta superarme y me gusta mejorar como persona. Tengo también mucha ilusión y motivación para entrenar y para superarme en cualquier cosa.

- ¿Cómo fue el cambio de Países Bajos a España?

- Crecí en Países Bajos y cuando acabé la escuela secundaria me había formado bastante en hípica en doma clásica. Llegó un momento en el que me pregunté qué iba a hacer con mi vida, si quería seguir estudiando o profesionalizarme en el deporte. Decidí lo segundo y me fui a Alemania para estudiar la carrera como entrenadora profesional de hípica. Viví unos años allí pero tenía un trabajo muy físico y a veces no me sentía muy realizada en algunos aspectos e intenté cambiar mi calidad de vida y pensé en volver a Países Bajos. Allí volví a estudiar en inglés después de haber aprendido alemán y tenía tiempo y aproveché para irme a Inglaterra a mejorar mi inglés. Allí trabajé también para una mujer que tenía caballos de élite y le gustó tanto que no me quería dejar ir y me dijo '¿por qué no estudias aquí y puedes montar mis caballos y a la vez estudiar?' Entonces me presenté a la universidad, a la entrevista personal, sabiendo que si no me cogían tenía mi sitio en Países Bajos. Finalmente me cogieron y me quedé en Inglaterra estudiando y montando a los caballos. Entonces hice un Erasmus y me vine a Valencia. Ese fue mi primer contacto con España. Pasé un año muy bueno, me gustó mucho el país, la cultura, la mentalidad, el clima... y además me enamoré de un chico. Tuve que volver a Inglaterra para terminar mis estudios pero sabiendo que, cuando terminase, quería regresar a España. Me instalé en Cataluña, en la zona de las Tierras del Ebro en una zona que yo no conocía pero en un pueblo cerca del río, del mar y la montaña y podía hacer varios deportes. Y así empecé a correr y empezó toda mi trayectoria.

- Antes de trail running practicaba la hípica. ¿Cómo fue ese cambio de la hípica al trail running?

- Pasar de la doma al trail fue un cambio muy radical. Cuando dejé la hípica caí en un pozo enorme. Toda mi vida la había dedicado a ser entrenadora y mi ilusión era haber llegado a competir en los Juegos Olímpicos y cuando se derrumbó este sueño fue muy duro y decidí dejar el mundo de la hípica. Podía practicar varios deportes porque siempre he sido muy activa físicamente y entonces conocí el trail. Sentí la misma sensación que tuve cuando era pequeña corriendo con los ponis y la libertad que daba. Nadie sabía lo que hacía, nadie me veía y me sentía en contacto con la naturaleza en una sensación de máxima libertad, una sensación perfecta, que no se podía mejorar. Esto lo noté tras mi primera carrera, que la disputé de casualidad, cuando corrí por la montaña y solo tenía que seguir a la gente. Además noté que correr era más fácil ya que con los caballos tenías que sabe cómo se sentía el caballo, si le molestaba la espalda... Aquí sólo te centras en ti, es más fácil entenderte a ti mismo que entender al caballo. Me sentía muy fuerte en los cuádriceps y la espalda después de haber montado a caballo además de un buen sentido del equilibrio. En la adaptación sólo me faltó un poco de contacto de los huesos con el suelo. En los primeros años siempre tenía alguna lesión o alguna caída. Tuve una fisura en el fémur, en el sacro, fracturas por estrés, varios edemas óseos... Tuve que parar varias veces pero por suerte se curaron fácilmente. Poco a poco comprendí que podía dar más y fui creciendo de forma gradual hasta convertirme en campeona del mundo.

- En su palmarés figuran títulos de todo tipo: campeona del mundo, de Europa, de España, de Cataluña... ¿qué le falta por ganar?

- Estoy muy contenta de toda mi trayectoria. Tengo campeonatos de ultra distancia, de combinada en media y larga distancia y también carreras muy difíciles como el Marathon des Sables, una prueba muy difícil de supervivencia en el desierto y compartiendo vida con otros corredores para afrontar las dificultades. En 2019 gané una carrera de 100 kilómetros, pero uno de mis objetivos es el Ultra Trail Mont Blanc.

- Sus éxitos, junto a los de Pere Aurell y los de Kilian Jornet están dando más difusión al trail running. ¿Qué se siente con ello?

- Me siento muy orgullosa de hacer lo que hago. El trail running es un deporte muy puro, hay un ambiente muy sano y nos juntamos gente que nos gusta cuidar el mundo. Es una de las cosas que me gusta transmitir, conectar el deporte con el mundo. Disfrutar de la naturaleza y dejar a las nuevas generaciones que vienen un mundo bonito y sano. También intentamos que en este mundo tan mecanizado la gente vea lo verdaderamente importante, los valores. Animo a practicarlo a todos y ojalá en el futuro sea un deporte olímpico, pero que siga manteniéndose como un deporte puro sin la amenaza del doping. Ahora cuando tú vas corriendo y ves a otro corredor que va cojeando te paras y le preguntas qué le pasa y si puedes ayudarle. Son cosas muy bonitas y absolutamente necesarias y me gustaría que se mantuviera.

- Ahora han puesto en marcha el proyecto Rolling Mountains. ¿En qué consiste?

- Después de ganar varios campeonatos del mundo tenía en mi lista varias cosas que quería hacer: el Marathon des Sables, otras carreras como Transvulcania . Sobre todo me impresionó el Marathon des Sables. No es sólo pura competición, también hay muchos factores externos que influyen en tu resultado y me gustó mucho saber gestionar todo esto. Cuando nació mi hija decidimos que haríamos todas las cosas juntos, en familia. Si íbamos a una competición casi siempre nos llevábamos a nuestra hija. Queremos compartir nuestra pasión juntos y hacer nuestra unión más fuerte. La verdad es que mucha gente nos admira por ello y a veces nos piden fotos con toda la familia antes de una carrera. Se quedan asombrados de que rindamos al máximo pese a viajar en familia y las dificultades que tengamos que afrontar, como que a lo mejor mi hija no me deje dormir antes de una carrera. Pero todo vale la pena para poder estar juntos ahí y tener esa fortaleza mental.

Después del Marathon des Sables miramos qué podríamos hacer la próxima temporada y se formó esta idea de competir en todos los continentes y viajar en familia, ver el mundo, enseñar el mundo en una parte más ecológica y motivar a la gente para conservar el mundo y que descubra las cosas tan bonitas que tiene y que vale la pena cuidarlo. Además queremos mostrar cómo gestionamos todo: cómo viajamos con nuestra hija, con nuestro perro, también cómo entrenamos y cómo llegamos a las competiciones. Para nosotros era un proyecto exigente y viajar con cámara era una cosa para el mundo sin ningún interés económico y también nos quedamos con esos recuerdos tan espectaculares.

- En los últimos meses ha dado mucho que hablar su confinamiento en Costa Rica, en una historia que ya contamos en AS. ¿Cómo lo recuerda?

- La experiencia de pasar el confinamiento en una isla de Costa Rica fue una experiencia única. Teníamos el viaje medio planeado pero también fuimos improvisando. Había días que a medio día no sabíamos dónde íbamos a dormir. Llegamos a Costa Rica sabiendo que la situación estaba mal, que la carrera en la que íbamos a competir se había cancelado pero queríamos seguir con el proyecto. Entonces después de una conversación con la pareja de mi padre se nos ocurrió el reto de cómo afrontar esta situación de una manera única. Tuvimos la idea de aislarnos completamente durante varios días y sobrevivir en las condiciones más básicas que puedas imaginar. Fue una experiencia única que creo que no se le ocurriría a nadie. Fue muy incómodo porque llegamos con una cuerda, unas telas, un cuchillo grande para poder cortar cosas y algo de comida en lata. Teníamos que hacer como se hacía antes: encender el fuego, buscar leña, ver qué plantas podíamos comer... Fue una inspiración con la naturaleza y fue una experiencia en la que sentí que había aprendido algo nuevo, era como descubrir la esencia de lo que somos los humanos, encontrar nuestro sitio en el mundo. Ahí te das cuenta de que todo tiene sentido: las plantas, los pajaritos... y todo eso hace que el mundo funcione, y allí se notaba, y nosotros formábamos parte de ello. Lo afrontamos siempre de manera muy positiva, disfrutando de lo que teníamos. La felicidad no está en tener cosas. Está en saber disfrutar, en saber valorar.

- Además del proyecto Rolling Mountains, ¿qué más desafíos tiene para el futuro?

- Acabo de empezar la temporada y no ha empezado muy bien... (risas) Pero ya han pasado varios días y ya estoy muy animada, porque luego estas cosas te dan más fuerzas para otras pruebas y que me vaya bien en la temporada. En principio queremos hacer el Circuito de Esparta y mi objetivo como he dicho antes es UTMB, que son 100 millas e intentar ganar allí. Además, aún nos quedan pendientes tres continentes en nuestro desafío de Rolling Mountains. No tenemos prisa todavía por completarlo. Oceanía sigue cerrada, tanto Australia como Nueva Zelanda, así que tendremos paciencia y cuando se pueda ir viajaremos para dos meses y buscaremos una competición de alto nivel para Rolling Mountains. También tenemos pendiente ir a la Antártida, que queremos que sea un reto muy especial. Estamos buscando aún la forma de cómo hacerlo pero sabemos que hay varias competiciones allí y nos gustaría también hacer algo por el medio ambiente y hacer un viaje algo más profundo y muy bonito. Y por último nos queda ir a América del Norte, que lo veo mucho más factible. Este verano podemos ir a Utah, Colorado o California para competir y viajar por el continente.