De la clandestinidad a la élite mundial del fútbol femenino
España ha pasado de no permitir el fútbol a contar con una de las mejores selecciones y una liga cada vez de mayor nivel. Aún queda cosas por mejorar...
El fútbol es uno de los deportes que más se ha visto afectado por la distinción de géneros. Ha pasado de la clandestinidad a la élite. El 21 de febrero de 1971, en el primer partido no oficial de la Selección, las internacionales vistieron la camiseta roja sin el escudo de España. El árbitro no era árbitro. Incluso el organizador estuvo a punto de ir a la cárcel. Una lucha difícil que comenzó en plena época franquista. Cincuenta años de lucha hasta llegar a dos grandes cimas: una Selección entre las mejores del mundo y una liga profesional. Un camino con muchos logros, pero que todavía no ha acabado. Así se fue produciendo.
Apoyos. José Luis Pérez Payá, entonces presidente de la RFEF, echaba balones fuera si se le preguntaba por el fútbol femenino "No tengo nada en contra, pero tampoco me agrada. La mujer en camiseta y pantalón no está muy favorecida. Cualquier traje regional le sentaría mejor". Muy distinto al discurso de Luis Rubiales.
Infraestructura. En 1971 destacaban cuatro equipos: Sizam de Madrid, Peña Femenina Barcelonista, Polideportivo Fuengirola y Racing de Valencia. Pusieron en marcha el I Campeonato Nacional de fútbol femenino y a la postre nutrirían de jugadoras a la primera Selección. Ahora todos los grandes clubes tienen sección femenina. Hay una Primera División con 18 equipos profesionales y una Segunda con cuatro grupos y 34 equipos.
Fichas. Los datos actuales confirman que se ha sobrepasado la barrera de las 65.000 licencias del fútbol femenino en España. Desde 2015, primer Mundial de la Selección, se ha duplicado esta cantidad de fichas. En ese momento llevaban 35.000 y sólo siete jugadoras del equipo que viajó a Canadá eran profesionales.
Marketing. Antes las futbolistas no eran conocidas y por supuesto no eran reclamo de las marcas deportivas. Ahora eso ha cambiado. Las actuales internacionales son reconocidas, son ídolos en la sociedad y son imagen de multitud de anuncios. Alexia Putellas ha hecho anuncios de alimentación y ropa deportiva. No es la única.
Profesionalismo. En 1971 se jugó el primer partido de la Selección española, pero fue partido no oficial. Por supuesto no había liga nacional ni clubes que tuvieran sección femenina. Hasta la próxima temporada, 2021-2022, la Primera Iberdrola no será profesional, como lo es LaLiga Santander, la SmartBank y la ACB.
Material. En 1971 no pudieron lucir la bandera y se tenían que comprar por sus propios medios todo el material, además de lavarlo en casa. En la primera Eurocopa de 1997 llevaban las camisetas de los chicos, con la talla S ("Parecíamos payasos, y eso que lo llevábamos todo doblado", reconoce Mari Mar Prieto). En el último Mundial, el de Francia, la marca deportiva que viste a La Roja creó en exclusiva su equipación según el diseño elegido por las propias jugadoras.
Ligas extranjeras. Vicenta Pubill y Conchi Amancio, las dos mejores jugadoras de la primera Selección, nunca pudieron jugar en España. Tuvieron que salir a Inglaterra e Italia. Eso impedía que fueran convocadas por la Selección. Hoy en día la mayoría de las internacionales juega en España y si salen al extranjero es porque reciben ofertas económicas muy jugosas.
Exclusividad. Todavía hoy, con un convenio colectivo en vigor y una liga profesional a las puertas, muchas jugadoras de la Primera Iberdrola tienen que compaginar el fútbol con alguna otra profesión. Trabajan durante buena parte del día y se entrenan luego. Eso sí, actualmente todas tienen un salario digno y unos derechos que les respaldan.
Dietas. En el pasado era un premio estar convocada por la Selección y las jugadoras iban por convicción y reconocimiento. Ahora, además de eso, hay unas dietas por los días que pasan concentradas con La Roja. Del primer Mundial en Canadá al último en Francia esta cifra se ha incrementado sustancialmente para beneficio de las jugadoras.